Dicen por mi tierra que soñar no cuesta nada.
Basado en mis propias experiencias puedo decir que eso es mentira.
Soñar cuesta y cuesta mucho,
Sobre todo cuando se sueña con lo que muchos se empeñan en decir que son utopías.
¿Es acaso utopía desear que todo hombre y mujer de este siglo sea libre?
¿Es acaso utopía que cada persona sepa a ciencia cierta que Dios le ama?
¿Es utopía valorar a la persona por el simple hecho de serlo y no juzgarla por las circunstancias que, sin quererlo en la mayoría de las ocaciones, la envuelven de tal manera que dirigen su existir?
¿Será utopía borrar, de una vez por todas, los odios, las divisiones, las barreras , discriminar a quien no piense igual que nosotros?
Según el Distinguido académico Dr. Don Juan José Tamayo Acosta de la Universidad Carlos III de Madrid:
“La propia palabra “utopía” está desacreditada y ha sufrido un grave deterioro semántico, hasta confundirla con ilusión, quimera, ingenuidad, fantasmagorería, falta de sentido de la realidad, plan bueno pero irrealizable, etc. Cuando se pronuncia la palabra en ambientes académicos o en conversaciones entre amigos, cae como una losa y se hace un silencio sepulcral. Es esta situación de destierro, de descrédito y de silencio.Y agrega: convencido de que la utopía es el motor de la historia, la que ha hecho posibles los avances de la humanidad en dirección a la justicia, la libertad y la solidaridad, en una simbiosis entre utopía y esperanza, razón y acción, como formulara lúcidamente el escritor alemán Ernst Bloch en la enciclopedia de las utopías que es su libro El principio esperanza:
“La razón no puede florecer sin esperanza; la esperanza no puede hablar sin razón”.
De lo anterior deduzco que lo importante es no dejar que nos despojen de nuestros sueños, sobre todo si estos están dirigidos a que el hombre se vuelva a encontrar con el hombre , el propio y el próximo, y juntos encontrarse con Dios.
¿Es mucho soñar?
¿Es mucho pedir?
La misericordia de Dios es inmensa y en ella cabemos todos.
No hay necesidad de empujones, golpes bajos, zancadillas y discriminar a quienes no piensen como nosotros.
No hay cristianos de primera y segunda clase que reviven, en estos tiempos, el pasaje del fariseo y el publicano.
Hoy día hay muchos asilos, muchos leprosarios ,muchos lugares de aislamiento a donde se envía a quienes tienen el valor de ejercer el derecho del profeta que no es nada más, pero nada menos, de anunciar y denunciar.
Y aunque no son enviados en forma física, pero si lo logran desprestigiando, levantando calumnias, inventando situaciones, actitudes y posiciones que perjudiquen su imagen ante los demás.
Y lo peor de todo que lo hacen desde posiciones que deben ser de servicio y no de poder.
Hoy se necesitan muchos Quijotes que sueñan despiertos y que luchan que sus sueños se conviertan en realidad, aunque hasta los más cercanos les tilden de desquiciados.
Hoy se necesitan hombres muy hombres y mujeres muy mujeres que defiendan sus ideas de igualdad cristiana.
Igualdad no necesariamente significa uniformidad de pensamientos, si no que debería significar convivencia pacífica basada en el respeto ajeno.
¿Utopía o realidad posible?
Creo que la respuesta a esta interrogante está en el fondo de nuestros corazones, tan solo hay que dejarlos libres de cadenas, físicas y emocionales a las cuales están atados, muchas veces en contra de su propia voluntad.
Soñar es el clamor de un alma que vive en permanente búsqueda de libertad.
Me niego a dejar de soñar que un día podamos convivir con diferentes puntos de vista pero con un mismo latir basado en el Amor, en el respeto a la dignidad de ser personas únicas e irrepetibles, basado en la seguridad que Dios me ama al igual que ama a mis semejantes.
Que el abrazo de bienvenida que el bondadoso padre da al hijo pródigo sea para todos, absolutamente para todos.
¿Es mucho soñar?
Por lo pronto, mi vida transcurre entre los que me quieren hacer residente permanente de los leprosarios y entre el calor fraterno de quienes me quieren tal y como soy, incluyendo mis fantasías, mis espontáneas euforias y mis sueños.
Nada perfecta, pero tampoco incorregible, la que pongo a disposición de los buenos amigos hasta que me toque devolverla al Creador.
Mivida, confieso, transcurre guiada por esta máxima
“Soñar no es evadir la realidad, sino hacerla factiblemente mejor y al alcance de todos“.
José A. Sánchez
MMXVII