Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

jueves, 10 de octubre de 2019

¿DIRIGENTES?… O DIRECTIVOS Y FUNCIONARIOS…


Un tema que por su delicadeza y gravedad no es fácil de abordar, pero que no por ello hemos de soslayar, es el relativo al contradictorio como incongruente y nefasto comportamiento de “pseudo dirigentes” (discúlpese la expresión) que en el Cursillo se deshacen y exceden en zalameras atenciones, y fuera de él, una vez en rodaje en el Cuarto Día, se comportan más como funcionarios y directivos, que como dirigentes; más como mayores que como hermanos.
El origen de ésta reflexión que suelo compartir con regular frecuencia, se remonta a mis inicios en Cursillos, y tiene como propósito llamar la atención sobre un espinoso pero sobre todo reprobable asunto.
Y la estilo compartir por dos razones:
PRIMERO, porque al paso del tiempo he podido constatar que mi caso no sólo no fue ocasional, excepcional, ni poco común, sino que, lamentablemente, está más extendido de lo que se piensa. Se repite una y otra vez, cada vez con mayor frecuencia, en prácticamente todas las latitudes donde se ignora, desconoce y tergiversa el Método de Cursillos, donde se saltan olímpicamente lo que los Cursillos son y para lo que son.
Y SEGUNDO, porque de ésta manera (dando testimonio) contribuyo en alguna forma y medida a dar un poco de luz y aliento a quienes como yo, en su momento, se encuentran de pronto naufragando en un mar de confusiones, sin brújula, sin respuestas, sin saber qué hacer, a causa de esa insolente actitud de “los dirigentes”.
ME EXPLICO:
Estarán de acuerdo en que, no hay nada que cale más hondo y profundo en una persona (cursillista o no) que una decepción, una desilusión, un desengaño, una frustración proveniente de quien menos se espera: un amigo, un amor, un familiar, etc… En nuestro caso, de aquellos que con “cantos de sirena” nos enamoran en un Cursillo.
Cuando uno vive el Cursillo con la ilusión, entrega y espíritu de caridad que se nos pide, lo vive uno con la certeza y en la certeza de que lo vive en un ambiente auténtico y real, de franca y verdadera camaradería; entre amigos que lo son de verdad: que entusiasman, ilusionan y contagian a tal grado y de tal manera, que uno cree en verdad y de verdad, que es verdad lo que se hace, dice, vive y convive en los tres días del Cursillo, y lo cree por una simple y sencilla razón, porque cree es verdad-verdad en ellos, “los dirigentes”.
PERO…
Qué pasa, o qué ocurre… cuando lo dicho y hecho, lo vivido y convivido en un Cursillo, una vez vuelto a la cotidiana “realidad”, al contacto con el día a día, el cursillista descubre que lo dicho y hecho, lo vivido y convivido, se esfuma y evapora en ellos: “sus” dirigentes; y se esfuma y diluye al grado de mutar, de trastocar en “algo” muy distinto, contrario, contradictorio y antagónico a lo vivido y convivido.
La respuesta es más que obvia: viene la decepción, la desilusión, la frustración y lo que es peor, surge en el ánimo de los nuevos cursillistas una especie de rencor, de resentimiento, no sólo contra quienes dijeron lo que dijeron, sino también contra lo que dijeron; surge un sentimiento de animadversión al caer en la cuenta de que fueron víctimas de un fraude, un timo, un engaño, una simulación, una vulgar tomada el pelo.
Cuando reflexiono en ello, vienen a mi mente las palabras de Eduardo que, sabedor de las terribles consecuencias que tiene o puede tener un acto así, un comportamiento así, hace énfasis en que, en tratándose de las cosas del Señor y de los amigos: “¡HAY QUE JUGAR LIMPIO!”
Esto que hasta aquí ha quedado dicho, por supuesto tiene explicación, origen y, lo más importante: solución.
La explicación y origen no puede ser otra: sucede, cuando se sesga la esencia, mentalidad, finalidad y sistemática del Método; cuando se le lleva por derroteros que no son suyos; cuando lo que se busca es enfervorizar y engordar una clientela obsecuente, a modo.
Cuando esto es así, imposible posibilitar el pretendido proceso de conversión de ir de menos a más y mejor, a fondo perdido y plazo eterno, que posibilita un auténtico y verdadero Cursillo.
Cuando esto es así, uno no puede sino pensar que en un cursillo sucedáneo, los “dirigentes” se preparan “al vapor”, sobre las rodillas...
- para representar una especie de escenificación teatral de tres días;
- para dar y causar una efímera buena impresión temporal;
- para impactar al respetable;
- para apantallar y deslumbrar, no para iluminar.
Cuando es sabido que se trata de mover, remover; de conmover y emocionar, no conmocionar.
En Cursillos nada se improvisa, todo está previsto… hasta lo imprevisto.
Sirvan, pues, éstos comentarios (no es otro nuestro propósito), para invitar a reflexionar sobre la importancia y trascendencia que tiene...
PRIMERO, que un Cursillo sea un genuino Cursillo, esencialmente vivencial, testimonial, no formativo, no informativo, no uniformativo;
SEGUNDO, que quienes van a un Cursillo en condición de “profesores”, lo hagan en calidad de testigos, no de maestros, ni mucho menos de suprema autoridad.
Se trata de que vayan a dar testimonio de vida, con su vida en la vida; no a dar conferencias ni a dictar cátedra.
A MANERA DE COLOFÓN…
Es de vital importancia que quienes deciden “motu proprio” (libre y voluntariamente) servir al Señor al interior del Movimiento, caigan en la cuenta del importantísimo papel que representa actuar como “profesores” en un Cursillo.
Y por lo tanto, del irreversible daño moral y espiritual que una actitud y desempeño contradictorio e incongruente puede ocasionar a la persona que con el corazón roto en pedazos se acerca al Señor, a través del Cursillo, en busca de luz, cobijo y sosiego, tal vez como última esperanza…
Una actuación de tal envergadura y magnitud, obliga a quienes deciden “motu proprio” servir al Señor al interior del Movimiento, conocer QUÉ son los verdaderos Cursillos y PARA QUÉ realmente son...
Y por lo tanto, es de elemental sentido común que, quien está a cargo de la organización, preparación y desarrollo de un Cursillo, entiéndase EL RECTOR en turno (no el Secretariado ni ninguna otra peregrina fórmula que lo único que hace es burocratizar y estorbar), se tome la molestia de seleccionar, preparar e integrar en un mismo y solo espíritu al Equipo de Dirigentes, a quienes van a un Cursillo en calidad de “profesores”.
Y que lo haga conforme a los criterios previstos en el Método...
No en base a caprichos, ocurrencias, ni por “recomendación” o influencia de nadie.
NO EN BALDE (y no por fastidiar), estimados amigos… es que con regular frecuencia intentamos llamar su atención sobre uno de los principales problemas que tenemos en Cursillos:
LOS SECRETARIADOS que, al margen del Carisma Fundacional, se comportan más como “torres de mando”, que como “unidades de servicio”.
A lo que lamentablemente hemos de sumar: “dirigentes” que se comportan más como funcionarios y directivos de empresa, que como dirigentes; más como mayores, que como hermanos.
¡DE COLORES!...
Toty

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