Al
considerar a Eduardo como fundador (nombre que se da a quien recibe el carisma
que orienta las congregaciones y movimientos eclesiales), y como primer
Cursillo al de 1944, no estamos haciendo una cuestión de nombres o de fechas,
sino de pureza del Carisma original que él plasma, desde ese cursillo, en los
Cursillos de Cristiandad.
La primera
inspiración que ilumina a Eduardo es palpar, como experiencia personal, el
cambio que ocurre en personas y ambientes de cristianos paganizados, cuando se
da en ellos la presencia amistosa de un “aprendiz de cristiano”. Su fe, que
siempre será pobre, pero vivida con alegría, convicción firme y decidida,
transmite la “presencia” de Cristo en la normalidad de una amistad personal
sincera y libre con las personas de sus ambientes. Es la obra del Espíritu,
sin “proyectos” de evangelización, porque el amor de Dios, vivido y
transmitido por medio del amor fraterno es el primero y necesario camino para
la conversión.
Ese fue en
el alma de Eduardo el primer paso de la obra del Espíritu Santo en él, y el
fundamento del Carisma de los Cursillos, que es inspirado sólo a él y a nadie
más.
A esta
inspiración se une su experiencia de la eficacia de los Cursillos de
Adelantados de Peregrinos, para la conversión hacia una fe auténtica y la
vivencia de lo fundamental cristiano: el amor de Dios que infunde la gracia, y
se derrama en amor, y hace amigos, a quienes se relacionan con uno.
De allí la
inspiración de unir la eficacia de las dos realidades comprobadas - la
influencia de un cristiano en sus ambientes y la eficacia de estos Cursillos-,
concretada a través del rollo “Estudio del ambiente”.
Esta idea
fue pensada y rezada en una “Reunión de grupo” con sus amigos, para
concretarla en el cursillo de 1944 en Cala Figuera, el primero donde este rollo
bifurca a aquellos Cursillos con una orientación diferente. Esta RG fué, a mi
modo de ver, el primer elemento del método, antes del primer cursillo, y se
constituye en algo esencial al MCC, sin el cual no es verdadero ni completo.
Estos nuevos
Cursillos no eliminaron los otros de la Acción Católica, pero ya no son un
servicio hacia la vida interior de la Iglesia preparando la peregrinación a
Santiago. Sin estar orientados de esa manera, sin embargo siguen aportando a
las comunidades de la Iglesia la conversión personal de muchos “alejados” que
se reincorporan a ellas. Los nuevos cursillos se orientan según su carisma a
la evangelización de los ambientes personales de cada uno, viviendo “en
cristiano” en ellos, en amistad y servicio fraterno con todos, según aquella
inspiración carismática inicial de Eduardo.
Así, de
aquella Reunión de Grupo de amigos y el rollo “Estudio del ambiente”,
insertado en el esquema de los Cursillos de Adelantados, tenemos la raíz
concreta tanto del Carisma como del Método de los Cursillos, después llamados “de
cristiandad”. Luego de aquel primer Cursillo se van ajustando los otros rollos
de los Cursillos de Adelantados a este Nuevo carisma, y se agregan algunos
nuevos que fundamentan teológicamente el carisma, con lo que el esquema se
redondea y completa hasta hoy.
Así, los
Cursillos se convierten en la pieza inicial y central de un nuevo camino de
conversion, por la experiencia del amor de Dios vivenciada en amistad fraterna,
que se orienta a vivir la mision personal de cada cristiano, “en el mundo, sin
ser del mundo”.
La
preparación y el desarrollo de cada Cursillo se hace también por una Reunión
de Grupo formada para esa finalidad, como lo fue la primera, armada con
dirigentes que vivan el carisma del MCC, el que recibieron en sus Cursillos y
desarrollaron en la vida común de cada día.
Todo
Cursillo desarrollado de esta manera está orientado y guiado por el Espíritu
Santo, en un ambiente fraterno de fe, oración y vida sacramental: No es sólo
transmitir contenidos y confrontarlos con la vida compartida, sino que va
abriendo el corazón de cada participante a la gracia, para que el Espíritu
pueda infundir en sus vidas el mismo carisma evangelizador origonal, el que
viven sus dirigentes.
Pero si el
movimiento no vive su carisma ni lo llevan sus dirigentes, los cursillos no
darán los frutos carismáticos para los que el Señor los propuso a Bonnín y
sus iniciadores. Podrán ser muy valiosos para la Iglesia y las personas que
participen en ellos, pero no son Cursillo de Cristiandad.
En el
Cursillo, a partir del proceso de conversión, empieza la propuesta de la
evangelización de los ambientes por el carisma propio y por el método que el
MCC desarrolla y propone. Si nos centramos en la conversión y no en el carisma
MCC, nos estamos quedando a mitad del camino y el Cursillo no logra el objetivo
para el que fue inspirado.
Para que los
Cursillos cumplieran su finalidad, se comprendió la necesidad de armar dentro
del método, un primer tiempo de elección y preparación de los que son
invitados a participar. Es el Precursillo, con la elección de los que están
insertados en sus ambientes, mirando en particular a los alejados de la vida
eclesial, para que nadie quede fuera de la experiencia viva del amor de Dios.
Es el tiempo para lograr que el invitado al Cursillo lo aproveche íntegro para
recibir su carisma, y lo continúe con un compromiso evangelizador fuerte y
permanente. Por eso es necesario que llegue con el deseo libre de vivirlo a
fondo desde el primer momento, incentivado por el trato de amistad con quien lo
invita, su padrino o madrina.
La Reunión
de Grupo y la Ultreya son el tercer tiempo del método, el “Cuarto Día”. La RG
madura la vivencia y la proyección del Cursillo a la vida diaria, en una
pequeña comunidad de amigos que viven el carisma en sus ambientes, en la que
comparten hasta la intimidad de la vida personal, y se acompañan y ayudan en
todo.
Ultreya es
todo el grupo de los que viven el carisma de los Cursillos, en la amistad de la
vida compartida, “en la calle”, que se celebra en Reuniones de Ultreya
frecuentes, que responden al deseo y la necesidad de compartir, con los amigos
y junto a Jesús, la experiencia cristiana de lo que pasa a nuestro alrededor.
Las dos nos
alimentan, animan y ayudan a crecer siempre, en la vida Cristiana y la mision
de evangelizar. Así se incorporan estas reuniones al método, y con ellas los
Cursillos terminan de definirse como un Movimiento nuevo, con un carisma propio
único y un método que lo hace eficaz.
Yo veo en el
relato del Evangelio de San Lucas (10,1-12.17-24) un fundamento evangélico del
MCC: discípulos que se convierten a Jesús, y que él envía a anunciarlo
entre la gente de dos en dos, en “RG”, y que regresan y se unen a Jesús en la
primera “Ultreya”, para compartir lo que ocurre al ir en su Nombre, y alegrarse
juntos por sus frutos. Es el único momento en que los Evangelios nos muestran
que Jesús “se estremeció de gozo” junto con ellos, y alabó y agradeció al
Padre que tomara gente común, del pueblo, para manifestar sus maravillas.
Los
Cursillos son la inspiración del Espíritu Santo, para que quienes lo hacen experimenten
el amor de Dios, en un encuentro profundo con sus vidas, con Jesús, y con una
comunidad fraternal de discípulos-misioneros, para ser uno más de ellos y
anunciar a Cristo a quienes viven en el mundo. Como movimiento, no está
inspirado ni pensado para intervenir en las estructuras sociales del mundo, ni
para ser parte de la pastoral orgánica de la Iglesia, aunque está totalmente
adherido y al servicio de ella, en communión y obediencia filial con el Obispo
diocesano. Por eso no tiene ni debe tener ninguna “estructura” para eso. Los
núcleos que lo integran: RG, Ultreya, equipos de Cursillos, Escuelas de
Servicio, Secretariados, etc, no son “estructuras” sino grupos fraternos que se
organizan para sustentar la vida de los Cursillos y su proyección, y para
animar la Ultreya en su vida Cristiana y su mision de evangelizer. Pretender
crear “estructuras” para otros fines es desvirtuar y complicar la simplicidad
que Dios le ha querido dar a su carisma.
Estas son
también las bases para la formación de sus dirigentes, los que recibieron el
carisma original en su Cursillo y lo viven en lo común de su vida diaria,
despojados de toda otra connotación que no sea más que la fidelidad a Cristo
y a su Iglesia, la unión vital a María, la unión sacramental y fraternal con
la comunidad cristianaRaul Gardey
Diacono Permanente
Vice Asesor Arquidiócesis Bahía Blanca, ARGENTINA