Pues mira, Jesús, muchos
dicen que eres un inútil.
El hombre de hoy no siente
necesidad de ti. Se las arregla muy bien él solo. La ciencia progresa a pasos de
gigante, sin apelar a ti. La medicina, por sí sola, vislumbra la solución de
tremendos problemas: problemas que hace unos años eran insolubles sin Dios. Se
lucha con medios humanos contra la miseria, contra el sufrimiento, contra el
hambre, contra la guerra, contra la muerte. Hay esperanzas de conseguir la
victoria en estas luchas. El mundo actual considera que por sí solo tiene
recursos suficientes para hacer al hombre feliz. Así que tú aquí no pintas nada.
Eres, todo lo más, una hipótesis: pero una hipótesis que no es necesaria para
explicar nada, ni para solucionar nada.
Muchos hay, parecidos a los
anteriores, que dicen que tú eres un pasado de moda.
Explican éstos que, a
medida que la ciencia avanza, los hombres piensan menos en ti. Vamos a la
conquista de la naturaleza. Cuando esta conquista empezaba y quedaban enormes
extensiones por descubrir, tú estabas de moda como explicación de esos vacíos,
como única luz de esas tinieblas. Pero a medida que nos liberamos de las plagas,
de las sequías, de las inundaciones, tú vas desapareciendo. Tu imagen era antes
el espejo de lo que el hombre deseaba obtener: felicidad, plenitud de vida, paz.
Pero ahora, esa felicidad, esa paz y esa plenitud de vida se están consiguiendo
sin recurrir a ti. Y cuando todo eso se logre plenamente, de lo cual el hombre
de hoy está seguro, nadie se acordará de ti.
Millones de hombres dicen
que no eres interesante.
Ven a los cristianos
divididos, vulgares, tristes. No se les nota ninguna diferencia con los
mahometanos o con los agnósticos. Y más de una vez, la diferencia que se les
nota es desfavorable. Iglesias muy hermosas: y dentro de ellas, hermanos que se
ignoran, indiferentes los unos a los otros, anónimos, tristones, presurosos. A
lo mejor en la puerta un mendigo al que nadie hace el menor caso. Y dicen los
que esto ven con tantísima frecuencia: "Poco vigor debe tener una doctrina que
engendra a semejantes seguidores. Poco encanto, poco atractivo debe tener ese
Dios, ese Jesucristo tan poco eficaz, que no cala en las vidas y en las
costumbres de los que se dicen sus fieles y sus amigos. No vale la pena
detenerse a pensar en él, detenerse a mirarle siquiera". Así piensan y así dicen
de ti, Jesús.
Y otros muchísimos hombres
dicen que eres un ser inaceptable.
Esto lo dicen porque hay
gentes que se han aprovechado de ti. Gentes tuyas, que te han explotado,
logrando en tu nombre consideración, influencia, dinero. Muchos comerciantes han
logrado pingües ganancias vendiendo dulzones Corazones de Jesús con rostro de
jovencita. Traficando con imágenes, relicarios, libritos, chirimbolos y objetos
sagrados religiosamente expuestos, religiosamente pregonados y religiosamente
cobrados. Por ver esto, no te aceptan.
Y no es sólo eso. En muchas
guerras, los blancos han matado en tu nombre, diciendo que defendían tu causa, y
bajo las bendiciones de alguna mitra y aun de alguna púrpura: y a la vez, en la
misma guerra, los negros han matado también en tu nombre, diciendo que defendían
tu causa, y bajo las bendiciones de otras mitras y aun de otras púrpuras. Y
viendo esto, no te aceptan.
Y queda algo más todavía.
Tú toleras el mal. Cuentas con el mal en tu plan de creación. Pero el que lo
sufre, el que ve morir a sus hijos achicharrados, el que ve cómo veinte soldados
violan a su esposa atada a un árbol, el que escupe a trozos su estómago por la
boca, el que orina sangre durante años porque le destrozaron a azotes en una
cárcel, éste no puede comprender esa tolerancia tuya, esa indiferencia tuya ante
la sangre, el sudor y las lágrimas de los hombres. Por eso, no te
tragan.
Finalmente, tampoco te
aceptan por esto: los que dicen poseerte, se han presentado muchas veces como
dueños y señores de la verdad. Elegidos. Con el Más Allá asegurado, por guapos y
por altamente nacidos. Mientras los otros, los pobrecitos pecadores, los
pobrecitos paganos, no tenían nada que hacer ni nada a esperar. Por todo esto,
Jesús, no te aceptan.
-¿Quién dicen los hombres
que soy yo?
Millones de seres humanos
dicen hoy de ti que eres un inútil, un pasado de moda, algo que no interesa, un
ser inaceptable.