San Pablo se consideraba el último de todos
Dios se resiste a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Solo los humildes son bendecidos por nuestro Señor y amados por todos. San Pablo es un modelo de esta virtud. Hablando de sí mismo, dice: "Con gusto me gloriaré en mis debilidades, para que la fuerza de Cristo viva en mí. Por lo tanto, estoy satisfecho, por amor de Dios, con enfermedades ... Porque cuando soy débil, yo, entonces soy fuerte."
No solo en sus escritos, sino también, y aún más en su vida, la humildad del Apóstol es manifestada. Entre sus propios asociados parecía manso y modesto, porque aun cuando los mandaba o los exhortaba a hacer el bien por la salvación de las almas, su actitud estaba llena de humildad. San Pablo tenía tan poca estima de sí mismo, que repitió abiertamente: "No soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios."
¡Humildad inspiradora! Él había trabajado y predicado entre muchos pueblos, haciendo milagros y ganando conversos; sin embargo, se llama a sí mismo el último de todos. ¡Qué reproche para nosotros! San Pablo se consideraba un pecador pobre, y nosotros, muy a menudo, olvidamos nuestras fallas y nuestros pecados y buscamos la alabanza y el honor. A veces, disfrutamos mucho del poco bien que hacemos y nos jactamos de ello.
Vamos a imitar a San Pablo y prestar atención a sus advertencias: "¿Qué tienes, que no has recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué la gloria, como si no se hubiera recibido? Gloriarse en la nada es un gran engaño."
CONSIDERACIÓN
¿Cómo practicamos la humildad? ¿Sentimos, quizás, en nuestros corazones el deseo de alardear y ser elogiados? Recordando que la primera condición para obtener la gracia de Dios es la humildad nos ayudará a rechazar estos deseos.
ORACIÓN
Oh, Apóstol San Pablo, predicador de la verdad, Doctor de los gentiles, ruega a Dios por nosotros y por todos los cursillistas.
Ora uno Padre nuestro, Avemaría, Gloria al Padre
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