Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

viernes, 16 de septiembre de 2022

(17) Cristo ¿un embaucador?


Respondieron los alguaciles: Jamás hombre alguno habló como éste. Pero los fariseos les replicaron: ¿Es que también vosotros os habéis dejado engañar? ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? (Jn.,7,46 s.)

- “Los pobres son evangelizados” Y los “pobres” son hoy los que dicen que no creen, los que no practican... También ellos pueden encontrar a Cristo, y a veces mejor que los que se adornan de cristianismo. Esos pobres alguaciles supieron descubrir la verdad de Cristo, tal vez casi como los discípulos de Cristo, pero, desde luego, más que los sabihondos acerca de Cristo. Los verdaderos creyentes son el “pueblo” sencillo que acude a las reuniones cristianas y, a veces, algunos que no acuden porque nadie les ha enseñado... Sólo creen los que están disponibles para escuchar a Cristo y cambiar de parecer y conducta...

- Y luego viene la burla. Es el primer premio que Cristo reserva a sus amigos. Primero se burlaron de Cristo, luego se burlan de sus amigos. Se trata de compartir la misma suerte. Por esto Cristo tiene pocos amigos. Ser abucheado a nadie le gusta. El abucheo más ordinario es el de ser ladeado. Pero en realidad, Cristo vive en esa su Iglesia de los “pobres”. La fuerza de Cristo resucitado continúa en los suyos: los enfermos, los necesitados, los disponibles, los que cumplen su deber, los que mueren en el surco, los que construyen amando, los despreciados por la propaganda; el pueblo verdadero...

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