Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

domingo, 6 de enero de 2013

Cuando un dirigente del MCC renuncia


Cuando un dirigente renuncia porque no puede ser amigo de todos sus compañeros, quizás no le explicaron que la amistad en el MCC debe entenderse como una atmósfera y no como una relación obligada de todos con todos.

Cuando un dirigente renuncia porque se ofendió por alguna expresión de los demás, quizás no le explicaron que el MCC es una escuela de vida, donde no cabe la hipersensibilidad, porque todo el espacio está ocupado por la tolerancia.

Cuando un dirigente renuncia porque el monto de la cuota no es acorde con su presupuesto (por defecto o por exceso) quizás no le explicaron que el MCC es un corte transversal de su comunidad y que esto es válido también en lo económico.

Cuando un dirigente renuncia porque no le hicieron justicia a la hora de repartir los cargos, quizás no le explicaron que en el MCC no hay “carrera”, que todos los cargos son puestos transitorios de servicio, que en el MCC “no se consigue, se da”.

Cuando un dirigente renuncia por falta de información (no me lo dijeron, no me avisaron, no me enteré) quizás no le explicaron que todos los dirigentes tienen a su alcance toda la información, que lo único que se requiere es consultarla porque el proceso de comunicación precisa además de emisores creativos, receptores activos.

Cuando un dirigente renuncia porque viaja mucho o tiene poco tiempo y no puede hacer cosas, quizás no le explicaron que el MCC es ante todo un fenómeno individual y recién después un fenómeno colectivo (una importante diferencia con otras instituciones parecidas) que en nuestra escuela se es dirigente las 24 horas del día y no sólo durante la reunión semanal.

Cuando un dirigente renuncia porque el MCC hace poco en su comunidad, quizás no le explicaron que el MCC hace filantropía, pero no es una institución filantrópica, que el MCC hace caridad pero no es una institución caritativa, que el MCC hace cosas pero que su misión es hacer gente cristiana, como alguien dijo: “Las buenas obras no son lo único que existe en el MCC, las buenas obras son sólo expresión de algo que yace detrás.”

Cuando un dirigente renuncia porque las conductas de algunos dirigentes no tienen – a su criterio – las características acordes a nuestros principios en un ciento por ciento, quizás no le explicaron que el MCC está formado por hombres, no por ángeles, por hombres que tienen conciencia de su imperfección y el deseo de mejorar tal condición. Que el MCC más que un cónclave de perfectos es un campo de entrenamiento para perfeccionarse.

Cuando un dirigente renuncia porque la Escuela no atiende suficientemente los problemas del hambre y la salud, quizás no le explicaron que la misión del MCC es atender la dignidad del hombre y que la dignidad del hombre pasa por el hombre y la salud pero no se agota allí.

Cuando un dirigente renuncia porque no le dejaron actuar o no requirieron su participación, quizás no le explicaron que lo genial en el MCC es la acción individual, que el voluntariado en la escuela y en el MCC se dan por añadidura, que ser convocado puede facilitar la tarea pero que no serlo no es pretexto para no participar. Que en el MCC no cabe lo de “si precisas una mano me avisas”. Nadie debe avisarnos que se nos precisa, es nuestra tarea darnos cuenta.

Publicado en la Escuela Virtual de Dirigentes de Cursillos de Cristiandad



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