Gracias Señor por haber permitido a nosotros los alejados vivir un encuentro con Cristo a través de este Movimiento. Vivíamos lejos de Dios, fuera de la Iglesia y sufriendo en una vida de pecado. Gracia Señor porque durante este Encuentro tu mirada fue de misericordia. Una mirada llena de compasión y de amor que permitió que tu entraras dentro de nuestro corazón. No fácil de comprender ésta mirada por nuestro oscuro pasado. Con este pasado que no podemos hacer nada hoy en día pero si usarlo como referencia para no seguir en lo mismo.
En la mirada de Jesús, él refleja siempre lo mismo, porque poco importa la persona y lo que ésta a hecho. Su mirada da vida, porque está llena de amor. Si nosotros le imitamos, sepamos ver más allá de nuestro propio horizonte, en la misma dirección que él.
San Pablo siendo un alejado del Señor y acérrimo perseguidor de los cristianos cuando vivió su encuentro en el camino a Damasco cambió su vida de una manera radical. Pero es importante, recordar que Ananias se tomó el tiempo necesario acompañándole para comenzar a ser Su apóstol, para que él asimilara su misión y para que los mismos cristianos lo aceptaran. Por eso él mismo dice: “Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.” (Fil. 8, 13-14)
En el pasaje del Evangelio cuando a Jesús le presentan a la adultera. Él se encuentra con otra alejada y su reacción siempre es la misa de misericordia. El pregunta: ¿quién te acusa? Y ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante». (Jn. 8, 11)
Por todo esto decimos danos: Dios todopoderoso, de estar siempre contados dentro de los miembros de Cristo, nosotros que comulgamos de su Cuerpo y de su Sangre.
Nosotros tenemos una misión que la vamos cumpliendo en nuestro peregrinar de regreso a la casa del Padre. Una misión simple, sin decir fácil, que la podemos realizar en la normalidad de nuestro diario vivir. Eduardo Bonnín nos dice: “Es únicamente el hombre el que puede hacer vida en su vida el Evangelio de Cristo. El es quien, por la Gracia tiene que ir fermentando todas sus virtualidades haciendo más persona, cosa que suele ir consiguiendo cuando su encuentro con Cristo le remite, en serio y de verdad, hacia un encuentro consigo mismo.”
Habiendo dicho todo esto estamos seguros que el Señor nos está esperando todos los días con una mirada de misericordia llena de amor. Poco importa nuestro pasado si escuchamos “vete, no peques más en adelante”. Que como San Pablo vamos con mucha convicción peregrinando de regreso a la Casa del Padre y que nuestra misión la haremos en nuestro diario vivir siendo sus testigos y contados como miembros de Cristo.
De Colores
Carlos Muñoz
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