(8) Una pregunta actual y trascendente
Ellos le decían: ¿dónde está tu Padre?
Respondió Jesús:
Ni a mí me conocéis ni a mí Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. (Jn.,8,19 s.)
- Hoy muchos que se dicen “creyentes”, sienten vergüenza de llamar a Cristo Hijo de Dios. Y procuran escabullir la afirmación. Algunos van más lejos. Pero entonces Cristo es un problema insoluble. Porque Él afirmó claramente que era Hijo de Dios. A Cristo sólo se le puede aceptar del todo, tal como es. El hombre no tiene solución sin Cristo Hijo de Dios, Redentor. Pero Cristo es problema porque, para muchos, es un paréntesis de su vida, o un recuerdo lejano, o una persona ausente... Entonces esta postura equivale a afirmar que Cristo no es el Hijo de Dios; sólo que es una afirmación a escondidas y cobarde.
- Dios es el “escondido” en nuestra vida cotidiana. Cristo es el Hijo de Dios que ha venido a enseñarnos que Dios se esconde en nuestras circunstancias. A Dios sólo se le encuentra escondido: en lo más íntimo de nuestro ser (S. Agustín), en el prójimo que convive con nosotros, en la “desgracia” ... Cristo, Hijo de Dios, nos enseñó a descubrir a Dios escondido. Sólo escondiéndose con Cristo (amando en cualquier circunstancia) se encuentra a Dios. Entonces se descubre que Dios está presente, no abandona, es el Padre que habla en todas las circunstancias y acontecimientos...
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