También es esta “Reunión de
Reuniones de Grupo” en énfasis se ha puesto en la reunión y no en el grupo.
La atención se centra en el suceso y no en la persona. Preocupa más la
Ultreya como acto que la Ultreya como asamblea. Observamos en los Dirigentes un
mayor interés porque la Ultreya “salga bien”, que en un interés que por
quienes asisten a ella “salgan mejor”. Preocupan más las “vivencias” que la
vida. El acto colectivo que los contactos personales.
En la Ultreya, pues, como en la
Reunión de Grupo debemos diferenciar dos elementos: Existe un GRUPO de
personas, objeto primordial de nuestra atención y que es responsabilidad de
todos y de la Escuela en especial, antes, en, y después del acto de la
Ultreya; y existe una REUNION, suceso instrumental y transitorio cuya
planificación y ejecución compete primordialmente a la Comisión de Ultreya.
De cara a sus dos eventos nos
atreveríamos a proponer la siguiente definición. Ultreya es: LA COMUNIDAD
espiritual de unos cristianos en actitud de conversión progresiva, que por
sentirse UNIDOS en una sola Fe, un solo Señor y un solo Bautismo, se REUNEN
para compartir, revisar y acelerar mutuamente en sus vidas la vivencia de lo
Fundamental Cristiano, y para descubrir y concretar el lugar y el modo de
vivirlo según su vocación personal.
No creemos necesario insistir una
vez más en el valor formativo de las Ultreyas vivenciales, o rechazar una vez
más las Ultreyas meramente informativas o catequéticas.
Quisiéramos, sin embargo,
presentar una doble opción posible en las Ultreyas vivenciales, y nos
gustaría hacerlo con cierta amplitud:
El Movimiento desde sus
principios está en la línea de la Pastoral Kerigmática, desea que se
pronuncien los siguientes elementos kerigmáticos del mismo:
a) En general, el Movimiento debe:
- Pretender en sus tres tiempos la
conversión integral y progresiva del hombre, tanto de cara a Dios como de cara
a los demás.
- UNDAMENTAR SIEMPRE LA BÚSQUEDA DE LA CONVERSIÓN EN LA VIVENCIA Y EN EL TESTIMONIO (personal y comunitario) HACIENDO PRESENTE AQUELLO QUE SE PROCLAMA.
En Cursillos se DA la vivencia de
lo Fundamental Cristiano, exponiendo unas verdades y unas vidas vividas de
acuerdo a esa verdad, procurando además que en el Cursillo se viva
(experimente vitalmente) cuanto en él se proclama.
Descubrimos, pues, tres elementos:
Una verdad, la del esquema; una vida, la del rollista; y una convivencia que
posibilita el hacer presente y experimentable esas verdades y esas vidas. Para
que la Ultreya sea realmente vivencial (para que DE vivencia) debe, por lo
tanto, contener estos tres elementos.
Dejando a un lado la convivencia,
que en este momento no viene al caso, en las Ultreyas deben presentarse una
verdad y una vida, y su presentación podría admitirse dos opciones:
- La presentación de una vidas
mediante el relato de unas vivencias, interpretadas luego en función de unas
verdades, a la luz del Evangelio. Esta es la forma más usual y en ella los
seglares presentan uno o más sucesos que luego el sacerdote analiza explicando
la doctrina en ellos contenida. La secuencia, es, primero una vida y luego una
verdad.
- La segunda opción sigue una secuencia contraria. Se expone una verdad que se explica o ilumina con una vida. En vez de “contar una vivencia”, se expone un ROLLO VIVENCIAL que ya contiene en sí los dos elementos: Una verdad, la del esquema y una vida, la del rollista.
Esta modalidad ha sido
experimentada en algunas diócesis en España, según entendemos con gran
éxito. Los rollos son breves y eminentemente vivenciales. La Escuela fija el
tema de la Ultreya, elabora los esquemas que contienen las verdades a
exponerse, y detecta para su exposición las personas que tienen la vida para exponerlos
vivencialmente.
Esta experiencia nos parece
sumamente interesante porque:
1. 1. Permite al sacerdote conocer de
antemano el tema central de la Ultreya, lo que a su vez le permite preparar
mejor su propia intervención.
2. 2. Permite una programación más
sistemática y ordenada de temas que aceleren la formación cristiana de los
presentes, entendiendo por formación la conformación con Cristo y su doctrina
a la luz del Evangelio, es decir, su conversión integral y progresiva.
Hablamos de
temas existenciales, ligados a la vida diaria, y no a la enseñanza descarnada
de temas teológicos o catequéticos. No se pretende que los cursillistas sepan
más, sino que vivan mejor.
1. 3. Tal programación evita las
redundancias y las omisiones. Cada Ultreya tiene una enseñanza que ha sido programada distinta a
la anterior. Si con cada Ultreya pudiésemos conseguir la incorporación a una
vida virtud, la incorpora- ción de un trozo más del Evangelio a un aspecto
más de nuestras vidas, el proceso de conversión se aceleraría en forma
extraordinaria.
2. 4. La previsión o la secuencia de
estos temas, su programación orgánica y aun su contenido, no afectan (y hay
que asegurarse de ello) el carácter kerigmático y vivencial de las Ultreyas.
En nuestra ponencia al III. Encuentro Latinoamericano explicábamos
cómo “la pureza kerigmática de Cursillos no depende de la mayor o menor
densidad teológica del mensaje, sino... de su capacidad de dar vivencia de lo
que en él se dice hacia una conversión del individuo, de la obligatoriedad
del mensaje, que será mayor cuanto más fundamentales sean las verdades que se
exponen, y del testimonio del rollista... De hecho, en igualdad absoluta de
temario, puede darse un cursillo puramente catequético o puramente
kerigmático, según se exponga u orienten las verdades en él contenidas” (Los
Cursillos se renuevan, pág. 60). Lo mismo puede afirmarse de la Ultreya.
3. 5. Si las llamadas “Reuniones de
Grupo” de las Ultreyas tienen lugar después del acto colectivo, el compartir
puede enfocarse igualmente de acuerdo a las verdades presententadas en el Rollo
Seglar, exponiendo cada uno sus vivencias sobre el tema.
Esta reubicación de la Reuniones
puede posibilitar:
a) Una asistencia más puntual a la Ultreya;
b) Una mayor participación de los asistentes en dichas Reuniones.
Decimos simplemente que la experiencia
es interesante. No pretendemos canonizarla. Prevemos algunas fallas que deben
evitarse a toda costa:
1. 1. Una mayor participación de los
más sabios y no de los más santos.
2. 2. Una perdida de naturalidad y
espontaneidad en el estilo.
3. 3. La tentación (tanto de los
sacerdotes como de los seglares) a alargarse demasiado.
4. 4. El dar más énfasis a las
verdades que a la vida de las mismas.
5. 5. El peligro de que los teólogos,
catequistas y pastoralistas las conviertan en su codiciada cátedra.
ELEMENTOS DE
LA ULTREYA
Decíamos anteriormente que para
ser vivencial (para que dé vivencia) debe la Ultreya contener tres elementos:
una verdad, una vida y una CONVIVENCIA que posibilite el experimentar y valorar
vitalmente esas verdades y esas vidas. Nos da la impresión que la importancia
de la convivencia en las Ultreyas no ha sido suficientemente destacada, a pesar
de ser, posiblemente, su elemento más importante.
Al igual que en el Cursillo, la
convivencia es lo que permite el Sondeo, el Estoque y el Vuelo de
Reconocimiento que deben realizar los dirigentes por medio de contactos
personales en la Ultreya. Es lo que permite la vivencia de la caridad fraterna.
Lo que posibilita el trato, intensifica la amistad y detecta al Grupo. Es
exigencia del amor mutuo despertado en el Cursillo y condición para ir amando
también a quienes no vivieron el mismo Cursillo con nosotros. Es, en resumen,
la razón principal por la que muchos asistimos a la Ultreya.
El propiciarla debe ser objeto
especial de su sistemática y planificación. El éxito depende a veces de cosas
tan insignificantes que corren el peligro de pasar desapercibidas. Obligados
por razones de local, a tener nuestras Ultreyas en un solo salón y a
desarrollarlas sin interrupciones, constatamos ya alguna vez cómo las Ultreyas
se venían a pique. Hasta la ubicación de las sillas, suponiendo que deba
haberlas, ha sido demostrada importante.
Han sido en locales que obligan a
varios movimientos de traslación (de la recepción al patio, del patio al
salón, del salón a la capilla, etc .) en donde nuestras Ultreyas han logrado
el mejor de los climas como consecuencia de una mayor convivencia, hecha
posible por el encuentro con distintas personas, en estos movimientos de
traslación, que prolongamos deliberadamente. Donde la convivencia no se logra,
la verdadera Ultreya suele celebrarse después de la “Ultreya”, mediante las
consabidas “colas apostólicas”.
El Clima de la Ultreya depende
también en gran parte de esta convivencia. Casi nos atrevemos a afirmar que el
clima ES la calidad de dicha convivencia. Definido como “El conjunto de
circunstancias que determinan el grado de penetración de un ambiente”, es
también: el conjunto de actitudes y circunstancias que determinan el tipo de
una convivencia. Es el “ambiente” de un ambiente. Es lo que hace adecuadas a
las personas para la convivencia en un momento determinado.
El clima de la Ultreya está
hecho de naturalidad, de alegría, de sinceridad, de apertura, de igualdad; de
respeto a la individualidad y originalidad de cada quien: de vocación a la
universalidad y, sobre todo y sobre todos, de caridad. Es, en resumen, un clima
de Tercer Día.
Es la fusión de clima y
convivencia lo que hará posible la vivencia de lo Fundamental Cristiano en la
Ultreya, como experiencia vital de amor de Dios, al prójimo y al mundo. Es lo
que logrará la aceptación de unas verdades, al encontrarlas en las vidas de
unas personas, gracias a una convivencia en actitudes y bajo circunstancias
(clima) que hacen que el contacto con los demás se transforme en encuentro
pleno de personas.
En cuanto actitud, consistirá en
una disposición a dar y recibir. A ver con ojos nuevos las cosa de siempre. A,
si es necesario, hacernos como niños. Tener una actitud de búsqueda que
siempre hará posible el encontrar algo en la Ultreya.
En cuanto circunstancia,
requerirá unas condiciones ambientales que hagan fructificar esa actitud, o al
menos no la obstaculicen. Hemos conocido locales de Ultreya tan SOLEMNES que
imposibilitan toda naturalidad y alegría; locales tan desproporcionalmente
grandes, con respecto al número de asistentes, que crean una sensación de
difusión y soledad. Locales cuya ocupación estaba condicionada a estrechos
límites de tiempo, a normas de relativo silencio, prohibición de fumar o
ruidos exteriores excesivos. Son circunstancias todas ellas, que obstaculizan
la convivencia normal y natural, y cuya influencia en la totalidad del clima es
mucho mayor de los que solemos pensar.
La convivencia en las Ultreyas se
da de tres maneras distintas, cada una de ellas con fines y frutos diversos:
1. Por medio de los contactos personales. Habla- mos de la Dirección
Espiritual con el sacerdote, y de la Labor de Pasillo de los Dirigentes para
Conocer, Situar, Iluminar y Acompañar. Conocer su personalidad, disposición y
circunstancia. Conocer sus inquietudes y problemas. Descubrirles sus riquezas.
Mostrarles sus posibilidades. Proponer soluciones. Colmarles su medida.
“Desfacer entuertos”. Acrecentar la ilusión, entrega y espíritu de caridad de
los Cursillistas en Rodaje. Detectar dirigentes. Programar futuros contactos.
2. Por medio de REUNIONES CON QUIEN CREES QUE DEBES. Nos gusta
iniciarlas diciendo cada uno su nombre y el número de su Cursillo. Por muy
“floja” que resulte una Ultreya, siempre será agradable, si estamos entre
amigos, y para ello el primer paso es conocernos todos. De hecho el mejor
termómetro, para detectar si existe UNA INFLACIÓN en el Movimiento, será el
ver si todos y cada uno se conocen mutuamente. Sólo entonces debe darse un
nuevo Cursillo. La sola existencia de muchas caras desconocidas le resta clima
a la Ultreya, dificulta la convivencia y disminuye la asistencia.
El número de componentes en cada
reunión deberá deberá ser tan reducido como sea necesario para revisar la
Hoja dentro de los límites de tiempo establecidos.
De cara a la formación de Grupos
convendrá que durante un corto tiempo aquellos que no tienen grupo se reúnan
repetidas veces con quienes han descubierto tener afinidad, o entre quienes ha
brotado una amistad que puede plasmarse en Grupo. Pero una vez formado el
Grupo, sus reuniones fijas deben trasladarse fuera de la Ultreya, para poder
convivir con todos los demás.
Esta excepción, admisible
solamente en los nuevos, es inadmisible en los Dirigentes, cuya Reunión en la
Ultreya será siempre Con Quién Crees que Debes. Una Reunión ENTRE Dirigentes
sería imperdonable.
De cara al enriquecimiento mutuo,
las reuniones se harán siempre con personas distintas. El compartir con personas
que de ordinario no conviven con nosotros, y el compartir con personas de
profesiones, ambientes y posibilidades distintas, sacará a flote valores,
situaciones y realidades que no conocíamos y que nos enriquecen
extraordinariamente. Es lo que posibilitará el contacto del sabio con el
santo, que puede hacer más santo al sabio y más sabio al santo. El contacto
del que tiene Espíritu con quien tiene Criterio, para un mayor equilibrio en
ambos. El contacto con los sencillos y humildes, cuyas vidas rara vez
encontramos en los libros o en las cátedras. El contacto inclusive con “el que
más nos fastidia y santifica”.
Es aquí donde la Ultreya se
realiza como Laboratorio de Amor al Prójimo. “Si sólo amáis a quien
os aman, ¿qué tiene de particular? Eso ya lo hacen los paganos”. Y es también
donde la maravilla de los vasos comunicantes se palpa más claramente, por ser
mayores los desniveles.
Para lograr esta heterogeneidad
en las Reuniones, es necesario que los primeros en llegar a la Ultreya sean los
Dirigentes, para, con naturalidad y caridad, influir en la composición de las
Reuniones y situarse en ellas “evangélicamente” de dos en dos. Porque los del
último Cursillo suelen buscar sólo a sus compañeros de Cursillo, porque
desgraciadamente siempre quedan algunos ricos que creen que, porque Dios los
hizo, ellos deben juntarse, o algunos pobres que no han comprendido todavía
que valemos todos lo mismo, porque pagaron el mismo precio por nosotros: la
sangre toda de mi Señor Jesús.
En el seno de la Reunión, el
Dirigente es “uno más”. Iluminar no consistirá en dar normas, consejos o sermones, en tener un
comentario para cada intervención, o una respuesta para cada interrogante.
Consistirá simplemente en destapar su propia vida y abrir su corazón para que
lo que en él haya de Cristo ilumine a los demás. A la luz, para iluminar, le
basta ser luz. Tampoco se enciende una bujía para que se vea la bujía misma,
que, así, sólo deslumbra; sino que los demás puedan verse mejores a sí
mismos y a cuanto los rodea.
Por todo ello, la cualidad
principal en estas reuniones debe ser la SINCERIDAD, que consistirá
simplemente en presentarnos como somos, o al menos como estamos, sin falsas
imágenes ni aureolas. La Sinceridad hace posible la apertura. Si no hay sinceridad,
se pierde la apertura; y, si faltan estas dos, no hay convivencia; lo cual
significa que no hay tampoco Ultreya.
Parte 5, continuará...
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