Decían: ¿Dónde está éste?
Entre la multitud se hablaba mucho de Él cuchicheando. Los unos decían: es bueno; pero los otros decían: no, seduce a las turbas.
Nadie hablaba libremente de Él... (Jn.,7, 11 s.; cfr.,7, 35.)
- Si sumamos matemáticamente las apreciaciones acerca de Cristo, no acertaremos nunca. Algunos adoptan la postura enfermiza de ir escuchando a ver qué dicen los demás sobre Cristo y sus cosas; pero nunca se deciden a pensar con la propia cabeza. Hablan continuamente de “hacer una síntesis...” pero no es más que un dar largas para no pensar como un hombre. Cristo escapa a los que no se deciden nunca ni se quieren comprometer...
- Está Cristo presente y no se le sabe encontrar. Abriendo el Evangelio se le encuentra, si el corazón está también abierto al prójimo. Con esta disposición, es fácil encontrar a Cristo y descubrirle viviente entre nosotros (como Él ha prometido). Cristo no es un problema insoluble cuando se le busca de veras. Saber que ahora escucha y ve... ¿Por qué no hablarle, al menos en condicional? “Si me oyes...” ¡Claro que oye!
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