Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

sábado, 27 de febrero de 2021

“Para que todos sean uno”, Sierva de Dios Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares


Silvia, a quien después conoceríamos como Chiara, nació en Trento, Italia el 22 de enero de 1920. En una época controversial de sucesos bélicos, ella muestra un especial interés por la educación y la búsqueda de Dios. Se convierte en maestra y se dedica a la escuela primaria en plena Segunda Guerra Mundial. Ante la adversidad que asola, descubre que “solo Dios permanece” y se consagra al Señor ingresando a la Tercera Orden Franciscana, era diciembre de 1943. 


“Cuando la aventura comenzó en Trento, no tenía un programa, no sabía nada. La idea del Movimiento era de Dios, el proyecto estaba en el Cielo”. Ya que cuando Dios toma en sus manos una criatura para que surja en la Iglesia alguna de sus obras, la persona elegida no sabe lo que hará. Uno es el instrumento. 


Acogiendo el don de Dios día tras día y caminando hacia la plenitud de la vida cristiana y la perfección de la caridad, Chiara Lubich se prodigó para que este camino de santidad lo recorrieran muchos, con una determinación cada vez mayor para ayudar a todos aquellos que Dios ponía en su camino a “Hacerse santos juntos”. La luz del Evangelio vivido y el “radicalismo del amor” característico de su testimonio la han hecho “apóstol del diálogo”; ecuménico, interreligioso y con personas de convicciones no religiosas. 


El Movimiento de los Focolares inicia en 1943, durante sus primeros años opera únicamente en la Iglesia católica, pero su carisma lleva oculto gran valor ecuménico e interreligioso; años después su espíritu se irradia a diversas Iglesias y después de los años setenta se piensa que tiene que ver con las otras grandes religiones. El Movimiento –de acuerdo al pensamiento del Papa y de la Iglesia– no es tanto, obra humana cuanto obra de Dios. 


Transcurre su vida comprometida por la comunión de la Iglesia, por el diálogo ecuménico y la fraternidad entre todos los pueblos, y dedicando su existencia a la escucha de las necesidades del ser humano contemporáneo. 


Murió a los 88 años en su casa de Rocca di Papa. 


La Unidad de los Cristianos en el Movimiento de los Focolares 


El Movimiento de los Focolares, difundido en mas de 182 países de los 5 continentes, se perfila con la fisonomía de un pequeño pueblo compuesto por personas de diferentes razas, edades, culturas y categorías sociales. Su carisma es la unidad y su objetivo contribuir a constituir la familia humana con la fraternidad universal, a través del diálogo interreligioso, ecuménico y con personas sin convicciones religiosas pero que creen en los valores y quieren vivir por la fraternidad y solidaridad, en la Iglesia y en los diferentes ámbitos de la cultura: política, economía, comunicación, arte, ciencias. 


Los puntos fundamentales del estilo de vida de la espiritualidad de este Movimiento, fundado por Chiara Lubich, constituyen las líneas de desarrollo de una espiritualidad comunitaria y personal al mismo tiempo, que permite alcanzar el objetivo de contribuir a realizar el Testamento de Jesús. Se lleva adelante un camino de diálogo ecuménico con cristianos de alrededor de 350 Iglesias y comunidades eclesiales. En su base está el “diálogo de la vida”: una experiencia que nace del recíproco conocimiento, del compartir el pensamiento y de las experiencias sobre el Evangelio vivido. 


La espiritualidad nacida del Carisma de la Unidad de Chiara Lubich ofrece un aporte específico a la realización de la oración de Jesús en el Evangelio de Juan: “para que todos sean una sola cosa” y es posible realizar su promesa “donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” entre cristianos de distintas Iglesias. 


La historia de las relaciones fraternas entre el Movimiento incluyen: encuentros con Patriarcas Ortodoxos, fundación de Escuelas Ecuménicas, nacimiento de ciudadelas donde se vive en común una fraternidad evangélica, la colaboración “Juntos por Europa” y múltiples comunidades donde se trabaja por el bien común, la defensa de la vida, la familia, la paz, los pobres, por una economía equitativa y la tutela del ambiente.

jueves, 25 de febrero de 2021

Alrededor del tema del Carisma y de cuáles son los motivos para considerar a Eduardo Bonnín como único fundador de los Cursillos y del movimiento que surge de ellos.


Al considerar a Eduardo como fundador (nombre que se da a quien recibe el carisma que orienta las congregaciones y movimientos eclesiales), y como primer Cursillo al de 1944, no estamos haciendo una cuestión de nombres o de fechas, sino de pureza del Carisma original que él plasma, desde ese cursillo, en los Cursillos de Cristiandad. 

La primera inspiración que ilumina a Eduardo es palpar, como experiencia personal, el cambio que ocurre en personas y ambientes de cristianos paganizados, cuando se da en ellos la presencia amistosa de un “aprendiz de cristiano”. Su fe, que siempre será pobre, pero vivida con alegría, convicción firme y decidida, transmite la “presencia” de Cristo en la normalidad de una amistad personal sincera y libre con las personas de sus ambientes. Es la obra del Espíritu, sin “proyectos” de evangelización, porque el amor de Dios, vivido y transmitido por medio del amor fraterno es el primero y necesario camino para la conversión.

Ese fue en el alma de Eduardo el primer paso de la obra del Espíritu Santo en él, y el fundamento del Carisma de los Cursillos, que es inspirado sólo a él y a nadie más. 

A esta inspiración se une su experiencia de la eficacia de los Cursillos de Adelantados de Peregrinos, para la conversión hacia una fe auténtica y la vivencia de lo fundamental cristiano: el amor de Dios que infunde la gracia, y se derrama en amor, y hace amigos, a quienes se relacionan con uno.

De allí la inspiración de unir la eficacia de las dos realidades comprobadas - la influencia de un cristiano en sus ambientes y la eficacia de estos Cursillos-, concretada a través del rollo “Estudio del ambiente”.

Esta idea fue pensada y rezada en una “Reunión de grupo” con sus amigos, para concretarla en el cursillo de 1944 en Cala Figuera, el primero donde este rollo bifurca a aquellos Cursillos con una orientación diferente. Esta RG fué, a mi modo de ver, el primer elemento del método, antes del primer cursillo, y se constituye en algo esencial al MCC, sin el cual no es verdadero ni completo. 

Estos nuevos Cursillos no eliminaron los otros de la Acción Católica, pero ya no son un servicio hacia la vida interior de la Iglesia preparando la peregrinación a Santiago. Sin estar orientados de esa manera, sin embargo siguen aportando a las comunidades de la Iglesia la conversión personal de muchos “alejados” que se reincorporan a ellas. Los nuevos cursillos se orientan según su carisma a la evangelización de los ambientes personales de cada uno, viviendo “en cristiano” en ellos, en amistad y servicio fraterno con todos, según aquella inspiración carismática inicial de Eduardo.

Así, de aquella Reunión de Grupo de amigos y el rollo “Estudio del ambiente”, insertado en el esquema de los Cursillos de Adelantados, tenemos la raíz concreta tanto del Carisma como del Método de los Cursillos, después llamados “de cristiandad”. Luego de aquel primer Cursillo se van ajustando los otros rollos de los Cursillos de Adelantados a este Nuevo carisma, y se agregan algunos nuevos que fundamentan teológicamente el carisma, con lo que el esquema se redondea y completa hasta hoy.

Así, los Cursillos se convierten en la pieza inicial y central de un nuevo camino de conversion, por la experiencia del amor de Dios vivenciada en amistad fraterna, que se orienta a vivir la mision personal de cada cristiano, “en el mundo, sin ser del mundo”.

La preparación y el desarrollo de cada Cursillo se hace también por una Reunión de Grupo formada para esa finalidad, como lo fue la primera, armada con dirigentes que vivan el carisma del MCC, el que recibieron en sus Cursillos y desarrollaron en la vida común de cada día.

Todo Cursillo desarrollado de esta manera está orientado y guiado por el Espíritu Santo, en un ambiente fraterno de fe, oración y vida sacramental: No es sólo transmitir contenidos y confrontarlos con la vida compartida, sino que va abriendo el corazón de cada participante a la gracia, para que el Espíritu pueda infundir en sus vidas el mismo carisma evangelizador origonal, el que viven sus dirigentes.

Pero si el movimiento no vive su carisma ni lo llevan sus dirigentes, los cursillos no darán los frutos carismáticos para los que el Señor los propuso a Bonnín y sus iniciadores. Podrán ser muy valiosos para la Iglesia y las personas que participen en ellos, pero no son Cursillo de Cristiandad.

En el Cursillo, a partir del proceso de conversión, empieza la propuesta de la evangelización de los ambientes por el carisma propio y por el método que el MCC desarrolla y propone. Si nos centramos en la conversión y no en el carisma MCC, nos estamos quedando a mitad del camino y el Cursillo no logra el objetivo para el que fue inspirado.

Para que los Cursillos cumplieran su finalidad, se comprendió la necesidad de armar dentro del método, un primer tiempo de elección y preparación de los que son invitados a participar. Es el Precursillo, con la elección de los que están insertados en sus ambientes, mirando en particular a los alejados de la vida eclesial, para que nadie quede fuera de la experiencia viva del amor de Dios. Es el tiempo para lograr que el invitado al Cursillo lo aproveche íntegro para recibir su carisma, y lo continúe con un compromiso evangelizador fuerte y permanente. Por eso es necesario que llegue con el deseo libre de vivirlo a fondo desde el primer momento, incentivado por el trato de amistad con quien lo invita, su padrino o madrina.

La Reunión de Grupo y la Ultreya son el tercer tiempo del método, el “Cuarto Día”. La RG madura la vivencia y la proyección del Cursillo a la vida diaria, en una pequeña comunidad de amigos que viven el carisma en sus ambientes, en la que comparten hasta la intimidad de la vida personal, y se acompañan y ayudan en todo.

Ultreya es todo el grupo de los que viven el carisma de los Cursillos, en la amistad de la vida compartida, “en la calle”, que se celebra en Reuniones de Ultreya frecuentes, que responden al deseo y la necesidad de compartir, con los amigos y junto a Jesús, la experiencia cristiana de lo que pasa a nuestro alrededor.

Las dos nos alimentan, animan y ayudan a crecer siempre, en la vida Cristiana y la mision de evangelizar. Así se incorporan estas reuniones al método, y con ellas los Cursillos terminan de definirse como un Movimiento nuevo, con un carisma propio único y un método que lo hace eficaz.

Yo veo en el relato del Evangelio de San Lucas (10,1-12.17-24) un fundamento evangélico del MCC: discípulos que se convierten a Jesús, y que él envía a anunciarlo entre la gente de dos en dos, en “RG”, y que regresan y se unen a Jesús en la primera “Ultreya”, para compartir lo que ocurre al ir en su Nombre, y alegrarse juntos por sus frutos. Es el único momento en que los Evangelios nos muestran que Jesús “se estremeció de gozo” junto con ellos, y alabó y agradeció al Padre que tomara gente común, del pueblo, para manifestar sus maravillas.

Los Cursillos son la inspiración del Espíritu Santo, para que quienes lo hacen experimenten el amor de Dios, en un encuentro profundo con sus vidas, con Jesús, y con una comunidad fraternal de discípulos-misioneros, para ser uno más de ellos y anunciar a Cristo a quienes viven en el mundo. Como movimiento, no está inspirado ni pensado para intervenir en las estructuras sociales del mundo, ni para ser parte de la pastoral orgánica de la Iglesia, aunque está totalmente adherido y al servicio de ella, en communión y obediencia filial con el Obispo diocesano. Por eso no tiene ni debe tener ninguna “estructura” para eso. Los núcleos que lo integran: RG, Ultreya, equipos de Cursillos, Escuelas de Servicio, Secretariados, etc, no son “estructuras” sino grupos fraternos que se organizan para sustentar la vida de los Cursillos y su proyección, y para animar la Ultreya en su vida Cristiana y su mision de evangelizer. Pretender crear “estructuras” para otros fines es desvirtuar y complicar la simplicidad que Dios le ha querido dar a su carisma.

Estas son también las bases para la formación de sus dirigentes, los que recibieron el carisma original en su Cursillo y lo viven en lo común de su vida diaria, despojados de toda otra connotación que no sea más que la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, la unión vital a María, la unión sacramental y fraternal con la comunidad cristiana

Raul Gardey
Diacono Permanente
Vice Asesor Arquidiócesis Bahía Blanca, ARGENTINA