Monseñor Juan Hervás estaba tan empeñado en fijar el año1949 cómo fecha clave de los Cursillos que invitó a Eduardo Bonnín a ir a Ciudad Real para hablar con él.
Eduardo acudió a la cita, me imagino que con la mosca en la oreja. Llegado que hubo al palacio episcopal fue objeto de un trato exquisito y se vio rodeado de toda suerte de atenciones.
Baste con decir que durmió en la alcoba reservada para el Nuncio Apostólico de Su Santidad. En la entrevista celebrada en el despacho del Obispo Hervás, éste trató de convencerle para que firmara un documento en el cual se hacía constar que los Cursillos comenzaron el año 1949 y no en 1944. Y viendo que no lograba convencerle por las buenas comenzó a hablarle de Averroes y otros herejes con el fin de infundirle miedo.
Pero Eduardo se mantuvo firme, negándose a firmar, gesto que le honra y que por sí sólo da la talla del personaje: un hombre de carácter que sabe decir no cuando debe decirse no. Luego en la comida el Obispo anfitrión se permite bromear: “parece que Eduardo está triste”, ciertamente, no había motivos para la alegría tras la escena del despacho.
De regreso en Mallorca, lo contó a Monseñor Álvarez Lara, su Obispo Diocesano, el cual le alabó por su entereza y dijo que había hecho bien al no firmar el documento.
Guillermo Bibiloni.
Historia de los Cursillos de Cristiandad Pág.162.
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