Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

sábado, 16 de diciembre de 2017

ENTORNO DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA EN LAS DÉCADAS DE 1960 A 1980, y su incidencia en la definición del MCC sugerida en 1968 y aprobada en 1970.
Autor: Rodolfo Letona C.

En la búsqueda de porqué a lo largo del camino recorrido por el MCC desde 1944 hasta 1968 se optó por proponer y luego aceptar una descripción del  mismo, que su fundador Eduardo Bonnín llama “desacertada”, creo que vale la  pena hacer un ‘flash back’, dicen los escritores, para saber cuál era la situación prevaleciente en la Iglesia Latinoamericana en ese preciso momento.

En calidad de referencia he tomado la publicación del Secretariado Nacional de España, “Cursillos de Cristiandad Abiertos al Futuro”, y las publicaciones del CELAM alrededor de la II y III conferencias del episcopado latinoamericano, realizadas la primera en Medellín, Colombia, y la segunda en Puebla, México, por considerar que la influencia de ambos eventos en el tema a discusión fue decisiva en su momento.

Así,

1. En 1955 se realiza la Primera Conferencia General del Episcopado Latino-americano en Río de Janeiro, Brasil.
Contexto Histórico y Social:
1.1 América Latina es el 25% del mundo católico y la Iglesia universal centra su atención en ella.
1.2 Primera toma de conciencia de los graves problemas sociales que se generan en un continente rico en bienes de la naturaleza, pero donde no todos los disfrutan.
1.3 Rápida transformación de las estructuras sociales debido al proceso de industrialización.
1.4 Frente a la escasez de clero: movilizar a religiosos, así como a auxiliares laicos.
Aporte al pensamiento social de la Iglesia:
1.5 Intensificar apostolado a través de los medios de comunicación social.
1.6 Los obispos incentivan el trabajo de los laicos y les animan a converger hacia el objetivo de la instrucción religiosa.
1.7 Acción de los laicos en la “elevación de las clases necesitadas”.
1.8 Se toman los primeros pasos para formar la identidad de la Iglesia Latino-americana, creando el CELAM.

2. En 1968 se realiza la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia.
Contexto Histórico y Social:
2.1 Inicio en América Latina de los procesos radicales de transformación en lo económico y político.
2.2 Se agudiza la situación económica de las clases populares.
2.3 Se redefine la relación Iglesia-mundo,  resultado del Concilio Vaticano II.
2.4 La Conferencia coloca a la Iglesia frente a las situaciones de injusticia y al proceso de transformación que vive el continente
Aporte al pensamiento social de la Iglesia:
2.5 Se centra la transformación en una profunda conversión personal y social, a fin de que llegue el Reino de Justicia, de Amor y de Paz.
2.6 Hay que formar un hombre nuevo que sea agente de un auténtico cambio social con líneas de acción concretas.
2.7 Organizar al pueblo en comunidades eclesiales de base.
2.8 Se identifica con las clases pobres y explotadas y se compromete en promover y apoyar sus organizaciones de base.
2.9 Define su misión como una de anuncio del Reino y de denuncia de las injusticias.
2.10 Estimula el pensamiento original en América Latina.
2.11 Desarrolla las comunidades eclesiales de base.
2.12 Crea una conciencia colectiva para la transformación de las estructuras.
2.13 Elabora opciones pastorales y líneas de acción de compromiso para los cristianos.
2.14 Se adapta la evangelización de los pueblos y sus elites a través de la catequesis y la liturgia.

Fue en este contexto que nace y se desarrolla la definición del movimiento propuesta en Bogotá, Colombia, en 1968 y luego ratificada en Tlaxcala, México, en 1970.   Leyendo y estudiando lo anterior, es fácil comprender la razón de haber introducido “la creación de núcleos de cristianos que vayan fermentando de Evangelio los ambientes” en la definición del MCC. [ ver los resaltados y subrayados ].

Un Episcopado Latinoamericano preocupado con los aspectos señalados, no podía menos que llegar a las conclusiones expresadas. Normalmente no ha sido la Jerarquía, sino que los sacerdotes nombrados para ser los consiliarios, directores espirituales o asesores de los laicos, quienes han influido en el ánimo de los seglares para orientar o bien elaborar opciones pastorales y líneas de acción de compromiso para los cristianos.
Tal debió de haber sido la participación de los sacerdotes a cargo de los movimientos de apostolado seglar en los distintos países. Especialmente en el caso de Cursillos de Cristiandad, siendo este uno de los pocos movimientos existentes en ese momento y el único con proyección ambiental.
Debió haberles parecido que no podían “desperdiciar” a aquellos hombres y mujeres, que recién salidos del Cursillo, se hacían notar inmediatamente en las parroquias por su desenfado, su oración a viva voz, la frecuencia en recibir los sacramentos, etc.
Si a ello se agrega que una de las decisiones de la Conferencia de Medellín era organizar al pueblo en comunidades eclesiales de base, y la otra desarrollar las comunidades eclesiales de base, líderes natos tendrían que ser los cursillistas. ¿Respetar el Carisma Fundacional? Quizá no había conciencia de tal cosa, además Eduardo Bonnín y compañeros habían sido prácticamente silenciados, el Obispo Hervás había sido removido de su sede insular en Mallorca y trasladado al continente, el movimiento no había sufrido aún la expansión que vino después, era relativamente nuevo en Latinoamérica.

Sin embargo, dos años antes el Santo Padre, Pablo VI, con motivo de la 1ª. Ultreya Mundial en Roma, el 28 de mayo de 1966 se había expresado así:

”Cursillos de Cristiandad:  ésa es la palabra, acrisolada en la experiencia, acreditada en sus frutos, que hoy recorre, con carta de ciudadanía, los caminos del mundo. Y es esa ya universal expresión el resorte mágico que en este día os convoca a Roma.
¿Para qué?
Para actuar con ello en vosotros el sentido peregrinante que da estilo a vuestro método; para saturar vuestro espíritu en el cristianismo primitivo de la Roma sacra; para percibir con mayor intensidad en vuestras vidas el misterio de Cristo presente en Pedro; para tomar conciencia de ser Iglesia; para dejaros enardecer por la fascinación del momento pentecostal que, con el Concilio, la ha invadido en su realidad profunda y en sus movimientos y manifestaciones vitales.
¡Cristo, la Iglesia, el Concilio! ¡Qué larga conversación la que abren estos temas! Dejadnos deciros una palabra del primero; de los otros dos os sugeriremos unas breves reflexiones.
... Mas, si cambian los tiempos y algunos métodos envejecen, si surgen nuevas manifestaciones del espíritu, la tarea permanente del laico seguirá siendo la inserción del cristianismo en la vida, mediante el encuentro personal con Dios y en la comunión con los hermanos. El seglar, al formarse en cristiano, reforma su mentalidad y conforma su vida con la imagen de Cristo, por medio de la fe, la esperanza y la caridad; transforma, actuando en plena responsabilidad propia, las estructuras temporales en las que está inmerso; guiado en su acción por la mirada de Cristo, trata de rehacer continuamente el mundo, según el plan y designio de Dios”.

¡No cabe duda, Pablo VI sí entendía el Carisma Fundacional del Movimiento de Cursillos de Cristiandad!, contrario a lo que ocurría en Latinoamérica.

Una de las Ponencias de la II Conferencia General del Episcopado Latino-americano: “Pastoral de Masas y Pastoral de Elites”, de Mons. Luís Eduardo Henríquez, a la sazón Presidente del Departamento de Seminarios del CELAM, presenta un análisis de la situación del continente. Es interesante la forma en que se presenta el reto evangelizador para la Iglesia.
En cuanto a la incidencia del pensamiento de los Obispos en la definición del MCC que se comenta, vale citar del numeral 6, Grupos o Comunidades de Base, del título D. Métodos y Medios Pastorales, lo siguiente:

”[...] Así como en las otras agrupaciones, políticas, sindicales, etc., la función de los líderes es indiscutible, igualmente la masa (¿?) católica debe ser impulsada y guiada por líderes y grupos fervientes que encuadren y sostengan la vida cristiana en el pueblo. [...] Las estructuras pastorales para ser dinámicas y eficaces, requieren grupos cristianos fervientes que sean como la base y el sostén de la práctica cristiana de la base.
El peligro de estos grupos o pequeñas comunidades, especialmente si se establecieren con poca o casi ninguna vinculación a las estructuras eclesiales es el de convertirse en círculos de amistad, unidos por un vínculo humano, fundado en la simpatía, más que en verdaderos núcleos eclesiales”.

Para el lector interesado, recomiendo leer las CONCLUSIONES de la II Conferencia ya citada, especialmente el capítulo 10:   Movimientos de Laicos, título II Criterios teológico-pastorales; ahí se encuentra la base del razonamiento sobre la misión de los laicos en la Iglesia, aunque “Gozo y Esperanza”, GS, y “Luz de las Gentes”, LM, dicen una cosa similar sobre la “vocación de los laicos en el interior y no fuera de su propio compromiso temporal”,  Medellín concluye que “el compromiso de los laicos tiene mayor transparencia de signo y mayor densidad eclesial cuando se apoya en el testimonio de equipos o comunidades de fe”.
Sin embargo, años más tarde en la III Conferencia General del Episcopado Latino-americano realizada en Puebla, México, en enero de 1979, se reconocía que después de Medellín, la Iglesia Latinoamericana en su conjunto ha ”tenido experiencias positivas y avances [...] y ha sufrido dificultades y crisis”.

En la Tercera Parte del Documento, en el capítulo 3. LAICOS, numeral 784 se lee:    “ Así mismo, la efectiva promoción del laicado se ve impedida muchas veces por la persistencia de cierta mentalidad clerical en numerosos agentes pastorales, clérigos e incluso laicos”.   Sigue el numeral 785: “Este contexto social y eclesial así descrito, ha dificultado la participación activa y responsable de los laicos en campos tan importantes como el político, el social y el cultural, particularmente en los sectores obreros y campesinos”.

Es rico el contenido de los numerales 786 a 793, el cual concluye: “...los laicos no pueden eximirse de un serio compromiso en la promoción de la justicia y el bien común, iluminados siempre por la fe, guiados por el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, pero orientados a la vez por la inteligencia y la aptitud para la acción eficaz”.

Recordemos la frase: “Hombre de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombre del mundo en el corazón de la Iglesia”, que tanto nos entusiasmó a todos.

La lectura del libro de E. Bonnín “Historia de un Carisma” arroja luces sobre estos hechos, los que deberían ser tomados en cuenta por quien, seriamente, desee “bucear” en las circunstancias que rodearon los acontecimientos que desembocaron en la propuesta de definición que ahora resulta ser piedra de tropiezo entre el fundador del movimiento, Eduardo Bonnín, y quienes han venido luego a querer corregir la finalidad inicial, nacida de una clara intervención del Espíritu Santo, para adaptarla a circunstancias particulares.

Lo que más daño ha causado al movimiento ha sido que, tal como lo dice EB, el Carisma Fundacional y lo que de él se deriva: la finalidad, la estrategia y el método, han sido discutidos y puestos a votación por quienes, sin conocer el MCC, han querido actuar dejando al margen a los referentes más connotados: Eduardo Bonnín y el Secretariado Diocesano de Mallorca.

Para quien comprende, no por sí sino por la luz del Espíritu Santo, el Carisma Fundacional, fácilmente entiende que éste no puede ni cambiarse ni manosearse, so pena de desvirtuar totalmente el movimiento. A la pregunta que muchos se hacían sobre qué pasaría cuando el Señor llamara a su quinto día a Eduardo, la respuesta es fácil, Eduardo depositó el Carisma en la Fundación Eduardo Bonnín Aguilló, FEBA, lo que no es distinto de lo que ha ocurrido en otros ámbitos y quizá de otra manera, con los carisma de las distintas órdenes religiosas que todos conocemos.

En vista de lo anterior, el Equipo de Dirigentes que participó en la realización del II Encuentro Nacional de Dirigentes, celebrado del 2 al 4 de Julio de 2004, en la Casa El Peregrino de la Arquidiócesis de Guatemala, hizo la siguiente propuesta:

”Todos los dirigentes del movimiento de Cursillos de Cristiandad deberíamos ahondar, seriamente ‘con ojos abiertos y corazón palpitante’, en el espíritu que llevó a la redacción de la definición del Movimiento en 1968, modificada luego con motivo de la segunda redacción de Ideas Fundamentales del MCC. De ser posible, se debería investigar si aún se puede contar con la opinión de quienes dieron su aporte en esas dos oportunidades, para la redacción inicial y posterior modificación.

A pesar de los años transcurridos, es importante contar con la opinión de esos dirigentes, seglares y sacerdotes, para desvanecer las dudas que aún subsisten en torno al porqué de la inclusión de los ‘núcleos de cristianos’ en la definición del movimiento. Creemos que de esta manera se estará coadyuvando a evitar los enredos, entuertos y confusiones que de alguna manera están causando división entre los dirigentes del MCC.

Lo que menos se desea es una confrontación dentro del movimiento y sí una labor de discernimiento, un diálogo fraterno encaminado a la búsqueda de la unidad. Es oportuno recordar lo acontecido y aprobado durante el ‘Encuentro Fraterno de Mallorca’ en noviembre de 2003 y arrancar desde esa plataforma”.

Este problema tiene sus años. Como prueba citamos las palabras del P. Mario Balbiani, Asesor Nacional, en la Meditación compartida con ocasión del I Encuentro Nacional de Dirigentes, Guatemala marzo-abril 2001, por considerar que reflejan el sentir de muchos dirigentes y son atinentes al momento que se vive:
<<¿Qué es lo que no puede cambiar?...el carisma...la finalidad para la cual fue creado e inventado por los fundadores (sic)...Ellos han tenido una intuición ...la han meditado ...la han reflexionado ...se han aconsejado ... y le han dado salida apoyados en la oración ... este es el carisma ... y no puede cambiar ... Una institución dura mientras permanece fiel a su carisma inicial ... Si ustedes quieren matar al Movimiento de Cursillos ...lo pueden hacer...; basta con que lo desvíen de su camino.>>

DE COLORES ,

Rodolfo Letona C.

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