Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

lunes, 3 de febrero de 2014

Red de amigos del Papa

La prensa nunca avisa con grandes titulares que un avión vuela continuamente de una ciudad a otra. Un avión durante el año hace numerosos vuelos y nadie se da cuenta; pero el día que ese avión falla y cae, inmediatamente es noticia.
A lo largo del año y a lo largo de la vida cuánto servicio presta calladamente un sacerdote y nadie se da cuenta; pero cuando falla y cae en cualquier error se convierte en noticia.
En un accidente aéreo las compañías de aviación tratan de ser discretas en la información para no hacer más daño a las familias de las víctimas. En el error del sacerdote se procura hacer daño a toda la Iglesia.
En las primeras horas de conocido el desastre aéreo no se dan declaraciones hasta no tener certeza de lo que sucedió. Cuando el que cae es un sacerdote, todos dan su opinión, en la mayoría de los casos, sin conocer lo que sucedió y por qué sucedió.
¡Recuperemos la caja negra!
Ella guarda el secreto conocido por la torre de control y sobre todo por el piloto que murió.
En la caída del sacerdote supervive una cajita que se llama CONCIENCIA que sólo conoce Dios y el sacerdote caído.
El sacerdote conoce su fragilidad y necesita de la colaboración de muchos operarios que le ayuden a realizar un vuelo espiritual exitoso. Si los operarios le fallan seguramente él fracasará. Si los encargados de orar por él no oramos, aceleramos su caída.
El sacerdote sabe que al caer, como el avión, con él caerán muchos que quedarán muertos o lastimados en la fe. El buen sacerdote al sentir su inclinación al mal tendrá que repetirle a Dios lo que una vez dijo Pedro: “Apártate de mí, Señor porque soy un hombre pecador” (Lc. 5, 8).
Si un avión cae no quiere decir que todos han caído, están cayendo o caerán. No podemos afirmar sensatamente: “No vuelvo a viajar en avión porque todos los aviones caen”. Existirá el peligro, siempre habrá peligro de que algunos sacerdotes puedan fallar.
Muchos accidentes se han evitado porque rápidamente se actualiza o se busca una pista de emergencia. Las familias católicas deben ser eso para sus sacerdotes: apoyo para esos momentos difíciles de la vida sacerdotal.
Concluyamos diciendo que lo importante es la VIDA de los pasajeros para que puedan llegar de nuevo a su hogar. Lo importante es que a pesar de las fallas de los sacerdotes, ellos con el ejercicio de su oficio nos transporten a la VIDA ETERNA, a la Casa de Nuestro Padre Dios.
(Padre Honorio García Dávila.)
La prensa nunca avisa con grandes titulares que un avión vuela continuamente de una ciudad a otra. Un avión durante el año hace numerosos vuelos y nadie se da cuenta; pero el día que ese avión falla y cae, inmediatamente es noticia.<br />
A lo largo del año y a lo largo de la vida cuánto servicio presta calladamente un sacerdote y nadie se da cuenta; pero cuando falla y cae en cualquier error se convierte en noticia.<br />
En un accidente aéreo las compañías de aviación tratan de ser discretas en la información para no hacer más daño a las familias de las víctimas. En el error del sacerdote se procura hacer daño a toda la Iglesia.<br />
En las primeras horas de conocido el desastre aéreo no se dan declaraciones hasta no tener certeza de lo que sucedió. Cuando el que cae es un sacerdote, todos dan su opinión, en la mayoría de los casos, sin conocer lo que sucedió y por qué sucedió.</p>
<p>¡Recuperemos la caja negra!<br />
Ella guarda el secreto conocido por la torre de control y sobre todo por el piloto que murió.<br />
En la caída del sacerdote supervive una cajita que se llama CONCIENCIA que sólo conoce Dios y el sacerdote caído.<br />
El sacerdote conoce su fragilidad y necesita de la colaboración de muchos operarios que le ayuden a realizar un vuelo espiritual exitoso. Si los operarios le fallan seguramente él fracasará. Si los encargados de orar por él no oramos, aceleramos su caída.<br />
El sacerdote sabe que al caer, como el avión, con él caerán muchos que quedarán muertos o lastimados en la fe. El buen sacerdote al sentir su inclinación al mal tendrá que repetirle a Dios lo que una vez dijo Pedro: “Apártate de mí, Señor porque soy un hombre pecador” (Lc. 5, 8).</p>
<p>Si un avión cae no quiere decir que todos han caído, están cayendo o caerán. No podemos afirmar sensatamente: “No vuelvo a viajar en avión porque todos los aviones caen”. Existirá el peligro, siempre habrá peligro de que algunos sacerdotes puedan fallar.<br />
Muchos accidentes se han evitado porque rápidamente se actualiza o se busca una pista de emergencia. Las familias católicas deben ser eso para sus sacerdotes: apoyo para esos momentos difíciles de la vida sacerdotal.<br />
Concluyamos diciendo que lo importante es la VIDA de los pasajeros para que puedan llegar de nuevo a su hogar. Lo importante es que a pesar de las fallas de los sacerdotes, ellos con el ejercicio de su oficio nos transporten a la VIDA ETERNA, a la Casa de Nuestro Padre Dios.<br />
(Padre Honorio García Dávila.)

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