Lo Fundamental Cristiano no es para diluirse exclusivamente en comportamientos periféricos, prefabricados y teledirigidos, sino para sostener e impulsar las metas del vivir desde dentro de uno mismo, con una firme convicción enraizada en la fe, pero sin perder el sentido de lo real y verdadero.
Cuando se vive lo Fundamental Cristiano sin reservas, que es la vocación a que puede aspirar, por la gracia de Dios, todo cristiano, esta vocación a pesar de las dificultades es siempre gratificante, atractiva y agradable como una suspirada vacación.
Lo Fundamental Cristiano es el centro constante y el fundamento permanente de lo genuinamente cristiano.
De Cristo.
Es maravilloso que Cristo nos haya redimido, pero tal vez el formidable acontecimiento de la Redención nos eclipse a veces una realidad que parece no percibimos con la intensidad precisa para asombrarnos de ella e intentar por lo menos valorarla y agradecerla.
Cristo, encarnándose en nuestro vivir, nos da la motivación, la orientación y la meta, para poder vivir sacando el mayor jugo posible a la vida.
Desde la rosa de los vientos de cualquier situación, conflictiva o no, Él es siempre el Camino, la Verdad y la Vida. No tan sólo para solucionar cualquier caso que se puede presentar a cualquier persona, sino para que de cualquier asunto, por enredado que sea y por complicado que esté, se pueda sacar siempre algo bueno y positivo.
En cualquier tiempo y en cualquier lugar, Cristo vivo en la persona que lo vive por la gracia, por ser Camino es orientación, por ser Verdad es esclarecimiento y por ser Vida es dinamismo, energía, vitalidad, fuerza para no desmayar hasta llegar a la solución más plena, satisfactoria y eficaz, porque lo cristiano es siempre y en cualquier situación, la culminación de lo posible. Este criterio precisa e indica la actitud concreta, correcta y honrada para pedir a Dios lo imposible, que es el único que lo puede posibilitar.
Extracto del libro
Colaboración en la Revista Testimonio
Eduardo Bonnín.
Ediciones 4° Día
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