La ciudad de Mazatenango fue nominada sede de la Diócesis Suchitepéquez-Retalhuleu en 1996, el Obispo nombrado inició su labor en forma muy especial.
Recuerdo que una de sus primeras observaciones se relacionó con la creación de la Comisión de liturgia para Catedral.
Decía él con muy buen tino y algo de humor, que le causaba gran molestia escuchar lectores improvisados quienes, después de cometer equivocaciones flagrantes en la lectura, terminaban con la consabida expresión “Palabra de Dios” y la congregación daba su aprobación con el “Amén”, aunque los errores cambiaran el contexto del mensaje.
En mi experiencia dentro del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, tuve la oportunidad de aplicar esa observación de Monseñor más de una vez y en diversas circunstancias.
Dado que en la dinámica del Movimiento se invoca al Espíritu Santo al inicio de las instancias en que nos reunimos y que muchas veces se comentara cómo prácticamente se sentía la presencia del Espíritu Santo, especialmente en la exposición de los “rollos”, hizo surgir en mí la inquietud sobre si realmente estábamos interpretando bien el sentido de la invocación.
Esa inquietud, en el presente del Movimiento, se ha convertido en verdadera preocupación.
Quienes lean esta meditación tal vez no estarán de acuerdo, a ellos especialmente les pido algo que un director espiritual de los inicios ponía como penitencia: “Vete al Sagrario y dile al Señor lo que piensas… Escúchalo… y luego decides”.
Quizá un pequeño ejemplo pueda aclarar el punto.
Nos reunimos en la Escuela de Dirigentes. Quien hace las veces de Vocal de Escuela, inicia la reunión con la invocación “Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y …”; los asistentes respondemos “Renovarás la faz de la tierra”. Se hace una oración y luego se inicia el intercambio de ideas.
La cosa se torna agria por las diferencias de opinión.
Se desea hacer valer razones y argumentos, se pierde el Norte de la Escuela. Se hacen dos bandos: quienes están a favor y los que están en contra.
En la siguiente Escuela se repite la dinámica. Pero esta vez cada grupo va armado de textos y referencias y se hace acopio de vivencias, todas positivas, por cierto.
En una tercera oportunidad se vuelve a las andadas, solo que esta vez algunos en ambos grupos ya no llegan, ya existe escisión.
No solo eso, se pierden los abrazos fraternos de antes, los saludos son fríos, ya no se canta, se ha perdido la alegría de reunirnos para tratar de las cosas del Movimiento.
El ambiente festivo y fraterno de otrora ya no está. Intervienen las “vacas sagradas”; el asesor toma una actitud impropia de su cargo, desea defender la unidad de la Iglesia. Se hacen señalamientos hirientes, aparecen los primeros “leprosos” de los cuales hay que apartarse.
Un detalle subraya todo este merequetengue, no se busca la respuesta en el Sagrario ni se estudia la historia de Cursillos de Cristiandad. Sólo se desea “tener la razón”. Con el paso del tiempo la escisión se hace cada vez más profunda.
Se distorsionan tanto la Mentalidad como la Finalidad del Movimiento.
El resultado es que se hacen menos Cursillos, los dirigentes se refugian en que no hay candidatos, ¡cómo si ya no hubiesen alejados! La dirigencia es cada vez más escasa, los asesores nombrados ya no tienen entusiasmo. Para colmo vino la pandemia y todo se interrumpe.
Recuerden amigos que siempre se invocó al Espíritu Santo.
¿Qué ha pasado? ¿El Espíritu Santo nos abandonó? Imposible. ¿A cuál grupo inspiró y a cuál abandonó? No puede ser. ¿Es que no Le escuchamos? Probablemente. ¿Habremos caído en las trampas del tedio, el “cansancio de los buenos”, la abulia, la tibieza, el fariseísmo? Es posible. ¿Cómo está nuestra pantalla? ¿Cómo está nuestro testimonio? ¿Cuál pata de nuestro trípode está fallando? ¿ ...?
En el Evangelio según San Lucas 19, 11-28, se narra la acción del noble que antes de partir a un país lejano llama a diez empleados suyos y le entrega a cada uno una moneda. A su regreso llama a sus empleados nuevamente, pero solo se presentan tres. ¿Qué pasó con los otros siete? El número 7 significa plenitud, nosotros somos quienes faltamos en el cuadro hasta que nos hagamos presentes ante el Señor a responder por nuestra moneda.
La moneda es la vida, el regalo de Dios. Regalo que lleva otros atados a él: los sacramentos; nuestra familia; los amigos; el llamado a servirle en el Movimiento de Cursillos; el trabajo; …; cada uno sabe lo que ha recibido. ¿Con cuál de los tres que ya rindieron cuentas me identifico?
Se acerca el Adviento, tiempo de reflexión y de preparación para recibir la visita del Señor en Navidad.
Para muchos podría ser la última Nochebuena en casa. Me atrevo a sugerir que, si somos de los que respondieron “y yo con Él” cuando se nos entregó el crucifijo y escuchamos la frase “El Señor cuenta contigo” al final de los tres días, olvidemos nuestras rencillas, hagamos libre y en conciencia una tregua en esta lucha sin sentido y, doblando nuestras rodillas, pidamos perdón al Señor por haber descuidado cultivar el tesoro que nos fue entregado; imploremos su iluminación para comprender con toda claridad el mensaje que lleva intrínseco este Movimiento; roguemos para que nos permita integrarnos nuevamente a pesar de nuestras diferencias.
Oremos por conseguir no solamente un cambio de mentalidad, sino implorar para que se nos otorgue una mentalidad de cambio; démosle al Señor un regalo navideño que consista en poder abrazarnos nuevamente, de reír como hermanos suyos, hijos adoptivos del Padre y templos vivos del Espíritu Santo. Por mandato suyo nuestro testimonio tiene que ser tal, que el resto del mundo crea que Él realmente ha venido a los suyos. Cursillos de Cristiandad no es nuestro con exclusividad, es ya un patrimonio de la Iglesia. Se cuenta por millones la población “cursillista”, si todos rezáramos…
DE COLORES
Rodolfo Letona C.
Diócesis Suchitepéquez-Retalhuleu
GUATEMALA
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