Intervención de Eduardo Bonnín
Asamblea General del Consejo Pontificio de los Laicos.
Roma, 21-23 de septiembre de 2006
La contribución de los Cursillos de Cristiandad en la renovación de la parroquia No tengo más mérito que haber sido testigo de lo vivido por mi mismo desde la primera hora hasta la presente, es decir en toda una andadura de más de sesenta años del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
El cursillo de cristiandad, por la gracia de Dios, las oraciones de muchos y la firme voluntad de unos pocos, va consiguiendo que el hombre y la mujer tomen consciencia de ser personas y por tanto de tener la facultad receptiva para poder captar la buena noticia de que Dios en Cristo nos ama.
Es que cuando la persona humana se encuentra con el espíritu de Dios, cree en Él y trata de corresponder a su invitación, cambia de óptica, de enfoque, de horizonte y de perspectiva, y encuentra sentido al vivir.
Cuando acaba un cursillo Cristo puede contar con unos cristianos que saborean lúcidamente y con alegría, la gracia de estar bautizados y de ser cristianos. Son cristianos nuevos o mejor dicho renovados porque han comprendido la gracia de serlo en espíritu y en verdad.
No es extraño que los cursillistas, nos sintiéramos especialmente interpelados por el Decreto Conciliar sobre el apostolado de los seglares, cuando leíamos: “Los seglares ejercen su múltiple apostolado tanto en la Iglesia como en el mundo...Los seglares de verdadero espíritu apostólico suplen lo que falta a sus hermanos y devuelven a la Iglesia a los que quizá estaban alejados”.
A la vez que entendimos con cuanta razón ese Pontificio Consejo de los laicos advertía, sintonizando con el mentado Decreto Conciliar “La estructura parroquial se muestra a la vez demasiado estrecha y demasiado vasta para satisfacer las necesidades de la pastoral y de la formación del conjunto de los fieles”.
Al tiempo que sintonizamos con el Sínodo de los obispos cuando urgía a las parroquias que fuesen verdaderamente misioneras, ya que ni el párroco puede seguir personalmente a todos sus feligreses, ni los feligreses desenvuelven su vida en el mero ámbito parroquial.
Nos fortalecen y animan las palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II pronunciadas en la 4ª Ultreya Nacional de Cursillos de Italia. “Vuestro Movimiento os pide ser fermento en la “masa” del mundo”.
Igualmente nos alienta el lema que Su Santidad eligió para la II Ultreya Mundial en Roma: “Evangelizar los “ambientes”: un desafío para los Cursillos de Cristiandad”. Porque esa “masa” y “ambientes”, ya fue la meta y finalidad de los Cursillos desde sus albores.
Porque esa “masa” y “ambientes”, ese mundo, especialmente el de los alejados, es el lugar donde Cursillos centra y lleva a cabo su acción apostólica.
Tras lo expuesto, la contribución de cursillos a la renovación de la Parroquia la concibo empezando por subrayar que nuestro Movimiento desde sus inicios tiene una clara visión del papel del laicado en la acción misionera de la Iglesia, objetivo apostólico de todo bautizado, y en el que han de converger la persona, el Evangelio y el mundo en que nos ha tocado vivir.
Una concepción orientada sobre todo en la perspectiva del acercamiento de los alejados, los cuales generalmente son los que mejor captan la identidad entre su ansia de felicidad y la vida de Cristo, en cuanto que la ven realizándose en otros cursillistas en los que encuentran enseguida unos verdaderos amigos.
Y es que cuando los alejados captan la Buena Nueva, su ausencia de previos corsés histórico-religiosos hace aflorar en ellos una creatividad evangélica asombrosa.
Con lo que generan un ambiente en el que esta creatividad evangélica no se ve coartada, sino fomentada.
Esa y no otra es la motivación para que el encuentro con los alejados no fracase. Se trata de un ambiente clave que ha de estar basado en la amistad en su doble vertiente, de intimidad en el grupo y de universalidad en la Ultreya.
En cursillos lo que hemos querido siempre y en lo que estamos gozosamente empeñados por fidelidad a nuestras ideas y carisma fundacionales, es en el entronque y en la alineación con la más genuina pastoralidad eclesial, proclamando ser el Movimiento que no tiene otra espiritualidad que la de la Iglesia misma.
Todo ello en coherencia con que cursillos no es el fruto de una busca empírica, sino de una intuición que progresivamente se ha ido transformando en un instrumento maravilloso cuyas bases profundas están radicadas en el Evangelio, certificadas por el Concilio y alentadas por los últimos Pontífices.
Pienso que los Cursillos se sitúan más allá del apostolado individual que el Vaticano II ratificara como esencial en la vida del laico que tiene fe, pero más acá del apostolado coasociado que parece a muchos la alternativa vocacional más recomendable. Creo que los cursillos no son ni deben ser una organización ni una comunidad con fines específicos, aunque algo tengan de una y de otra.
Estimo que los cursillos son masiva y naturalmente un movimiento seglar, pero sin ser exclusivamente de seglares, como resulta evidente para quien los haya vivido en una perspectiva de creativa complementariedad dialéctica entre seglares y sacerdotes.
En cuanto al reclutamiento de cursillistas, en especial de los que recientemente hicieron el cursillo, de parte de ciertos párrocos, en orden a incorporarlos a diversas tareas o campos de apostolado parroquial específicos, como de catequesis, acción social, atención a enfermos u otros ministerios, considero que tales requerimientos de sí, no van a constituir un avance en el ser cristiano del cursillista en cuestión, máxime cuando la incardinación de nuevos cauces eclesiales le restarán tiempo para su acción cristiana básica dentro de su cotidiano vivir, que es dar testimonio de Cristo en el lugar en que el Señor lo ha plantado.
Por lo demás, el cursillista como todo hombre, tiene la imperiosa necesidad de ser comprendido, esto es, de ser y de sentirse amado.
Es una pena que no se caiga en la cuenta de que el empleo automático de los convertidos en esa pastoralidad así entendida, haya venido privando a la genuina pastoral de la parte más humana, más espontánea y más en punta de la sociedad y por tanto de la que tiene más base para ir logrando ser íntegramente cristiana.
Lo más novedoso del Cursillo es que lanza al seglar al apostolado en su pista específica y con su normal peculiar estilo, el suyo, el que Dios le ha dado, impulsándolo a la gozosa aventura de simplificar y facilitar el camino para ir encontrándose consigo mismo y para que desde sí mismo, vaya descubriendo que el encuentro con Cristo y con los hermanos puede irse dilatando y convirtiéndose en amistad, a medida que se va haciendo realidad en la Reunión de Grupo y en la Ultreya.
Por más que es justo reconocer que a la sombra de la parroquia y de muchas asociaciones han podido crecer, desarrollarse y madurar muchos hombres, mujeres, jóvenes y niños, para la gloria de la Santa Iglesia. Y de ello existen personas que son argumentos vivos a favor de la fecundidad eficiente de la parroquia.
Quiero remarcar que el tipo de comunidad que hoy necesita el mundo y por tanto la Iglesia, tiene que ser enucleado y aglutinado por la gratuidad, por el más interesado desinterés; el tomar en serio a cada una de las personas por lo que son, por el hecho de ser personas, no por lo que tienen, ni por lo que saben, ni por lo que pueden, ni siquiera por lo que puedan colaborar en la Iglesia, ya que todo ello impide que se pueda transparentar con la máxima diafanidad la ternura de Dios, pues el sentido de la realidad coincide con el sentido del Evangelio, que es el amor. Es incomprensible entender la pretensión de quienes quisieron quitar al seglar todo el rol que el Movimiento de Cursillos le ha dado. Es como querer cortar uno de los tallos más vivos que el Evangelio vivido por sacerdotes y seglares ha conseguido en la Iglesia, perseverando y creciendo en Cristo mediante la amistad vivida de modo personal en la Reunión de Grupo y comunitariamente en la Ultreya, con los que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad cuenta específicamente para poder madurar y crecer.
La Reunión de Grupo, que es la amistad llevada al terreno sobrenatural que crea una circunstancia que va posibilitando en la vida la vivencia auténtica, continua y progresiva de lo fundamental cristiano, donde se da el contacto con los hermanos para que lo mejor de cada uno llegue a los más posibles.
Mi voto por la esperanza.
Acabo haciendo mías estas palabras del Papa Ratzinger, en Informe sobre la fe: “Lo que a lo largo y ancho de la Iglesia universal resuena con tonos de esperanza, es la floración de nuevos Movimientos que nadie plantea ni convoca y surgen de la intrínseca vitalidad de la Iglesia. Encuentro maravilloso que el Espíritu sea una vez más, más poderoso que nuestros proyectos... La renovación es callada, pero avanza con eficacia”.
Eduardo Bonnín
Roma, 23 de septiembre de 2006
Acerca de nosotros
Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.
Páginas del blog
Eduardo define así:
"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".
miércoles, 21 de febrero de 2018
La contribución de los Cursillos de Cristiandad en la renovación de la parroquia
Agentes de cambio o Constructores de la Sociedad que busca el Movimiento de Cursillos
TEMA DIFICULTOSO
Cuando recibí del padre Cesáreo el encargo de escribir algo sobre el tema que encabeza estas líneas, pensé, y sigo pensando, que me lo puso tremendamente difícil, pues desde siempre he creído que cuando el Evangelio y su latente y poderosa eficacia fluye, influye y confluye donde tiene lugar y se da lo auténticamente humano, lo dinamiza, lo orienta y lo dirige todo hacia su más posible y rotunda plenitud. Y esto ocurre sin necesidad de agentes de cambio que lo enreden, y sin planes trazados por otros, que pretendan construir estructuras cristianas, donde fácilmente se puede obtener etiqueta de cristiano sin serlo ni en espíritu ni en verdad.
Y esto, lo llevo yo tan metido dentro, es para mí tan real y verdadero, que en mi pobre opinión, darme a mí, y precisamente a mí, el desarrollo de este tema, diría que es algo parecido a si al Cabo de la Jefatura de Tráfico, de la Sección de Muertos y Accidentados en Carretera, se le encargara escribir la apología del viajar en automóvil. De seguro que, al intentarlo, se le agolparían en su cerebro los fatalmente numerosos muertos y heridos que él ha tenido que atender, recoger y atestiguar.
LOS DE PERSONALIDAD, DIFÍCILMENTE MANIPULABLES
La circunstancia de seguir estando en activo en el Movimiento de Cursillos desde su iniciación en 1944 ha hecho que presenciara, cómo -de seguro siempre con la mejor de las intenciones, eso sí-, la poderosa energía espiritual producida por los tres días de Cursillos era casi toda orientada primero, y canalizada después, por los que sintiéndose más cristianos que los demás, han pretendido «actuar como agentes de cambio» y «constructores de la sociedad», empleando, si así se puede hablar, el material humano y generoso que cada Cursillo les ha ido proporcionando, para tratar de lograr, sin la voluntad de los sujetos, la vitalización de todo lo que no funciona o funciona mal en su parcela eclesial.
Este desvío tan frecuente, y tan dolorosamente experimentado tantas veces, ha sido y sigue siendo la causa principal por la que el Movimiento de Cursillos muchas veces no haya producido o no produzca los frutos de eficacia que se podrían esperar de él, ya que normalmente las personas que han vivido un Cursillo, sobre todo si tienen personalidad, no se dejan manejar para que los de siempre consigan lo de siempre, esto es: poder contar con una comparsa a sus órdenes y así seguir ejercitando sus dotes de agentes y constructores.
MADURAR DONDE DIOS LES HA PLANTADO
Hay que tener muy en cuenta que a los que salen de un Cursillo no se les tiene que manipular ni desubicar, sino que tienen que madurar donde Dios les ha plantado, ya que si esto se hace así, los que han vivido la gozosa experiencia de los tres días de un Cursillo la van acrecentando, siempre que se les procuren los medios apropiados: la Reunión de Grupo y la Ultreya; clima que les facilita que puedan ir logrando esclarecer su convicción, afirmarse en su decisión y motivando su constancia. Sin duda ninguna, éste es el mejor camino para poder ir planificando lo más importante de todo, que siempre ha sido, es y será el encuentro consigo mismo, etapa base, fundamento y clave que facilita, simplifica y allana el camino hacia Cristo y hacia los hermanos, sin misticismos inhibidores, ni fraternidades incontroladas.
EL IMPRESCINDIBLE PUNTO DE PARTIDA
El Movimiento de Cursillos parte de que, donde no ha sido tergiversado, no tiene necesidad de buscar ningún agente de cambio, porque van emergiendo todos los que se precisan del clima que se crea y se expande desde el lugar donde están los que, como queda dicho, por haberse encontrado a sí mismos, a Cristo y a los hermanos, tienen muy presente que lo principal es el primer encuentro, para poder ir perennizando los otros dos. Este es el imprescindible punto de partida.
LO QUE CONTAGIA Y CONVENCE
La obstinada urgencia, aunque a veces disimulada, con que a los que acaban de encontrarse consigo mismos en un Cursillo se les obliga a cambiar y a construir en el recinto de lo pío, en lugar de dar prioridad al área de mismidad y de su concreto entorno, hace que de manera casi matemática se encuentren situados en pistas muy honorables, y muy buenas en sí, pero que les alejan de sí mismos, por el paternalismo que engendran, por las inquietudes que aquietan y por los horizontes que no clarifican ni animan.
Tal vez se pueda decir, sin pretender dogmatizar, que en el terreno de la normalidad donde discurre el vivir de los humanos, una religiosidad para contagiar y convencer tiene que ser motivada por la fe, la moral, por una convicción gozosa y alegre, y la política social, por un claro y diáfano altruismo; pero todo ello encarnado y hecho vida en hombres que lo vivan de verdad. Si lo hacen por obligación, ni ilusionan, ni contagian.
CUANDO SE CONFÍA MÁS EN LAS ESTRUCTURAS QUE EN LAS PERSONAS
Las construcciones que pueden montarse para fomentar la religiosidad, la moral o la política social son poco consistentes, cuando se confía más en las estructuras que en las personas, ya que ellas son sin duda los medios de que se vale Dios, no para fomentar, sino para fermentar lo cristiano.
Es una pena que no se llegue a comprender de una vez por todas que no se trata de actualizar el Evangelio con los montajes pastorales teóricos al uso, sino que es el Evangelio que nos actualiza a todos, pero primero a los hombres, antes que las estructuras, ya que si no se empieza por «la Jerusalén de uno mismo», que es por donde todo lo auténtico tiene que empezar, siempre habrá un latente fariseísmo en todo lo que se lleve a cabo. Lo que precisa, mejor dicho, lo único que precisa, es que a cada hombre le llegue la buena noticia de que Dios, en Cristo, le ama.
El que lo cree de verdad obra en consecuencia, y con sereno, continuado, humilde y sencillo esfuerzo lo hace luz y móvil de su existir, en el clima en que está y en el lugar en que se halla, y allí es donde se le nota, donde da la nota, donde puede darla con simplicidad, con sencillez, con naturalidad; y allí es justamente también, si no se le complica, donde mucho podrá cambiar y mucho se podrá construir en cristiano, en la realidad concreta donde está, en la que vive, mientras no se le aparte de ella y no se pretenda transplantarle al área de lo pío, para que una vez en ella, separado de sus raíces y «de su tierra», se le exija que dé el fruto que gusta más y creen mejor, los «supercristianos» de turno.
Estas genialidades casi siempre son obra de los que, sintiéndose agentes y constructores, no han acertado a ver que por su dinámica misma el Movimiento de Cursillos no tiene necesidad de buscar, ya que -como queda dicho- con la Reunión de Grupo y la Ultreya, cuando éstas no se tergiversan y se ponen al servicio de otros fines, se crea y cultivan el clima apropiado. Y esto siempre que, al contrario de lo que se acostumbra a veces, no se pongan trabas a la espontaneidad que surge de un grupo de cristianos, cuando lo humano de cada uno ha quedado fascinado por la persona de Cristo, y va descubriendo que con Él a bordo de su persona sus cualidades van potenciándose, y sus dificultades perdiendo vigor.
Hoy que gracias a Dios, aunque muchos no se hayan dado todavía cuenta -sobre todo si se cuentan entre los adalides obstinados de los apostolados platónicos, planificados con muy buena intención, pero a muchas millas de lo real-, no hay puesto para lo impuesto. Lo que viene dado por decreto es muy difícil que interese al hombre actual, que va dándose cuenta de que la tan llevada y traída libertad, por la que todo el mundo suspira, es siempre por lo menos o nada menos antes que otra cosa el derecho a ser veraz, y por tanto en ir dándose cuenta de que lo cristiano, más que en tener que dar un día cuenta, consiste en darse cuenta cada día, y mejor aún a cada momento si puede llegarse a ello, de que por la gracia de Dios, mucho puede esperarse y conseguirse de la persona, si ésta se concientiza de sus cualidades y de lo que puede dar de sí, si no abdica de su singularidad, de su originalidad, ni de su creatividad; único punto de partida para que una acción sea verdaderamente personal, y no impuesta por peregrinas y absurdas culpabilidades y responsabilidades que, por no ser verdaderas, no pueden convencer más que a los ingenuos.
Esta realidad, intuida, pensada, rezada y vivida desde el principio del principio, allá por los años cuarenta, nos ha evidenciado que éste es el punto más importante, pero por su simplicidad, difícilmente se puede entender con facilidad; o mejor dicho es casi imposible de entender, sobre todo por los que, sintiéndose «maestros en Israel», creen ya haberlo entendido.
La vida nos ha ido demostrando que del comportamiento a la convicción es mucho más difícil el camino que de la convicción al comportamiento, y que éste también es a la vez mucho más eficaz, porque una convicción siempre contagia, y un comportamiento a lo más que llega es a suscitar imitadores, que no pocas veces no hace más que poner de manifiesto la perenne vigencia de aquella sabia frase que dice: «Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán nuestros defectos».
Cuando este ideal -que es el que siempre hemos pretendido, y que nunca hemos dejado de pretender los que iniciamos Cursillos- llega al hombre de a pie, al hombre corriente, natural y humano, éste, si no se le manipula, comprende fácilmente que el tan repetido y poco comprendido encuentro con uno mismo es la realidad fundamental desde la cual se tiene que partir si se quiere pisar por la senda de la autenticidad, tan cotizada en el mercado de los valores que hoy se valoran.
Por ser ésta la base para poner en juego los valores que se poseen, interesa siempre a la persona que es persona o se esfuerza por serlo, ya que nunca va a hallar cosa que pueda descubrirle e interesarle tanto como saberse en el mejor camino para encontrar su identidad, para encontrarse a sí mismo y ser sí mismo, sobre todo cuando llega a comprender que tan sólo partiendo de sí mismo podrá orientarse, seguir y llegar donde sus cualidades humanas, descubiertas, cultivadas, potenciadas y agradecidas por las espirituales le permitan.
La vida es siempre un reto constante a la verdad de uno mismo, y se acrecienta a medida que el hombre se va perfilando en el diseño que marcan las puntas de avance, en el área vital de su normal vivir, lo que además de irle haciendo más persona, le templa y le afina para ir por la vida sabiendo afrontar, cuando se presentan en sus siempre posibles circunstancias adversas, la apatía, el desánimo, la soledad o la traición.
Creo que no puede extrañar a nadie que los iniciadores de los Cursillos sintamos cierto pánico hacia los incorregibles propulsores de los «cambios» y las «construcciones», en el área simple y llana de lo que debe ser un Cursillo. No dudamos que todos pretenden haber encontrado las mejores vías hacia la eficacia, pero hay que ver lo complicado que nos lo han puesto, pues han acordado, reglamentado y hecho norma cosas que no sólo no están en la misma línea intencional de lo único que importa, sino que enredan, embrollan y dificultan el camino hacia la genuina simplicidad esencial que los Cursillos persiguen.
No es que temamos ninguna puesta al día. Desde siempre hemos intentado estar «al corriente de las corrientes que corren», pero sabemos también que todo dinamismo de renovación y adaptación debe proceder de la profundización en su qué y en su porqué.
El absurdo cambio de los nombres de los rollos y su orden, la eliminación del titulado El cursillista más allá del Cursillo, que es sin duda el que está más en punta seglar y en línea con el Vaticano II; marcar cotas a la edad de los candidatos, en vez de que prime la personalidad; «legislar» la separación de los jóvenes de los adultos; señalar prioridades absolutas como: «Si no ha ido el marido, no puede ir la mujer» (cuando el que tiene que ir primero para que vaya el otro es sin duda el que tiene más personalidad); los pintorescos Cursillos mixtos; etc.
Todo esto no son más que genialidades de agentes de cambio y de constructores de la sociedad, que en lugar de facilitar que al mayor número de personas posible les llegue la noticia de que Dios les ama, sientan el gozo de existir, y sean conscientes de lo que son por ser bautizados, les planifican programas de actuación, sin caer en la cuenta de que el hacer sin ser, en cristiano, es casi siempre deshacer.
Eduardo Bonnín
domingo, 4 de febrero de 2018
Mi testimonio con el Fundador de Cursillos de Cristiandad
CARLOS
MUÑOZ
TESTIMONIO PERSONAL
ENERO DE 2018
TESTIMONIO PERSONAL
ENERO DE 2018
Mi nombre es Carlos Enrique Muñoz Díaz, originario
de Guatemala, nacido el día 13 de junio de 1955 en la ciudad de Guatemala. De
profesión: Chofer de autobús escolar. Casado con Sonia Elizabeth Cruz de Muñoz,
con quien he procreado 2 hijos de nombre: María José y Carlos Enrique de 36 y 35
años de edad, respectivamente.
Actualmente radico junto con mi familia en: Laval,
Quebec, Canadá
Fue a través de mi amigo Mario González Cibrián que
recibí la invitación a vivir el Cursillo. Finalmente, me decidí a vivir el
Cursillo de Hombres N° 21 del 13 al 16 de octubre de 1988, en la Diócesis de
Montreal, Canadá.
Al hablar de mi proceso de cambio, quisiera empezar
por subrayar que tengo la más absoluta certeza de que, de no haber vivido la
experiencia del Cursillo, de no haberle dado continuidad y perennidad a lo
largo de mi Cuarto Día, y de no haber tenido el privilegio de conocer y
entablar con Eduardo una verdadera y sincera amistad, mi vida habría sido otra
muy distinta, seguramente alejado y de espaldas a Dios.
Dos factores han sido determinantes en mi proceso de
conversión, en mi proceso de ser un poquito más y un poquito mejor de lo que ya
podría haber sido:
LA PRIMERA, como queda dicho, dando continuidad y
perennidad a la vivencia del Cursillo, profundizando en las señas de identidad
del Método: su esencia, finalidad, mentalidad y sistemática. Cuestión que, por
una parte, me da la capacidad de captar y cada vez mejor entender el mensaje
del amor que Dios en Cristo nos tiene, que de otra manera y por otros medios jamás
habría podido comprender con la claridad que ahora lo hago; y por la otra,
contribuir a que otros de mis semejantes, igualmente alejados y necesitados de saber
que Dios en Cristo les ama, tengan la oportunidad de descubrirlo a través de
ésta bendita experiencia que ha demostrado ser de suma eficacia y utilidad
especialmente para nosotros los que hemos vivido de espaldas a Dios.
LA SEGUNDA, haber tenido la oportunidad de conocer,
tratar y entablar una cercana amistad con Eduardo Bonnín, que de ésta manera no
sólo me orientó acerca de las peculiaridades propias del Cursillo, sino que además
y sobre todo, me mostró e iluminó el camino a seguir en mi vida, a través de su
propia congruencia de vida, de su propia luz, como aquí lo iré comentando.
PRIMER CONTACTO CON EDUARDO:
Durante los primeros seis años posteriores a la
vivencia de mi Cursillo, me dediqué con especial interés a conocer el
Movimiento y ahondar en el Método, lo hice prácticamente por cuenta propia y a
través de algunos otros recursos que me fui agenciando. Tuve algunos avances y
mejoras en el ámbito de mi vida familiar, laboral y social, así como en mi
incorporación al Movimiento, si bien, no todos ni en los términos que me
hubiera gustado. Me sentía, eso sí, en proceso de crecimiento y maduración.
Fue entonces, mayo de 1996, que habría de conocer
personalmente a Eduardo, con motivo de que fue invitado por los cursillistas
ingleses a visitar Montreal. Y como para estas fechas yo ya mantenía estrecha relación
con ellos (los cursillistas ingleses), me enteraron que Eduardo vendría a mi
ciudad de residencia. Y sucedió lo inesperado, algo que sin duda habría de
influir determinantemente en mi experiencia de vida y en mi propósito de vivir
Cursillos al interior del Movimiento: me dijeron que no querían alojar a
Eduardo en un Hotel, que, de ser posible, él pedía y prefería estar en contacto
directo con las familias cursillistas, por lo que me pidieron buscara familias
de cursillistas hispanos que desearan alojarlo en sus respectivos hogares.
Sabiendo de quien se trataba, naturalmente me apunté
de inmediato primero en la lista de anfitriones, siendo de ésta manera que por
primera vez entré en contacto personal y directo con Eduardo, de la mejor inimaginable
manera: pasando unos inolvidables días con mi familia en mi propia casa, y
otros más que Eduardo pasó en hogares de otras familias hispanas. Dejando en
todos una huella indeleble de sincera amistad, sencillez, humildad y alegría.
En los días que Eduardo pasó en Monreal tuve la
oportunidad de compartir de manera muy cercana con él. Ansioso como estaba por
saber de Cursillos y despejar un sinnúmero de incógnitas que por aquel entonces
tenía en la cabeza, le hice toda clase de preguntas acerca de la génesis del Movimiento
y sobre el Método; preguntas que él escuchaba atentamente, y que con su
proverbial paciencia, habitual buen humor y alegre sonrisa, contestaba una a
una, sin nunca dar muestra de enfado o cansancio. Vaya paciencia franciscana
que me debió tener.
Durante su estancia en nuestra casa de Montreal, mi
esposa Sonia también tuvo la oportunidad de convivir con Eduardo, con quien
aprovecho para platicar y despejar dudas acerca del Método. Eduardo siempre amable, afectuoso y dispuesto a
compartir con suma sencillez, respondió con especial atingencia a las preguntas
que mi esposa le formuló. En nuestra familia dejó una huella imborrable que
perdura hasta la fecha.
Entre las muchas preguntas que le hice, recuerdo haberle
inquirido si se podía hacer cambios al Método; él me recomendó sería mejor probar
primero lo que ya está desde el principio del principio, que lo pusiera en práctica
como ha sido pensado, y comprobara lo eficaz que es cuando lo utilizamos en la
forma y con la finalidad para la que fue pensado.
Efectivamente, a través de nuestras múltiples
charlas, y luego con la experiencia práctica acumulada al paso del tiempo, como
explico más adelante, he podido comprobar fehacientemente que manteniéndonos
fieles a la idea original, el Cursillo es un eficaz y eficiente instrumento de
renovación cristiana. Son muchos los casos de hombres y mujeres cuyas vidas he
visto transformarse positivamente como resultado de vivir un auténtico Cursillo
de Cristiandad.
Menciono con particular interés la eficacia del
Método de Cursillos, el trato personalizado con Eduardo y las orientaciones que
Eduardo me dio a lo largo de las múltiples ocasiones que he tenido de convivir
personal y directamente con él, por tres
principales razones:
PRMERA.- Porque, como queda dicho, mi vida personal
sufrió un cambio positivo radical, gracias a la vivencia del Cursillo. Las
relaciones armónicas que mantengo de manera personal y directa con las personas
que forman parte de mi entorno familiar, laboral y social, son fruto y una
muestra fehaciente y palpable de este proceso de cambio despertado y
desarrollado a partir de la vivencia de mí Cursillo, pero también, debo
reconocerlo y agradecerlo, del trato, del ejemplo, de la influencia que Eduardo
ejerció en mi persona y seres queridos, a través de la amistad que compartimos
de manera muy cercana, personal y directa hasta el fin de su vida.
SEGUNDA.- Algo
muy similar a lo que acontece en mi vida personal familiar, laboral y social,
he podido constatar sucede en la vida de muchos otros hermanos cursillistas con
quienes he tenido y tengo oportunidad de interactuar, ya en los múltiples
Cursillos que he asistido como profesor o rector, o ya como amigo personal de muchos
de ellos con quienes pensamos la vida en voz alta a través de nuestras
Reuniones de Grupo, Ultreyas, Escuela de Dirigentes, así como en un buen número
de encuentros nacionales e internacionales en que he tenido ocasión de
participar, muchos de ellos al lado de Eduardo.
Valga mencionar de paso, el precio que algunos cursillistas
hemos tenido y tenemos que pagar por tener el atrevimiento de compartir y
difundir las ideas contenidas en el Método de Cursillos a la luz de la idea
original. Sinsabores, criticas, señalamientos y descalificaciones de todo tipo,
dolorosos sin duda, si bien, nada comparable con las que Eduardo ha tenido que soportar
sin proferir lamentos, sin permitir que su corazón se llene de resentimientos o
rencor. En el largo tiempo que tuve de conocerlo y tratarle personalmente,
jamás le escuche proferir una sola ofensa o exclamación de menos por sus
detractores.
TERCERA.- Compartir con Eduardo muy de cerca todas
estas vivencias que he mencionado y mencionaré con mayor detalle más adelante, me
autoriza a hablar del hombre que sin duda el Señor eligió para ser depositario
del Carisma, merced a sus inobjetables cualidades y virtudes.
Yo no sé, ni tengo la menor idea de qué tipo, qué
cantidad, calidad, detalles o atributos ha de reunir una persona para ser tenida
o valorada en grado de santidad; tampoco tengo la menor idea de qué pueda decir
un hombre como yo, con mis pequeñeces, debilidades y limitaciones, de un hombre de la dimensión y
talla de Eduardo. Tal vez sería mejor que para tal efecto recurrieran a
expertos en la materia, o por lo menos a aquellos que sepan decir, y decir bien
lo que sepan.
Sin embargo, los que saben de estas cosas dicen que es
conveniente y necesario recoger el testimonio fehaciente de todo aquel que
habiendo conocido y convivido de cerca con Eduardo esté en condición de dar
pormenores sobre su calidad humana, que le consten, y esto sí que, modestia
aparte, lo puedo hacer y no me puedo negar así sea de manera rustica y modesta.
Si bien me queda la preocupación y temor de no poder describir y transmitir con
claridad las incuestionables cualidades y virtudes de mi amigo Eduardo, me
apenaría mucho no poder contribuir de manera clara y apropiada a este santo
propósito.
Dicho lo anterior, quiero empezar por decir, sin
temor a equivocarme, que si las cualidades o virtudes que han de concurrir en
una persona para ser considerada digna de ser tenida como un auténtico hombre
de Dios, son las que le distinguen por su naturalidad, sencillez, humildad,
sentido del humor, alegría, gracia, paciencia, tolerancia, y muchas, muchas
otras más, me parece que en Eduardo concurren sin duda todas ellas, en grado
superlativo.
En atención y respeto a Eduardo, conociéndole como
le conocí, y honrando la amistad con que me distinguió, quisiera hacer una salvedad:
Si Eduardo estuviera en estos momentos presente entre nosotros y se enterara de
que hablamos de las cualidades, virtudes y atributos que le distinguieron a
largo de su longeva vida como digno de ser considerado hombre de Dios en grado
heroico, de seguro le haríamos pasar un mal rato y aquí sí que sí nos lo
reprocharía.
ME EXPLICO: Eduardo nunca gustó de las pasarelas, jamás
fue afecto a las candilejas, que consideraba frívolas y banales; quienes le
conocimos de cerca sabemos de su humildad y sencillez; sabemos, que era enemigo
de ser tenido como centro de atención de cualquier reunión o evento en que participara.
Cuando Eduardo aceptaba ocupar alguno de los sitios destinados a las grandes
personalidades, lo hacía contra su voluntad y tan sólo por cumplir con las formalidades
que el protocolo exigía, y sobre todo, por no contradecir a quien le pidiera amablemente
pasar al estrado; lo hacía aún a costa de que, ocupar dicho sitio, le
representara un sacrificio verdaderamente incomodó.
Soy testigo de la mortificación que a Eduardo
causaba el aplauso de las multitudes, de las concurrencias reunidas para
festejarle un cumpleaños, o para agradecerle alguna intervención, o simplemente
patentizarle su admiración y cariño. Había que ver las que Eduardo pasaba, el
esfuerzo que debía hacer para ocultar su incomodidad y disgusto a través de una
sonrisa forzada.
Otra de las grandes peculiaridades que le conocí a
Eduardo, fue la enorme paciencia franciscana y singular alegría con que atendió
a cuanta persona solicitó hablar con él, ya fuera con el fin de solamente
saludarlo y sacarse una fotografía a su lado,
o ya para sostener largas y extenuantes jornadas de trabajo, a las que habremos
de sumar infinidad de entrevistas, rollos, y charlas de todo tipo, que dio
a lo largo de prácticamente toda la
geografía, ya con el fin de organizar y planear Cursillos, ya con el propósito
de dar orientación y explicación puntual acerca del Método, o ya sobre
cualquier otra cosa relacionada con el Movimiento. Eduardo fue un hombre
verdaderamente incansable, entregado en cuerpo y alma a difundir Cursillos y
velar por su integridad original.
Cuántas veces me tocó ver a Eduardo atender a
cursillistas que de muchas partes del Mundo le visitaban y frecuentaban para
entrevistarlo y conocer de viva voz sobre los más diversos temas relacionados
con Cursillos, a costa de su propia salud. Recuerdo aquellas largas reuniones
de trabajo celebradas en su despacho de la calle Sindicato, en que en más de
una ocasión haciendo rictus de dolor, del dolor que le ocasionaba el terrible
herpes que padeció estoicamente durante los últimos años de su vida, se negó a
suspender o cancelar la reunión, argumentando que era más importante Cursillos,
que su propia salud.
Una faceta poco conocida de Eduardo, que igual me
tocó vivir muy de cerca con él, fueron las incomprensivas incomprensiones de
que fue objeto a causa de su negativa a cambiar la verdad histórica; intrigas,
mentiras, engaños y calumnias fueron asumidos por Eduardo no sin pena y dolor, si
bien con total discreción. Como he dicho antes, jamás le oí o vi arengar contra
nada y contra nadie, antes bien conminaba
a mantener la calma y confiar en la Misericordia del Señor. Tengo para
mí que en los momentos más aciagos del Movimiento la sangre no llegó al rio
gracias a la actitud serena y mesurada de Eduardo. Y tengo para mí, que
habiendo sido estas incomprensiones tremendamente dolorosas, por decepcionantes
y frustrantes, no lo fueron tanto como el terrible herpes que tantas veces hubo
de soportar en silencio.
Eduardo, pues, es el amigo por excelencia. Amigo en quien
concurren cualidades y virtudes como el que más. Eduardo es la personificación
de la humildad, la sencillez y la alegría en grado extremo. Su desempeño en
todo momento con normalidad y naturalidad, jamás con frívolas afectaciones en
su trato, comportamiento o actuación. Orador de gran capacidad retórica al
servicio del Señor, sin teatralidades, sin estridencias, sin extravagancias.
Huyendo siempre del aplauso fácil, de las pasarelas y de las candilejas que
muchas veces se montaron con la mejor voluntad para recibirle y hacerle sentir
el cariño de las decenas, cientos, miles de entusiastas Cursillistas que se reunían
para saludarle, abrazarle, escucharle, fotografiarle, o tan solo mirarle a distancia
ante la imposibilidad de aproximarse a él, mas no porque él no lo quisiera o no
lo permitiera, sino porque las condiciones y circunstancias imperantes en el
lugar lo impedían.
Mi deseo de integrarme a las estructuras operativas
del Movimiento surgió desde temprana hora, prácticamente luego de vivir mi
Cursillo, pero sin duda este deseo se fortaleció, acentuó y maduró a raíz de la
visita de Eduardo a Montreal que ha quedado comentada líneas atrás.
A continuación algunas de las actividades y eventos
más relevantes en que he participado como dirigente al interior del Movimiento
de Cursillos, que cito sin mayor pretensión, y únicamente como referencia y en apoyo
a los comentarios aquí registrados.
EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE
HABLA INGLESA DE MONTREAL.
Eduardo se reúne con los cursillistas del Movimiento
de habla inglesa de Montreal, en el que yo participo como interprete.
Los cursillistas hacen infinidad de preguntas, a
veces reiterativas, que Eduardo escucha y contesta una a una con proverbial
paciencia. Las amenas e ilustrativas charlas sostenidas con los cursillistas
contribuyen enormemente a comprender mejor el Método, lo que a su vez habrá de
redundar en beneficio de los nuevos cursillistas que de ésta manera tienen la
oportunidad de vivir una verdadera experiencia.
Por demás está decir que compartir al lado de Eduardo ésta experiencia
habrá de contribuir también a mi conocimiento del Método y de manera especial a
entender el sentido del Cursillo hecho vida en la persona de Eduardo.
EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE
HABLA HISPANA DE MONTREAL.
Eduardo visita el Movimiento de Cursillos Hispanos
de Montreal, donde nuevamente los cursillistas tienen la oportunidad de hacer
todo tipo de preguntas, aclarar dudas y, simultáneamente, conocerlo
personalmente. Como es público y sabido, la simpatía, sencillez y humildad de
Eduardo dejan una imborrable huella en el corazón y la mente de los
cursillistas hispanos.
EDUARDO VISITA A LOS CURSILLISTAS DEL MOVIMIENTO DE
TORONTO.
Eduardo visita a los cursillistas de Toronto,
recientemente iniciado el Movimiento bajo el patrocinio del Movimiento de
Montreal. Las escenas se repiten. Eduardo siempre abierto y accesible,
incansable; pese a las largas horas de trabajo, Eduardo increíblemente siempre atento, dispuesto y de
buen humor. Desborda humildad, sencillez y simpatía. Su visita a los
cursillistas de Toronto habrá de servir de impulso imperecedero.
CONCLUYENDO:
La visita de Eduardo a Canadá nos dejó gratamente impresionados,
su trato siempre amable, toda su manera
de ser, quedarán para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones, junto
con un profundo agradecimiento por todo el bien que trajo a nuestras vidas.
Durante los días que pasó en casa conocí a un hombre
sencillo, que comía poco, tomaba agua pura, leía mucho y se bañaba con agua
fría. Su manera de hablar era la de una persona serena, alegre, confiada,
segura, llena de Dios; hablaba de Cursillos con un convencimiento contagioso,
cordial, amistoso, como el mejor medio de hacer llegar a todos la gran noticia de
que Dios en Cristo nos ama.
II CONVERSACIONES DE CALA FIGUERA.
Como resultado de la visita de Eduardo a Monreal, quedé
fuertemente motivado para seguir profundizando en el qué, el cómo y el porqué
del Movimiento, y por supuesto intentando y a veces logrando llevar a mis
ambientes el ejemplo de vida que Eduardo nos transmitió con claridad y
sencillez.
Poco después tendría yo la oportunidad de ir a
Mallorca, España, con motivo de las II Conversaciones de Cala Figuera, celebradas
en abril del 2002. Imborrable, memorable. Viajé acompañado del P. Pedro Molina,
nuestro Asesor Espiritual y dos jóvenes más que invité con el fin de dar
oportunidad a otros miembros de mi comunidad de que conocieran a Eduardo y más
a fondo el Movimiento.
Ahí tuve la oportunidad de conocer a un gran número
de dirigentes cursillistas provenientes de muchas partes del Mundo, de
profundizar y ampliar en el conocimiento de Cursillos, pero también, de
confirmar a través del testimonio que dieron todos estos amigos cursillistas,
de cómo Eduardo había visitado uno a uno todos esos países, algunos en
repetidas ocasiones, dejado a su paso una huella indeleble de amistad y
comunión fraterna. Indescriptible. Algo muy similar a la que nos dejó durante
su memorable visita a Canadá, experiencia que tuve oportunidad de compartir
públicamente. Aquello fue un verdadero y auténtico Festival del Pensamiento y
de Amistad fraterna, que hasta la fecha sigue rindiendo exquisitos frutos.
MIEMBRO DEL GRUPO NORTEAMÉRICA Y DEL CARIBE.
Por estar sirviendo en el Grupo Norteamérica y el Caribe
(sus siglas en inglés NACG), tuve la oportunidad de estar en la promulgación de
los Estatutos del Organismo Mundial realizado en el Vaticano el 11 junio 2004.
La señora Sheelagh Winston y yo viajamos a Mallorca antes del evento para encontrarnos
con Eduardo para puntualizar algunas traducciones al inglés.
Ésta visita me dio ocasión de entrevistarme personalmente
con Eduardo en su oficina. Pese a las dudas razonables que antecedieron éste
trascendental momento, Eduardo me participó su confianza en el Señor de que
“las cosas” irían marchando de manera congruente con la idea original. Después
viajamos en el mismo avión la delegación de Mallorca y nosotros de Canadá.
PRIMER CURSILLO DE CURSILLOS EN INGLÉS CLEBRADO EN
MALLORCA.-
Sirviendo también en el Secretariado Nacional
inglés, organizamos una “peregrinación” a Mallorca con unos 50 cursillistas de
Canadá. Dentro de las actividades realizadas en la Isla, los amigos del
Secretariado Diocesano de Mallorca organizaron lo que sería el PRIMER CURSILLO
DE CURSILLOS EN INGLÉS, que se llevó a cabo del 1 al 4 noviembre 2007 en esa
ciudad capital. Además del grupo de canadienses, participaron también cursillistas
provenientes de EE.UU, Australia, Irlanda y otros países anglófonos, para un
total de 105 cursillistas. La presencia de Eduardo en el evento, así como la exposición
de los rollos en cuestión habrían de dar generosos frutos en tierra canadienses
y, como después supimos, también en otros de los países ahí presentes.
Durante este Cursillo de Cursillos tuvimos ocasión
de escuchar a Eduardo con el rollo: “El
Carisma Fundacional”. Ésta sería si no la última, sí una de las últimas
actividades en las que Eduardo estaría presente en persona. Contra su deseo, el
terrible herpes que ya venía padeciendo, le impedía continuar activo como hasta
entonces. Él solía decir, siempre con una inocente sonrisa: “Si por mí fuera,
yo continuaría igual que siempre, pero el Señor lo ha dispuesto así, qué le
vamos a hacer”.
A MANERA DE COLOFÓN:
Desde aquel primer encuentro personal que el Señor
permitió tuviera yo con Eduardo, puedo asegurar no he cesado de profundizar en
Cursillos tratando de ser lo más fiel posible al Carisma Fundacional, como era
el deseo de Eduardo. Estoy haciendo lo posible porque toda ésta experiencia
acumulada al paso del tiempo llegue a los más posibles de la mejor posible. Por
demás está decir que en todo esto Eduardo es nuestra inspiración y ejemplo a
seguir.
IN MEMORIAM.
REQUIESCAT IN PACE:
Por último, he de hacer referencia al momento que
nunca nadie que haya conocido a Eduardo esperó o llegó siquiera a imaginar: LA
NOTICIA DE SU FALLECIMIENTO.
Sentimientos encontrados: por una parte, enorme tristeza
al enterarme de que Eduardo había partido a la casa del Padre, y
simultáneamente alegría, sabiendo que sin ninguna duda Eduardo estaría a la
derecha del Padre, gozando de las promesas y gracias de nuestro Señor
Jesucristo, y disfrutando de un merecido “descanso” eterno.
“Descanso”, así entre comillas, sabiendo que nuestro
infatigable amigo de seguro estará allá en las alturas promoviendo y
organizando la Ultreya Celestial, al lado de un sinnúmero de entusiastas
cursillistas y… con el beneplácito de L’Amo y Señor de todo y de todos.
Eduardo Bonnín Aguiló, siervo de Dios, ruega por
nosotros.
¡De Colores!
Carlos
Enrique Muñoz Díaz
Diócesis de Montreal
27 de enero de 2018
Diócesis de Montreal
27 de enero de 2018
Sobre la Reunión de Grupo
Muchas veces pienso cual será el mejor método
para interesar a los cursillistas nuevos y antiguos, para que lleguen a querer,
a necesitar, a
vivir, disfrutar y testimoniar la maravillas que el Movimiento de Cursillos de
Cristiandad, ha creado en
su Carisma original, para
asegurar la Gracia de Dios, en cada uno de sus cursillistas a través de su Reunión de Grupo y de la Ultreya; y de un cursillo
perenne en el cuarto día.
En mis 25 anos y algo mas de
cursillistas, he podido comprobar que existe una
gran cantidad de dirigentes laicos y eclesiales empeñados en sacar adelante
y mantener con éxito la Reunión de Grupo, pero
también hay una gran cantidad de dirigentes laicos y consagrados, que observan
con indiferencia y hasta con cierto desprecio y abandono, lo que es el torrente
sanguíneo que da vida y vigor al MCC como son La Reunión de Grupo y La
Ultreya.
Eduardo Bonnín supo desde el
inicio, que el nacimiento de un Carisma en la Iglesia, necesita para subsistir, de una estructura. Así hizo Cristo
cuando nombro a Pedro, para darle estructura a Su Iglesia. “Tu eres Pedro
(Piedra) y sobre ti construiré Mi Iglesia”.
La estructura del carisma
cursillista esta dado por su organización, sus secretariados. Pero aquí Bonnín plantea un hecho común. Muchas veces las
estructuras se
comen la espiritualidad del Carisma.
Mi inquietud me llega a preguntarse ¿comerán las
estructuras cursillistas la espiritualidad de la Reuniones de Grupo, que en
muchas diócesis se llega a permitir, hasta Reuniones mixtas
y excesivamente abultadas, donde
se pierde toda posibilidad de participación, por el excesivo tiempo de la
intervención de cada uno en
el grupo? o por alguna
restricción a la libertad del cursillista de elegir libremente, “con quien
quieres”, a sus amigos de su Reunión de Grupo. Dirigentes que
muchas veces carecen de los
argumentos, por desconocer el Carisma original, para establecer que las Reuniones
de grupo, actúen separadas, hombres
de mujeres. El
solo hecho de ver que los cursillos de hombres se iniciaron con mucha
anticipación al de las mujeres, de la misma manera se iniciaron las Reuniones
de Grupo primero con hombres y después las mujeres. Además el crecimiento
espiritual es individual, frente a un mismo concepto, hombres y mujeres
tienen diferentes sensibilidades,
que se comprenden mejor desde su mismo genero.
Hay muchas preguntas que
es necesario que los dirigentes sepan responder, para animar una reunión de
Grupo y una Ultreya. He leído en la internet algunas definiciones de Reunión de Grupo y
Ultreya avaladas por algún secretariado, que describen a medias la realidad de
nuestra herramientas de evangelización, personal y comunitario. Es
muy conocido que las verdades a medias son peor que la mentira. No creo que se
haga de mala fe. Pero se contribuye a crear un ambiente diferente a la idea del
fundador y
del propio carisma.
Tendremos que encontrar
en los dirigentes cursillistas el fracaso de muchas Reuniones de Grupo (R
de G) y Ultreyas, o ¿será que nosotros no alcanzamos
a entender en profundidad la vivencia del cursillo? Puede
ser una doble razón, de falta de apoyo directivo y desinterés cursillista.
Si analizáramos el fracaso desde
la falta de animación por desconocimiento de los dirigentes, se debería mirar con
seriedad la importancia de la Escuela de Dirigentes del movimiento de Cursillos
de Cristiandad.
Escuela dedicada a
interpretar las ideas originales del MCC de su
propio Carisma y de la claridad del
mensaje cursillista y del trabajo evangelizador y del aporte a la Iglesia. La Escuela debe
ser capaz de descubrir la vocación de servicio del dirigente, capacitándolo en
las cosas de cursillo, interesándolo y animándolo para desarrollar actividades en el
Secretariado y en el cursillo tres días. El llamado a los cursillistas
a integrar
la Escuela de Dirigentes debería
ser, considerando haber terminado su periodo de rodaje, un tiempo prudente
de no menos de un año en su práctica de la Reunión de Grupo y de
Ultreya y su interés incondicional de servicio al Movimiento, a los
cursillistas, y a la Iglesia. Si
pensamos que el aporte a la Iglesia se traduce exclusivamente al trabajo parroquial, estamos
limitando la función de la Escuela y encerrando su función en las cuatro
paredes del templo.
La Escuela de Dirigentes no limita al
cursillista para que sirva en su parroquia individualmente, solo que además en
su calidad de dirigente cursillista debe conocer su propio Carisma y descubrir
en la Escuela su vocación de servir en el MCC como lo hemos dicho, y prepararse
fundamentalmente para animar las R de G y las
Ultreyas, prepararse para servir en el Secretariado y en el cursillo
tres días. No es una tarea menor, es un apostolado
que lleva dedicación y espíritu de sacrificio, que sin oración y la fe puesta
en Cristo, sería imposible de
conseguir.
Cuanto dirigente llega a
ocupar cargos de importancia en los secretariados del MCC, con el buen animo de servir, pero
con la limitación de vivir los vaivenes de quienes no tiene, ni la vivencia, ni
el aporte que una Escuela con las características de una Reunión de Grupo y la firmeza del
carisma, finalidad y Método entregan a la
vocación de servicio. Es tan perjudicial a la marcha del MCC que sus dirigentes lleguen a administrar una
empresa exitosa al secretariado, con reglas, imposiciones y controles; olvidando lo mas importante
de un ser humano, que
es su ser de persona. Y QUE UN
SECRETARIADO FUNCIONA SOLO SI SE COMPRENDE QUE ES LA PRIMERA REUNION DE GRUPO
EN LA DIOCESIS. DONDE LA AMISTAD DEBE
SOBREPASAR TODA REGLA Y DIFERENCIA, DONDE SE PRACTICA EL AMOR, LA UNIDAD Y EL ESPIRITU DE
SERVICIO HASTA
EL SACRIFICIO Y LA RENUNCIA PERSONAL. Sin esta condición es notorio que un
secretariado esta en dificultades y problemas con suma urgencia de reflexionar,
y auto criticarse con la sana intención de rectificar para el bien del
Movimiento en general. Lo
mejor que tiene un Secretariado es su desarrollo con el Espíritu de la Reunión de Grupo, lo que
también es valido para el desempeño
de la Escuela de Dirigentes. Recurriendo al espíritu de humildad de cada
integrante del secretariado o de la Escuela, siempre y durante mi tiempo de
cursillista he tratado de hacer comprender que nos es posible servir,
desarrollar una amistad sincera, impulsar el movimiento y conducirlo con la orientación adecuada, si no
se adquiere por todos, y cada uno de sus miembros el amor y la amistad, que
Cristo nos muestra.
Es muy
difícil que el movimiento camine en la dirección adecuada sin amistad, el
juicio y el malentendido. Todos sabemos que el Movimiento es: lo que son sus
dirigentes.
Actuar con un
criterio empresarial, en
que lo que no es eficiente, no
sirve, rompe hasta la misión de nuestro propio Salvador que vino por lo
imperfecto, que vino por los que fallamos, que vino a ayudarnos a ser mejores y
a servirnos. ¿Habrá alguna similitud
con lo que el MCC persigue?
Es muy importante la
estructura, y como muchos dicen, es hasta un mal necesario, pero si hay algo
que he escuchado en mi vivir cursillista, es que nuestros secretariados, desde el nivel
menor al mayor, locales, nacionales,
o internacionales; jamás se constituyen
como una torre de mando. Nacen como instituciones exclusivas de servicio, de
apoyo y de guía para mantener la pureza y el conocimiento del Carisma
cursillista, de su Método y su finalidad.
Después de haber vivido
por la Gracia de Dios varios
cursillos en mi calidad de servidor, he llegado a la
conclusión personal, que la participación en el cursillo, periódicamente de los
dirigentes tiene varias connotaciones. Muchas de ellas
muy negativas, que provocan desanimo en los cursillistas:
1.- Sentirse con derecho
a ser nominado en un equipo,
por antigüedad, incluso sin
interés por ser miembro de la Escuela de Dirigentes del MCC y traspasar su
experiencia a los mas nuevos.
2.- Sentir el halago de
haber sido llamado a un equipo, por la satisfacción de ser tomado en cuenta pero sin ningún
compromiso posterior de servir al nuevo cursillista.
3.- Participar de un
cursillo como dirigente dedicado exclusivamente a cumplir con la preparación previa. Sentirse funcionario, sin vivir la riqueza
del cursillo nuevamente, que lo renueva en su cristianismo y lo mantiene activo
en el servicio.
4.- No tener claridad en
que se hacen cursillos para que hayan reuniones de
grupo, y
no reuniones de grupo para que hayan cursillos.
5.- Desconocer que el
cursillo tres días es parte de un Método,
que necesita imprescindiblemente la fusión con el
Precursillo y Postcursillo
para completar la labor evangelizadora del MCC.
Existe en algunos
secretariados la fascinación por realizar el cursillo tres días. Lo que no se
puede dejar de mirar como una gran virtud, en especial si ese cursillos, tiene la virtud de realizarse lo mas cercano
posible al cursillo original. Pero sino existe
interés por completar el Método que comienza en
el Precursillo y se se continua en el
cuarto día del Postcursillo. El cursillo tres
días habrá perdido toda su eficacia, y el cursillista terminara abandonado y
con el triste recuerdo de haber vivido algo maravilloso, con ilusión entrega y Espíritu de caridad, cara a cara con
Cristo, pero hoy guardado en el corazón por falta de incentivo de quienes le
mostraron que vivirían en un cursillo perenne.
En mis 25 anos de
cursillistas, resulta hasta doloroso mencionarlo, como mas del
90% de
los cursillistas del cuarto día,
habiéndose encontrado con Cristo y con la firme decisión de mantenerse con la Ilusión,
la entrega y el espíritu de caridad perseverando y sirviendo a Cristo desde el
MCC lo abandonan y el frio invierno canadiense les congela y descolora la
pasión adquirida en
los tres días del cursillo y se olvida y traspapelan las notas escritas,
tomados de nuevo por ambiente que nos gana el combate una ves mas.
Hay que ser justo, este
fenómeno me consta, hace meditar seriamente a algunos secretariados en los que
he participado. Se descubren errores de dirigencias y fracasos en la conducción
de un mal Precursillo y un peor
Postcursillo.
Es interesante
meditar sobre la necesidad de evitar el alejamiento de los cursillistas y de
las razones que les impiden integrarse a una Reunión de Grupo, o del
abandono prematuro por
perder la ilusión, la entrega
y el espíritu de caridad, que adquirió y vivió en su cursillo. Puede que el desinterés por participar se deba a que el
importante rollo
seguro total, no
les clarifico suficiente la importancia de la reunión de grupo y la Ultreya y de mantenerse
en un cursillo permanente en su cuarto día.
Para estudiar y
reflexionar algunos
detalles que pueden producir abandono o desinterés por perseverar,
después de vivir un cursillo, crece enormemente en valor, una profunda, real y
descarnada evaluación del cursillo recién vivido, por sus dirigentes, para
analizar si
el cursillo no ha sido suficientemente claro en su mensaje, por falta de
preparación o de organización.
El desarrollo del cursillo, mantiene una máxima que se
debe mantener en nuestra vida cursillista.” No esta bien, que lo que hoy
hicimos bien, mañana no pueda estar mejor”. Quizás si nos revisáramos permanentemente, podríamos dar mejor vida y
salud al MCC, evaluando
no tan solo, la marcha de un cursillos sino todas las actividades a las que
estamos llamados a animar, y a cuidar de los adornos que los buenos siempre
tratan de imponer.
Tampoco es justo que esta
meditación adquiera la exclusividad de ser única, o que nunca nadie
se haya inquietado por tratar de dar vida a las Reuniones de Grupo y las
Ultreyas. Siempre
hay dirigentes preocupados por alumbrar el camino cursillista verdadero, a manera de ayudar a nuestro
cristianismo y también al real y
verdadero apostolado; que
a través de la amistad hagamos posible el anuncio del Reino, convencidos que
Dios nos ama en Cristo, y
dedicados a que este anuncio llegue al máximo de personas, privilegiando,
aunque no necesariamente, al mas alejado
de la Iglesia y de los Sacramentos.
Las reflexiones de estos
dirigentes, observaron
el éxodo cursillista al poco tiempo de haber vivido su cursillo, se inquietaron
al igual que lo hacemos hoy. Lo que dio nacimiento a un esquema de Rodaje para
el cursillista desde su Reunión de Grupo, que
reforzara algunos puntos básicos de dicha Reunión.
Se descubrió que la Reunión de Grupo pierde
toda su eficacia, sino se han estudiado algunas condiciones que van a dar vida
a la Reunión,
como la necesaria claridad y comprensión de nuestro trípode de Piedad , Estudio y Acción.
Y el incentivo del recuerdo permanente de la Hoja de Servicio, que conscientemente y con gran
entusiasmo prometimos en nuestro cursillo tres días.
Si no vivimos esto, en nuestra Reunión de Grupo, y no lo meditamos por
falta de conocimiento, vale decir porque no lo entendemos bien, corremos el
riesgo de aburrirnos, exclusivamente por nuestra culpa y no por lo que
cursillo nos regala. Se
transforma en un deber del dirigente hacer que las herramientas que el cursillo
nos regala sean bien comprendidas, verdadera
claridad en el encuentro conmigo mismo, con Cristo y con la Comunidad, dando testimonio de
esta realidad.
El cursillista debe tener
una claridad de lo mas importante
que le regala la Reunión;
que es asegurarle la permanencia de la Gracia de Dios en todos nosotros. Además debe tener también muy claro que
la Reunión de Grupo, es la
amistad elevada al terreno de lo trascendente, vale decir de lo sobrenatural. Y
la amistad es la forma mas profunda, agradable y
eficaz de toda la convivencia humana, para ir realizando el cristianismo, pero
un cristianismo vivo, real y cercano, se trata de ver a Cristo histórico,
pero mejor sentirlo en las
realidades cotidianas, lo que nos llama como dice Bonnín a desarrollar
nuestra capacidad de asombro. La Reunión nos debe ayudar a
descubrir nuestro momento cerca de Cristo, que hagan crecer esta
capacidad de asombrarnos y de la maravillas que Dios obra en nosotros.
La Reunión de Grupo, en un
proceso casi imperceptible, donde
prima el amor y la amistad, va
desnudando, descubriendo nuestros egoísmos, soberbias,
orgullos y lentamente el hombre viejo va dando lugar al nuevo. Cada semana, sin obligarnos,
libremente, la Reunión nos permite pensar
en voz alta, y cada ves con
mayor alegría damos testimonio de la lucha semanal que el cristiano
vive, como cualquier otro, solo
que dispone de las herramientas que el cursillo le sugirió para su cuarto día. Así el buen manejo y
equilibrio de su trípode de Piedad, Estudio y Acción,
constancia y fidelidad a su Hoja de Compromiso, el desarrollo de su capacidad
de asombro, al encontrarse con un Cristo vivo,
normal y cercano, en su propio ambiente. Todo hace que en el corazón del
cursillista nazca su espíritu de servir a Cristo en los demás, vivir en la
Voluntad de Dios y ser fiel a Su Palabra.
Mi experiencia de la
vivencia en el caminar
cursillista esta sembrado de dudas. Dudas que se presentan especialmente cuando
he llegado, en mi condición de dirigente, a
servir en algún cargo, y aun teniendo la mejor voluntad me he sentido perdido
sin saber como llevarlo a buen termino. Nunca faltara
quien trate de ayudar para salir adelante y hay que acordar que no todas las
recetas son muy completas y se termina sirviendo con lo mejor que se recibe y con lo mejor
que se tiene. Pero la idea es
mantenerse fiel al Carisma, al Método y la finalidad
del MCC. Por experiencia, siempre el desconocimiento de estos conceptos
provocara desviaciones, deformaciones y hasta discusiones innecesarias que
pueden llegar a provocar desunión y a comprometer la sencillez del MCC.
Por la Gracia de Dios, hoy día la internet se
puede también aplicar para buenas obras. Hay muchas publicaciones
cursillistas de diferentes secretariados en Canadá y en el mundo. Todas con muy buena
voluntad de servir y otras no tanto Algunas con buena información, pero
incompleta, por desconocimiento o deliberadamente (no debemos juzgar), pero una
verdad a media, todos sabemos que es peor que la mentira.
Entonces la recomendación
es la de nuestro Santo Padre el Papa Francisco que nos recomienda ser fieles al
Carisma Original y no hay mejor publicación que la Fundación Eduardo Bonnín . En ella
encontraremos siempre lo que debemos hacer
y como hacerlo. Si la Escuela de
Dirigentes mantiene un dialogo con esta Fundación de Nuestro Fundador,
siempre caminaremos por el camino simple y sencillo, y con la claridad y
simpleza de cada actividad con la que Cristo nos llama al servicio desde el MCC
fundamentalmente en la PERSONA, por sobre toda
reglamentación. El respeto, el amor y la amistad
con la PERSONA nos hará cumplir con
nuestra evangelización cursillista de acercar a Cristo y a los Sacramentos al
alejado, y nos hará un movimiento con
una inquebrantable UNIDAD.
Todos sabemos que la Reunión de Grupo y la Ultreya, son el torrente
sanguíneo, que
al igual que en el cuerpo humano, mantienen la vida del Movimiento de Cursillos.
Cuando se descuidan estos dos elementos vitales el movimiento entra
en crisis y llama a agotar medios para normalizar la situación. La invitación a
la “Hora Apostólica “ de este año en
la Diócesis de Hamilton trae
un incentivo con las palabras del Fundador, con las que voy a terminar esta
reflexión en voz alta y dice:
¿Qué se
entiende por fidelidad al Movimiento de Cursillos de Cristiandad?
Ser fieles a la estructura de su Método y no enredar las cosas dictando órdenes que oculten su sencillez, como poner limites a la edad, no teniendo en cuenta su personalidad o que primero tenga que ir el marido antes que la mujer al cursillo. Que una vez hecho el cursillo, se complique la vida al cursillista con actividades que le desubican del lugar en que esta, y que le quitan entusiasmo para influir en su ambiente y en su mundo, etc. etc. ( Eduardo Bonnín)
Ser fieles a la estructura de su Método y no enredar las cosas dictando órdenes que oculten su sencillez, como poner limites a la edad, no teniendo en cuenta su personalidad o que primero tenga que ir el marido antes que la mujer al cursillo. Que una vez hecho el cursillo, se complique la vida al cursillista con actividades que le desubican del lugar en que esta, y que le quitan entusiasmo para influir en su ambiente y en su mundo, etc. etc. ( Eduardo Bonnín)
De estas pequeñas
recomendaciones hay muchas otras que es necesario escuchar y poner en practica. No podemos olvidar
que nuestro Movimiento es una inspiración del Espíritu Santo en la
Persona de Eduardo Bonnín Aguiló.
¡¡¡De Colores!!!
Froilán Solis
Froilán Solis
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