Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

jueves, 15 de septiembre de 2022

(16) ¿Dónde está Cristo?


Decían: ¿Dónde está éste?
Entre la multitud se hablaba mucho de Él cuchicheando. Los unos decían: es bueno; pero los otros decían: no, seduce a las turbas.
Nadie hablaba libremente de Él...
(Jn.,7, 11 s.; cfr.,7, 35.)

- Si sumamos matemáticamente las apreciaciones acerca de Cristo, no acertaremos nunca. Algunos adoptan la postura enfermiza de ir escuchando a ver qué dicen los demás sobre Cristo y sus cosas; pero nunca se deciden a pensar con la propia cabeza. Hablan continuamente de “hacer una síntesis...” pero no es más que un dar largas para no pensar como un hombre. Cristo escapa a los que no se deciden nunca ni se quieren comprometer...

- Está Cristo presente y no se le sabe encontrar. Abriendo el Evangelio se le encuentra, si el corazón está también abierto al prójimo. Con esta disposición, es fácil encontrar a Cristo y descubrirle viviente entre nosotros (como Él ha prometido). Cristo no es un problema insoluble cuando se le busca de veras. Saber que ahora escucha y ve... ¿Por qué no hablarle, al menos en condicional? “Si me oyes...” ¡Claro que oye!

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