<< Lo único que podemos contagiar es la fe que tenemos, de que Cristo nos ama. Si no la tenemos, no podemos fermentar nada: ni actitudes, ni ambientes, ni estructuras… en lugar de fermentar, fomentaremos, como casi siempre… y seguiremos criticando indefinidamente a los que llamamos malos, inventariando sus maldades, y lamentándonos de cómo está el mundo. (EB) >>
Este párrafo se obvió en todas aquellas reuniones de dirigentes, a todo nivel, cuando se proponían ideas, en el VER de la famosa trilogía, que iban siempre alrededor de lo que había en el mundo, como si el Movimiento hubiese sido pensado y rezado para ser un instrumento de la sociología o de la política, cuyo fin se confundía con querer cambiar las estructuras del mundo.
Si revisamos las Conclusiones de aquellos cónclaves vamos a encontrar que los retos del momento que el MCC debería enfrentar, estaban afuera y no dentro del mismo movimiento. Nunca entendimos que el Estudio del Ambiente había sido diseñado para ayudarnos a encontrar las motivaciones de los hombres vértebra dentro de su ambiente, cuyo ejemplo proveía el rollo. De allí que se “trabajase” en definir ambientes para determinar la actividad del MCC y el supuesto cauce que deberían seguir los ríos de cursillistas que emanarían de los cursillos.
Recuerdo bien los listados de “ambientes”: de maestros, de profesionales de todas las ramas, de amas de casa, de jóvenes pandilleros, etc. ETC. Lo grave es que estos criterios aún los manejan algunos dirigentes latinoamericanos que, influidos por las ideas de las CEB o del SINE, encuentran la fácil adaptación de estas en Cursillos. ¿Lo hacen por ignorancia, o por seguir lineamientos de sus párrocos?
Esto lleva a considerar otro aspecto importante. Se ha perdido la dimensión diocesana del Movimiento. ¿Recuerdan el slogan “nada sin el obispo”? Ahora es raro ver que los obispos participen, se involucren y orienten. El Movimiento se ha deslizado hacia la parroquia, ahora es el párroco el eje, quien dispone u obliga “tiernamente” a los dirigentes para que sigan sus consignas.
Muchos dirigentes dirán que esto no les ocurre a ellos, veamos qué hacen para facilitar el quasi derrumbamiento del MCC en algunos países de Latinoamérica.
El primer gran problema que afronta la dirigencia en este Continente es la triste e inexplicable escisión entre los que seguimos las Ideas Fundacionales y quienes se empeñan en seguir las Ideas Fundamentales. No creo que sea cuestión de semántica. Fundacionales se refieren a las ideas del fundador, las que conforman el Carisma del movimiento. Fundamentales se refieren, en cualquier orden, a lo que sirve de base, de cimiento; lo que constituye otro concepto. Lo triste de este gran problema es que ha sido promovido en gran medida por dirigentes de talla grande, tanto seglares como sacerdotales. Se puede invocar en este caso, las vivencias de quienes integraron la Comisión de redacción de la tercera edición de las Ideas Fundamentales. De quienes estuvieron presentes en Bogotá cuando el GLCC “preparaba” su participación en Australia. De los que estuvieron presentes en Australia y fueron testigos de la forma en que se aprobó, tanto la vigencia del Estatuto del OMCC, como de la redacción de IF3.
Derivado de la situación anterior hubo un repliegue de dirigentes conocedores de la obra, dejando ésta en manos de otros menos experimentados. Así las cosas, casi se toma por asalto la dirección de los Grupos continentales, con algunas excepciones, así como algunos Secretariados Nacionales y bastantes Secretariados Diocesanos, especialmente en los 23 países del GLCC, que dan pie a la situación actual.
Los famosos Comités ejecutivos a todo nivel se convierten en torres de mando, lo que da origen al segundo gran problema a enfrentar.
Un resultado del ambiente que se ha provocado por la no solución a los dos problemas antes descritos conforma el tercer problema. ( No lo califico como gran problema porque desconozco su gravedad en los países o sus efectos, como en los casos anteriores. ) Se trata de la defección, aislamiento o descarte (usando el término que le gusta al papa Francisco) de los dirigentes, jóvenes algunos y ‘viejos’ la mayoría, que no habiendo aceptado ni las IF3, ni mucho menos la nueva política de las torres de mando, han quedado a la deriva. Algunos siguen en la palestra, hacen su RdeG; de vez en cuando se acercan a las Ultreyas (sabiendo que no son bienvenidos por quienes se dicen “sus hermanos”); menos pueden estar en las actividades de las llamadas [estructuras operacionales], este campo les está totalmente vedado. Estos dirigentes, fieles seguidores del Carisma Fundacional y de las Ideas Fundacionales, que aceptan la fundación del MCC por el Espíritu Santo en la persona de Eduardo Bonnín, que se han reunido alrededor del grupo “amigos del Carisma”; que se han autonombrado los leprosos del movimiento; están aislados totalmente por un mandato arbitrario que destruye el concepto de amistad que aun subyace en el mensaje que se transmite en los Cursillos que no han dejado de darse en el mundo.
De todo esto emana fácilmente un cuarto gran problema, cual es el antitestimonio que se proyecta al mundo, que cual termita corroe los cimientos que Cursillos creó a nivel diocesano y nacional especialmente. ¿Cómo explicar ante la propia Iglesia y ante los extraños estas condiciones que enmarcan el poco desarrollo que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad tiene en el mundo? Claro que hay necesidad de Cursillos, el mundo sigue de espaldas a Dios. Del párrafo copiado a Eduardo, que está al principio de este escrito repito: Lo único que podemos contagiar es la fe que tenemos de que Cristo nos ama. Detrás de este pensamiento hay uno más fuerte: El mundo creerá que yo he venido, cuando se amen ustedes como Yo los he amado.
Resolver estos y los otros problemas esbozados es la enorme tarea que tiene por delante el Movimiento. Los llamados problemas colaterales, que afectan al hombre que sea vértebra, para cumplir la finalidad del Movimiento, quedan en segundo plano. “Si al acercarte a dejar tu ofrenda te acuerdas que tienes un problema con tu hermano, deja la ofrenda en el altar y antes ve a reconciliarte con tu hermano…”; “Adán, ¿en dónde está tu hermano?”… “Hasta setenta veces siete”… Y el Señor sigue y sigue… Nos dijo que contaba con nosotros; ¿qué respondimos? Cada uno dijo “Y yo con El”. Lo menos que queda por hacer es actuar en consecuencia.
Rodolfo Letona C.
Diócesis Suchitepéquez Retalhuleu
GUATEMALA.