Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

domingo, 7 de noviembre de 2021

Venerar la Eucaristía uniéndola a la figura de San José

 Obtenido de: https://orarconelcorazonabierto.wordpress.com/2021/11/07/venerar-la-eucaristia-uniendola-a-la-figura-de-san-jose/

Primer domingo del mes de noviembre y he despertado con el anhelo profundo de venerar la Santa Eucaristía uniéndola a la figura de san José, al que tanta veneración tengo. 

Esta mañana cuando acuda a la iglesia a participar en la Eucaristía imaginaré que entro en la sencilla y humilde casa de Nazaret, donde san José era el custodio y el cabeza de familia. Le pediré con sencillez que me presente a Jesús, a quien junto a María alojaba entre aquellas cuatro paredes formándole, amándole, enseñándole, cuidándole como Verbo hecho carne. Es lo mismo que ocurre cuando participas en la Santa Misa. Ahí esta presente san José, acompañando junto al altar a quien es el Verbo hecho pan.  

Que san José, siempre tan solícito a mis peticiones, me enseñe a hablarle, a ser intercesor ante su gracia, a ser receptor de mis anhelos, a ayudarme a recibirlo con más amor y devoción. Y una vez recibida la Hostia en mi interior salir del templo para ir a mi pequeño mundo familiar, social y profesional para ser transmisor de paz, de amor, de entrega, de generosidad y convertirme como él en un custodio que creer un entorno donde Cristo se digne a vivir porque en él reine la armonía y la paz. En esto San José fue un maestro. Él hizo lo posible para abrir su corazón y dar lo mejor de sí a María y a Jesús. Puso todo su empeño y su cuidado para todo al servicio de la humanidad de Cristo, nuestro Salvador.  

La Eucaristía es la continuación y la extensión de la Encarnación de Jesús. La responsabilidad de San José, padre de Jesús, prosigue con el paso de los tiempos hasta la consumación de los siglos y nos invita a quién a Él invocamos que el pan vivo de la Eucaristía, la Palabra viva hecha carne sea un anhelo para recibirla cada día y adorar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar un estimulo para una más profunda vida interior.

San José, hombre sencillo, honrado y humilde adoró a Jesús como ningún santo lo había adorado jamás. Como María, nadie pudo amar más a Jesús como José y María lo amaban. No ha existido nunca un amor temporal mayor, excepto el que venía del corazón amoroso de la Virgen, que pudiera manifestar un amor tan grande por Jesús. Este es mi anhelo a imitar. Amor profundamente a Jesús en el sí de mi vida.

Y cuando vea al sacerdote elevar la Hostia al cielo para presentarme el sacrificio del altar ofreceré su santidad recordando que San José era sacerdote del Niño Jesús, no para sacrificarlo ni para ofrecerlo, sino para custodiarlo, para guiarlo con respeto y adorarlo.

La vida de San José no fue sencilla. Desde su sí a Dios le sufrimiento le acompañó a lo largo de su existencia porque no hay que olvidar que a los pies de aquel humilde pesebre se encuentra la Cruz porque el corazón del Niño Dios es un crucifijo viviente. Desde el momento en que José aceptó a María como esposa hasta el día de su último respiro para ir a la casa del Padre en que su cuerpo cansado en los brazos de Cristo para quedarse permanentemente dormido su vida fue acompañada de un sufrimiento permanente. Pero esta es la vida del cristiano, una vida que sin embargo es plena por la gracia de la Eucaristía. Hoy quiero hacer vivo mi amor por el Pan de Vida de la mano de san José, quien modeló con sus enseñanzas el corazón de su Hijo.

¡Querido San José, esposo de María, padre de Jesús, quiero como tu aprender a caminar en confianza y como mucha fe hacia el encuentro de tu Hijo, a aprender a adorarle, a postrarme ante la Eucaristía asombrado, gozoso, alegre y estremecido por el misterio que allí sucede! ¡Quiero hacer como tu, amado san José, saber escuchar en todo momento los planes de Dios en mi vida y cumplirlos! ¡Tu que eres el padre peregrino que custodia a Jesús, enséñame a amarlo más, a ayúdame a que en el silencio de la oración contemplarlo con devoción, ayúdame a acrecentar mi amor por Él! ¡San José, tu que eres el padre eucarístico de Jesús, enséñame a acogerlo con devoción en mi corazón! ¡Otórgame tu fe para contemplar con esperanza a Jesús presente en las especies de pan y vino y como tu, cuando dijiste que sí a Dios para aceptar con alegría y esperanza tu misión paternal sin comprenderlo todo, ayúdame a ser capaz de abandonar postrado ante el Santísimo Sacramento del Altar la comodidad de mis certezas humanas para aceptar siempre la voluntad Dios que en tantas ocasiones se aleja de mis planes humanos para que pueda emprender el camino hacia la salvación! ¡Dame un poco de tu fe, San José, para abrirme a la contemplación y amar a Jesús tan frágil y humilde en su cuerpo eucarístico! ¡Te pido san José, por todos los sacerdotes del mundo, por su santidad, para que que aprendan de ti a llevar a Cristo en una completa actitud reverente, para que sean otro Cristo, pastores santos del rebaño de Dios, para que guíen a los fieles  y nos ayuden a crecer en sabiduría, estatura y gracia! ¡Te pido por ellos, San José, para que cada sacerdote vea en tu persona un modelo de fidelidad vocacional, y que sean como tu amado San José custodios del cuerpo de Cristo y de la Iglesia! ¡San José, tu eres patrono de la Iglesia universal, ayúdale a que sea santa, ayúdame a dar ejemplo para quienes estén alejada de ellos la amen, y sientan el amor de Cristo! ¡El amor de Jesús ti, San José, es el máximo reflejo de la paternidad de Dios, enséñame cada día a dirigir mi oración al Padre lo aprendió Jesús de ti, que fuiste su padre en la tierra, y quien le iniciaste en la fe y en las costumbres de la oración! ¡Concédeme la gracia, San José, de ser luz y sal y se capaz de servir dentro de la Iglesia, tener la capacidad de orar en el silencio para escuchar en mi corazón la voz de Dios y salir en misión en cumplimiento de su voluntad!  

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