Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

lunes, 9 de agosto de 2021

Hablemos de juventud







Hola gente linda! Buenas tardes!

Me presento nuevamente, esta vez con el rol cambiado, pero no se preocupen: sigo siendo Matias Wanzenried, solo que ahora estoy como rollista y no como presentador.

Soy de Rafaela, provincia de Santa Fe, en Argentina. Estoy casado con Mariel Bender desde hace más de 7 años. Tenemos dos hijas, que ya vieron en otras oportunidades dando vueltas por Zoom acompañándome. Ellas son Emma, de 6 años y Luci, que el domingo que viene cumple 4.

Les cuento que tuve una infancia y adolescencia muy vinculada a la religiosidad. Fui a un colegio Marista, que me formo intelectualmente como cristiano. En 2010 participé del Cursillo que se realiza en la Diócesis y comenzó el matrimonio entre la teoría que tenía aprendida en la escuela con la práctica que debía llevar adelante. Esto me sirvió para ajustar la visión crítica de mí mismo, y sobre todo para no tener un evangelio a medida de mi actuar.

En 2013, gracias a que participé en un Cursillo de Cursillos, conocí el Carisma Fundacional. Y empezó otra historia. 

Pero hablemos de juventud.

La juventud es, sin dudas, una de las etapas más bellas que el ser humano puede tener. 

Engloba a la adolescencia y, a veces, a la adultez temprana es la edad que precede inmediatamente a la edad adulta y comprende, en general y aunque puede haber variaciones debido a factores ambientales, el rango de edad entre los 15 y los 24 años.

Según una definición, es la etapa que marca el proceso de transformación del niño en adulto, es un período de transición que tiene características peculiares. Se llama adolescencia, porque sus protagonistas son jóvenes que aún no son adultos pero que ya no son niños. Es una etapa de cambios, etapa de descubrimiento de la propia identidad, así como la de autonomía individual. Adolecen estar boyando entre una cosa y la otra.

Recuerdo que en mi adolescencia mi madre siempre me echaba en cara que se había cruzado con alguna amiga o conocida que había estado en contacto conmigo. Y esta amiga o conocida le hacía saber lo educado, lo amoroso, lo correcto que era yo. Y ella me lo echaba en cara por el contraste que vivía en casa. Pero me enseñaron que sea así con la gente, así que creo que estaba más orgullosa que enojada. 

El término juventud también puede referirse a los primeros tiempos en la existencia de algo, y puede ser sinónimo de energía, vigor y frescura.

Es etapa de conocer, aprender y fomentar las bases que sostendrán su propio futuro dependiendo de los valores que le hayan sido inculcados.

En mi caso, les di el ejemplo de los valores que me inculcaron mis viejos para el trato con otras personas pero además, Dios me regalo la maravillosa posibilidad de ser padre. Y ahora me encuentro formando personitas a partir de aquellos valores que me inculcaron mis padres. Y esta etapa es un tanto especial, al menos para mi, porque mis hijas, actúan por imitación y son fiel reflejo de lo que transmitimos. Y eso es algo que llena de orgullo y también me interpela para mantener el rumbo.

Este movimiento es de jóvenes. Eduardo Bonnín lo decía. Este movimiento nació de una inquietud de jóvenes que fue transmitida y compartida con otros jóvenes, con la mirada puesta en el ser personas.

Y los jóvenes necesitan sentirse cercanos a cada uno de ellos, aprender el valor del silencio, aprender el sentido trascendente de la vida. Y esto se logra mediante el estudio, la disciplina, la voluntad, el trabajo, la templanza y no solo en tener “experiencias” para sentirse bien.

Les quiero aclarar que todas las expresiones que voy a compartirles, son sin ánimos de generalizar.

Los jóvenes de hoy día viven en la impresionante carretera de información virtual, con necesidad de lo inmediato, con un creciente deseo de ser conocidos, pero sin el sentido de lo trascendente, donde sus valores se relativizan y dependen de su experiencia personal más que de su formación y conocimientos. Son jóvenes con muchas expresiones afectivas y sexuales que carecen del profundo sentido del amor.

Estos jóvenes quieren menos palabras y más testimonios, quieren elementos prácticos que les lleven a su objetivo, sin pasar por el punto de la reflexión y el estudio, la responsabilidad y el compromiso. Están metidos en las redes sociales, con muchos amigos virtuales, pero muchas veces faltos de amigos reales.

Yo recuerdo que en mi casa nos conectamos a Internet tempranamente, en el año 96, más o menos. Mi papá, que ya está jubilado, trabajó como gerente de sistemas de una empresa local. Y producto de sus necesidades laborales y contactos en tecnología, bajamos una conexión a internet. Con el paso de los años me enteré que llegué a preocupar a mis viejos por la cantidad de tiempo que pasaba conectado, muchas veces durante la noche, porque me perdía en el mundo virtual.

Muchos jóvenes están enfrentando problemas sociales en su propio ambiente como lo es la desintegración del núcleo familiar. También enfrentan problemas con presión social como las adicciones y prostitución. Y esto en caldo de cultivo para una bomba, porque una persona que se encuentra definiendo su rumbo, sumado a este tipo de presiones, pueden salir para cualquier lado.

Me pasó hace unas semanas que vinieron a comer mi cuñado y la familia. Tengo un sobrino adolescente que apareció con las uñas pintadas de negro. Charlando con él en inglés, para que el resto no entienda y con la excusa de practicar mi nivel en el idioma, dejó entrever que lo hizo para “pertenecer”, por “presiones” que no interpretó como tales, del grupo de compañeros en el que se mueve. 

De nuevo, no es una generalización, pero enfrentan una crisis de identidad ante un mundo en el que es más importante el tener (o pertenecer) que el ser. Donde las responsabilidades laborales parecería que abruman y estresan para lograr ese objetivo.

Cambié de trabajo hace poco, a principios de este año. Al entrevistador le pareció raro que haya estado tanto tiempo en la misma empresa, porque me compartió que ven que la gente joven está boyando entre distintos trabajos (entre 4 y 5 trabajos) hasta estabilizarse en uno. Lo bueno es que me vio más joven de lo que soy!

Hoy más que nunca los Jóvenes necesitan a Cristo, necesitan un Cristianismo como el que nos apuntaba el Papa Paulo VI: “El cristianismo es una palestra de energía moral, es una escuela de autodominio, es una iniciación en el coraje y en el heroísmo, precisamente porque no teme educar al hombre en la templanza, en el propio control, en la generosidad, en la renuncia, en el sacrificio, y porque sabe y enseña que el hombre verdadero y perfecto, el hombre puro y fuerte, el hombre capaz de actuar y de amar es alumno de la disciplina de Cristo, la disciplina de la Cruz”.

El movimiento de cursillos de cristiandad puede ser la respuesta a todas estas inquietudes si nos acercamos a ellos con amor y con sincero deseo de su bienestar.

Demostrando interés en sus inquietudes, respetando su impulso siempre renovador, alentándolos en sus sueños por un mundo mejor, pero sobre todo dándoles toda la atención que requieren pueden ser una clara invitación a vivir un cursillo de cristiandad. Siempre entendiéndolos como nuestros iguales, no como objetos de mi apostolado.

Vuelvo al ejemplo de antes, cuando me siento a conversar con mis sobrinos mayores, que tiene 15 y 18 años veo justamente eso: compartir mi vida y mostrarme claramente interesado en las suyas, es la forma en que ellos se abren y se expresan con sinceridad.

Hoy día existen muchos maestros de la ley que ignoran que ellos también fueron jóvenes y que ponen muchas trabas a la participación de los jóvenes, no solo en cursillos, sino en muchas otras actividades de la Iglesia.

En mi Diócesis pasa esto. Resulta que invitamos a la gente a que haga Cursillo, les enseñamos a tener fe pero les decimos con nuestras acciones y trabas, que no pueden tener más fe que nosotros, los maestros. Y eso lo hacemos porque luego de su cursillo, tiene que pasar una serie de etapas a modo de pruebas para que en algún momento de su peregrinar puedan dar un rollo.

Como les dije antes: El movimiento de cursillos nace de las inquietudes de un joven, que inspirado por el Espíritu Santo y al ver el comportamiento de sus compañeros del servicio militar se hace la pregunta ¿Les pesa la ley o ignoran la doctrina?

Y esa pregunta sigue vigente hoy día y la respuesta está en nuestras manos resolverla simplemente brindando nuestra sincera amistad a esos jóvenes que andan buscando la razón de su existencia. 

Habría que reavivar nuestras herramientas de perseverancia, reuniones de grupo de amistad, Ultreyas, para que sean foros de experiencias de vida compartida con alegría y optimismo sin caer en las letanías del rezo, de enfermedades y achaques.

El sano convivir de personas de todas las edades, respetando las diferencias de opinión, hará que nos renovemos y podamos presentar al mundo el verdadero triunfalismo del cristianismo vivido al cien por ciento.

A los jóvenes no hay que adoctrinarlos por conceptos, hay que hacer que ellos descubran por si mismos las maravillas de vivir con criterios cristianos dentro de un mundo convulso y auto destructivo como es el que nos ha tocado vivir hoy día. 

Eso implica que hay que acompañarlos, no empujarlos. 

Hay que guiarlos con amor, no con conceptos paternalistas. 

Hay que darles la libertad de ser hijos de Dios y no esclavos de algún grupo.

A veces invitamos a jóvenes al movimiento y terminamos pensando en darles tareas para que se entusiasmen o realizamos acciones propias de jóvenes. Nada de esto está bien, porque si decimos que cursillos es heterogéneo, solo hay que integrar a todos, jóvenes y no tan jóvenes, y cada acción debe ser realizada pensando en todos.

En algunos lugares ha costado mucho la propuesta de llevar jóvenes a cursillo. Sin embargo, luego de hacerlo, los resultados han sorprendido hasta al más incrédulo.

Tampoco se trata de hacer cursillos especializados para jóvenes, ya que es una grave desviación ni organizar actividades exclusivas para atraer jóvenes.

Por ejemplo, en mi Diócesis quienes iniciaron el MCC dispusieron la creación de un movimiento para jóvenes, distinto del Movimiento de Cursillos, porque evidentemente no entendieron ni entienden todavía de lo que se trata esto. 

Muchos sugieren la tecnología actual como medio de acercamiento.

Cuando nos referimos a la tecnología hay que entender la dualidad que conlleva su uso. Mientras que los avances tecnológicos modernos han mejorado bastante nuestras vidas, hay que ser prudentes en su uso. Como en todas las cosas, su uso descuidado puede traer consecuencias negativas. Mientras que para unos, la tecnología ha mejorado sus relaciones, para otros se ha convertido en una forma de adicción, sustituyendo la relación humana e incluso a Dios. 

Escuché una y otra vez mucha gente que parece necesitada de aclarar que este medio no viene a reemplazar el contacto personal. Y eso es así por más que lo aclaren una y otra vez, y no va a dejar de serlo. El tema es que los jóvenes pasan cada vez más tiempo online.

Entonces, la tecnología es ahora una parte permanente de la vida de los jóvenes y de los no tan jóvenes también. Y Pandemia vino a confirmar eso. Sin ir más lejos, nuestra reunión de domingos es consecuencia no solo de una enfermedad global que nos confinó a nuestros hogares, sino también de tener un desarrollo tecnológico adecuado para que esto sea posible. 

Lo lamentable, lo triste, lo paradójico es que, en algunos países, la tecnología, y particularmente el acceso a internet, son de primera adopción mientras que se carece de las necesidades y servicios básicos.

Profundizando un poco en lo que vengo comentando, el impacto de las redes sociales en la vida de los jóvenes no puede ser subestimada. Las redes sociales son una parte significativa de la identidad y del estilo de vida de los jóvenes. Los ambientes digitales tienen un gran potencial para unir personas distantes geográficamente como nunca antes. El intercambio de información, ideales, valores, e intereses comunes es actualmente mucho más posible. El acceso a herramientas de aprendizaje online ha abierto oportunidades educativas para jóvenes en zonas remotas y ha traído el mundo del conocimiento al alcance de un click.

La ambigüedad de la tecnología, sin embargo, se hace evidente cuando lleva a ciertos vicios. Este peligro se manifiesta por medio del aislamiento, la pereza, la desolación y el aburrimiento. Es evidente que los jóvenes del mundo están consumiendo obsesivamente productos virtuales. A pesar de vivir en un mundo híper-conectado, la comunicación entre jóvenes permanece limitada a aquellos que son similares entre sí. Hay una falta de espacios y oportunidades para el encuentro de las diferencias. La cultura sigue influyendo mucho en la vida e ideales de los jóvenes. La llegada de las redes sociales ha traído nuevos desafíos dado el grado de poder que las compañías de estos nuevos medios ejercen sobre la vida de los jóvenes, y los no tan jóvenes también. 

Les sugiero encarecidamente que vean un documental que se llama El dilema de las redes sociales. Está en Netflix, pero seguramente llegará a otras plataformas. No se lo pierdan.

A menudo, los jóvenes tienden a separar su comportamiento online y offline. Es necesario ofrecer a los jóvenes formación sobre cómo vivir su “vida digital”. Las relaciones online pueden volverse inhumanas. Muchas veces los espacios digitales nos ciegan a la vulnerabilidad del otro y obstaculizan la reflexión personal. Por ejemplo, problemas como la pornografía distorsionan la percepción del joven sobre la sexualidad humana. Y cuando la tecnología se usa así, crea una realidad paralela ilusoria que ignora la dignidad humana. 

Es por esto que tenemos que ser astutos en el uso de estas herramientas porque elevan a la enésima potencia nuestra posibilidad de contacto y de transmitirles nuestro mensaje.

En el momento actual, es urgente y necesario que los jóvenes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad sean Dirigentes conscientes de la llamada hecha por parte de Dios a cada uno de ellos, a ser santos, integrados en el Movimiento y en la Iglesia, y comprometidos plenamente para poner al servicio del Señor, y por tanto del mundo, todos los dones recibidos. En particular, los relacionados a la facilidad del uso de las nuevas tecnologías.

Hay un dicho que reza: “Juventud divino tesoro”. Los invito a que no descuidemos este tesoro y lo pongamos al servicio de Dios en la Evangelización del mundo moderno a través del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Y no se sientan excluidos amigos de la tercera edad, porque Facundo Cabral, un cantautor argentino decía: “La juventud no está en la edad sino en el alma.”

De Colores!!!

01082021

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