Esta vez Jaime y Miguel se vieron de nuevo en el bar de siempre, que estaba casi a igual distancia del domicilio de los dos. Se sentaron y, como siempre, pidieron un café.
- Vistos la Reunión de Grupo y la Ultreya, supongo que no debe quedar mucho por conocer de los Cursillos.
- ¡Hombre!- contestó Jaime- realmente la Reunión de Grupo y la Ultreya son los dos pilares fundamentales que se necesitan para que un cursillista empiece a funcionar, pero existen otros temas cuyo conocimiento ayuda mucho a seguir en el camino emprendido.
- ¿Por ejemplo...?- preguntó Miguel
- Hoy me gustaría que hablásemos un poco de cuatro cuestiones que pueden ir juntas: esencia, finalidad, mentalidad y estilo de los Cursillos de Cristiandad.
- ¿Y esto no es un poco "elevado"?- preguntó Miguel remarcando esta última palabra.
- Ya verás como no es así. El único peligro podría ser que el que lo explica quisiera dárselas de intelectual y empezara a emplear palabras raras. Si esto me ocurriera a mí, me avisas.
- Descuida, que lo haré - contestó Miguel sonriendo.
- Vayamos por orden, pues. Empecemos por la esencia. Yo diría que la esencia es el contenido más vivo y vital de los Cursillos. Tú, que ya empiezas a conocerlos, entenderás la siguiente definición: los Cursillos constituyen un método encaminado a la comunicación jubilosa de ser cristiano. Hemos de demostrar al mundo que el Cristianismo es alegría, confianza y una continua acción de gracias.
Ten en cuenta que la mejor manera de hacer candidatos para ir a un Cursillo es que alguien te diga: "Estoy sorprendido por verte siempre tan feliz. Algo te ha sucedido. Dime lo que tengo que hacer para que me pase lo mismo que a tí".
- Te comprendo, Jaime. Esto vale más que todos los sermones.
- En el fondo no se trata más que de pasar de la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo a vivirla, a pasarla a la vida en vivo y en directo.
- En cuanto a la finalidad, casi me parece que la adivino.
- Claro. Lo primero que debemos preguntarnos es qué problemas queremos resolver. Los hombres parecen muy diferentes si comparamos diversas culturas y tiempos, pero, en el fondo, todos huyen de sus miedos y se dirigen hacia sus aspiraciones; y nosotros debemos ofrecerles un ideal capaz de satisfacerles. Nuestra finalidad es ofrecer al hombre un cauce para su transformación para que él pueda después transformar al mundo. El mundo se transforma si cada uno de nosotros transforma el metro cuadrado donde le ha tocado vivir.
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