Los escribas y fariseos decían: ¿Por qué come y bebe con pecadores?...
Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos... (Mc., 2, 16 s.)
- Cristo no gusta a muchos. Lo quisieran de otra manera. Cristo es un continuo interrogante. Nadie ha obrado como Él. Si es enviado, Hijo de Dios, ¿cómo puede complacerse conviviendo con los “malos”? Pero, ¿Quién ha inventado la calificación de malos y buenos? Y, sobre todo ¿quién se ha permitido el lujo de aplicar la distinción a los demás hombres? Para Cristo, todos somos necesitados; y los que no se dan cuenta de ello ni lo quieren reconocer, son los más pordioseros...
- A Cristo no se le podrá desterrar nunca de la Humanidad. Siempre habrá personas auténticas que se reconozcan como son: necesitadas de Dios, relacionadas con Él. Esto no ahorra la propia responsabilidad, sino que la acrecienta. Es, sencillamente, reconocer nuestra limitación y reconocer y descubrir en ella a Dios. Por esto a Cristo sólo lo encuentran los “pecadores”, los “pobres”, los hombres auténticos...
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