"Ten caridad sobre todas las otras cosas."
Es imposible describir la inmensa caridad del Apóstol. En su ardiente deseo y amor por Jesús, exclamó: "Y yo vivo, ahora ya no yo, sino Cristo que vive en mí". Él también dijo: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¿O angustia? ¿O hambre? ¿O desnudez? ¿O peligro? ¿O persecución? ¿O espada? Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni las cosas presentes, ni las cosas venideras, ni ninguna otra criatura, podrán separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8, 35-39).
Tal era el amor de San Pablo por Dios y, por ese amor es, que merecía ser elevado hasta el Tercer Cielo y hablar con nuestro Señor Jesucristo.
El apóstol puso mayor énfasis en la necesidad de la caridad: "Pero sobre todas estas cosas hay caridad, que es el vínculo de la perfección". Consideró que esta virtud era tan necesaria, que les escribió a los Corintios: "Si hablara en lenguas de hombres y de ángeles, y no tuviera caridad, seré como bronce que no resuena, o como platillo de tintineo. Y si debería tener toda la fe, para poder quitar montañas, pero sin tener caridad, no soy nada. Y si repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tuviera caridad, no me beneficia para nada."
El corazón del Apóstol estaba ¡tan! inflamado y transformado por el amor de Jesucristo, que San Juan Crisóstomo no dudó en afirmar que el corazón del Apóstol San Pablo era el corazón de Cristo.
CONSIDERACIÓN
Mantener los mandamientos, recibir los sacramentos y ser fiel a los preceptos de la Santa Madre Iglesia aumenta nuestro amor por Dios. ¿Somos fieles a nuestras obligaciones?
ORACIÓN
Oh, Apóstol San Pablo, predicador de la verdad, Doctor de los gentiles, ruega a Dios por nosotros y por todos los cursillistas.
Ora uno Padre nuestro, Avemaría, Gloria al Padre
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