Autor: Rodolfo Letona C
El breve pontificio mediante el cual el Papa Pablo VI nombró a San Pablo Patrono de los Cursillos de Cristiandad, fue, a no dudar, otra inspiración del Espíritu Santo para consolidar la vigencia del MCC en la Iglesia. La figura de San Pablo llamado el “apóstol de los gentiles” por su actividad evangelizadora, debe de inspirar constantemente la vertebración de las ideas y acciones prevalecientes en el “metro cuadrado móvil” de cada cursillista.
Durante esta sexta semana de Pascua, en la lectura de los Hechos de los Apóstoles, especialmente en la narración de San Lucas sobre el Concilio de Jerusalén, en cual se acordó que los gentiles cristianos no pasaran por las normas del judaísmo como medio de obtener la salvación, se destaca la figura del patrono y la de su acompañante, Bernabé. En Hechos 15 se describe ricamente este acontecimiento.
En una de las homilías que escuché, se mencionaba que la solución propuesta por Santiago no fue efectiva inmediatamente debido a que los “judaizantes” marchaban a la zaga de San Pablo, prácticamente desconcertando a las personas con un mensaje contrario y confuso. En este sentido citaba especialmente el capítulo 3 de la carta a los Gálatas. La expresión que utilizó San Pablo para recriminarles es impresionante: “¡Qué tontos son ustedes gálatas! ¿Cómo se han dejado hipnotizar después de que se les presentó a Cristo Jesús crucificado, como si lo vieran?”
Esa homilía me hizo meditar sobre lo que ocurre actualmente en nuestro querido movimiento. Si el cursillo al que asistimos llenó su objetivo: “encuentro con uno mismo, encuentro con Cristo, encuentro con los hermanos”, todo ello bajo la invocación al Espíritu Santo, ¿cómo es posible que ahora se atienda a los modernos judaizantes? Digo modernos judaizantes porque considero que, quienes se han dedicado a denostar la figura de Eduardo como único fundador de los cursillos, actúan de la misma forma que aquellos que deseaban ser circuncidados y que lo fueran sus seguidores.
Querer negar que fuera Eduardo la persona escogida por el Espíritu Santo para depositar en él Su inspiración para darle vida a Cursillos de Cristiandad equivale, en mi apreciación, a querer “circuncidar” a los cursillistas, hacerlos volver a lo de siempre, con los de siempre, para seguir haciendo lo de siempre. En igual forma en que actuaban los judaizantes en la época de San Pablo, actúan ahora quienes representan a los que, desde un principio, en palabras de Eduardo, “secuestraron el movimiento”.
¿Será que de veras se le quiere corregir la plana al Espíritu Santo? Ya se ha repetido varias veces que esto en sí constituye un grave pecado. Me pregunto si los hermanos judaizantes del momento han tomado conciencia de tal cosa. Quienes estamos en la otra orilla, los autobautizados leprosos, no podemos ni debemos permitir que esto siga ocurriendo. Vayamos valientemente a estos hermanos nuestros con el ímpetu de nuestro patrono y hagámosles ver su gran error, no caigamos en la apatía o en el “no se puede hacer nada”.
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