Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

viernes, 4 de febrero de 2011

OVEJAS SIN PASTOR


Jesús lo vivía todo desde la compasión. Era su manera de ser, su primera reacción ante las personas. No sabía mirar a nadie con indiferencia. No soportaba ver a las personas sufriendo. Era algo superior a sus fuerzas. Así fue recordado por las primeras generaciones cristianas.

Pero los evangelistas dicen algo más. A Jesús no le conmueven sólo las personas concretas que encuentra en su camino: los enfermos que le buscan, los indeseables que se le acercan, los niños a los que nadie abraza. Siente compasión por la gente que vive desorientada y no tiene quien la guíe y alimente.

El evangelista Marcos describe lo que sucedió en alguna ocasión junto al lago de Galilea. De todas las aldeas llegaron corriendo al lugar en el que iba a desembarcar Jesús. Al ver a toda aquella gente, Jesús reacciona como siempre: «sintió compasión porque andaban como ovejas sin pastor».

La imagen es patética. Jesús parece estar recordando las palabras pronunciadas por el profeta Ezequiel seis siglos antes: en el pueblo de Dios hay ovejas que viven sin pastor: ovejas «débiles» a las que nadie conforta; ovejas «enfermas» a las que nadie cura; ovejas «heridas» a las que nadie venda. Hay también ovejas «descarriadas» a las que nadie se acerca y ovejas «perdidas» a las que nadie busca (Ezequiel 34).

Mientras nosotros analizamos las causas del deterioro social y de la crisis eclesial; mientras discutimos sobre la posición que ha de tomar la Iglesia en una sociedad secularizada; mientras nos descalificamos unos a otros y condenamos fácilmente todo lo que nos irrita, hay entre nosotros muchas, muchísimas «ovejas sin pastor».

Gente sola a la que nadie tiene tiempo de escuchar. Esposas y esposos que sufren impotentes y sin ayuda alguna el derrumbamiento de su amor. Jóvenes que abortan presionadas por el miedo y la inseguridad, sin el apoyo y la comprensión de nadie. Personas que sufren secretamente su incapacidad para salir de una vida indigna. Alejados que desean reavivar su fe y no saben a quien acudir ¿Quién despertará entre nosotros la compasión? ¿Quién dará a la Iglesia un rostro más parecido al de Jesús?

José Antonio Pagola

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