(3) ¿Todavía más pruebas?
Vosotros me buscáis no porque habéis visto los milagros, sino porque os habéis saciado.
Ellos le dijeron: Pues tú ¿qué señales haces para que veamos y creamos? (Jn. 6, 30.)
- Jesucristo pasó haciendo el bien. Toda su vida era un milagro. Nunca se buscó a sí mismo, ni hizo un solo milagro para su propio bien e interés. Curaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores, se sentía solidario y responsable de todo problema humano. Todos eran testigos de su comportamiento, porque Él no hizo nada a escondidas. Los cinco mil hombres que participaron del milagro de la multiplicación de los panes lo testificaron... cuando el reconocer a Cristo no suponía compromiso. Pero al día siguiente, las cosas cambiaron, porque las cosas son del cristal con que se miran. Creer en Cristo es un compromiso...
- Muchos “creen” cuando les conviene. Aceptan a Cristo cuando les interesa, cuando les satisface algún interés propio. Pero Cristo no puede ser un juguete de nuestros caprichos, aunque éstos puedan parecer muy “santos”. Creer en Cristo equivale a reconocerle como resucitado, viviente entre nosotros, y exigiendo una vida de resucitado (amar). Y como esto compromete, uno prefiere dar largas al asunto exigiendo enfermizamente pruebas y más pruebas sobre la realidad de Cristo... Con esta postura, Cristo resulta un problema insoluble...
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