Mons Mario Alberto Molina Palma Arquidiócesis de Quetzaltenango, Guatemala |
Utilizo la palabra “secular” con el sentido que tiene en la teología católica. Significa perteneciente a este siglo, al mundo histórico y temporal, y se contrapone a lo explícitamente religioso. Sin embargo, la palabra “secular” no significa “ajeno a Dios”. Precisamente lo que quiero destacar en este artículo es que uno de los rasgos del cristianismo es que Dios juzga la autenticidad religiosa de sus seguidores por su coherencia moral en el ámbito secular, y no por sus experiencias religiosas únicamente.
Conviene recordarlo, porque incluso quienes se precian de ser buenos cristianos, muchas veces juzgan su calidad religiosa por las prácticas de culto en las que participan y no por su conducta en las realidades “seculares”, como son la familia, el trabajo, los negocios, la política y la vida social en general.
Hay muchos pasajes del Nuevo Testamento que sustentan esta posición. Basta con citar una sentencia de Jesús al final del Sermón de la Montaña. Hablando del momento en que habremos de dar cuentas a Dios de lo que hemos hecho en esta vida, dice Jesús que algunos se presentarán aduciendo como méritos para recibir la aprobación divina sus muchas predicaciones, visiones, milagros y exorcismos. Jesús los desconocerá.
“Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?’ Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal’”. Seguramente no fueron coherentes con su fe en su vida secular.
Hay muchas personas que pretenden demostrar su calidad religiosa por su participación en las celebraciones litúrgicas solamente.
Otras pretenden intensificar esa calidad por su interés en lo milagroso, en las apariciones y en los exorcismos. Es fácil encontrar laicos católicos interesados en tener un ministerio en la liturgia de su parroquia. Es mucho más raro encontrar laicos que busquen asesoría para incidir, desde principios morales derivados de la fe y la razón, en la política, en los negocios, en la educación, en la investigación científica; es decir, en las realidades seculares en las que participan.
Los “creyentes”, cuando se mueven en esos campos, frecuentemente ponen su fe “entre paréntesis” para actuar desde convicciones y presupuestos inconsistentes con la moral y la fe cristiana, aunque luego los encontremos de rodillas ante el Cristo de Esquipulas o haciendo alfombras y cargando algún anda en Semana Santa. Se llevarán una sorpresa en el último día.
El cristianismo es, en ese sentido, una religión secular. Incluso el acontecimiento que la establece es un hecho histórico secular, que muestra su sentido religioso solo a quien lo mira con fe. Jesucristo muere como reo falsamente acusado de sublevación política, ejecutado por la autoridad imperial romana en un lugar profano. Por supuesto que el creyente debe participar en el culto y hacer oración.
Algunos se benefician de milagros y hasta de apariciones. Pero la autenticidad del creyente se juega en el campo de la moral secular. Es bueno recordarlo para no perdernos.
Edición Electronica de Prensa Libre
Guatemala Marzo 6, 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario