Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

jueves, 8 de septiembre de 2022

(9) La pregunta de un superficial y vividor



Tuvo noticias Herodes el tetrarca de todos estos sucesos...
Dijo: a Juan lo degollé yo; ¿quién puede ser éste de quien oigo tales cosas? Y deseaba verle.
(Lc., 9, 7 s.)

- Herodes poseía una “religión” bobalicona: escuchaba con gusto a Juan Bautista, y luego le hizo degollar. Su “religión” no le impedía (como a tantos) seguir haciendo lo que le daba la gana, aunque fuera atropellar al prójimo y pasar la vida en comilonas y bailes morbosos. Es lo que ocurre a tantos “chicos bien” y a tantos que no son “chicos”. Vino a la hora de la verdad, cuando oyó hablar de Cristo, y tenía ganas de verle... ¿para qué? ¿para recibir un visto bueno “religioso” a su conducta egoísta? Cristo no se presta nunca a este juego, aunque algunos, que dicen que creen en Él, se valen de la etiqueta de “cristianos” para hacer lo que quieran con su dinero, con sus energías, con su tiempo, con sus cualidades...

- Jesucristo sigue siendo problema cuando no se le busca o cuando se le rechaza. Porque el lugar que había de ocupar Cristo, forzosamente lo ocupa otro: siempre es una pasión egoísta que esclaviza... ¿Y si en una civilización “tecnopolita” se desterrara a Cristo? En esta hipótesis imposible, supliría a Cristo (como sucede en algún lugar) el suicidio, la droga, el atropello, la prisa, el olvido pasajero, el mismo espiritismo, superstición y mito... Pero Cristo siempre encontrará “pobres” (disponibles, aún en el sufrimiento) a quienes evangelizar...

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