Santa María, Madre de la
Esperanza:
Tú hiciste silencio y me
enseñaste el camino de la Vida Nueva.
El Cursillo me hizo Silencio y me
abrió el camino de la Nueva
Vida.
El Cursillo me hizo Silencio y me
abrió el camino de la Vida Nueva.
¡Madre!...
Gracias, porque encontré el
Camino y marcho gozoso.
Gracias, porque encontré la
Verdad y soy feliz.
Gracias, porque encontré la Vida
Nueva y soy un Hombre Nuevo.
Yo, ahora, después del Cursillo,
comencé a reconocer la Nueva Vida
y a vivirla con el gozo del
Espíritu.
Santa María, Madre de la
Divina Gracia:
Tú hiciste cabida interior, diste
lugar y vino la Encarnación.
El Cursillo me despojó, me
limpió, me santifi có, porque vino el
Señor.
Yo sé que ahora debo vaciarme,
ahuecarme, morir para vivir muy
dentro del
misterio de la Vida en Gracia.
¡Madre!...
Gracias, porque encontré el
Amor.
Gracias, porque respondí al
Amor.
Gracias, porque elegí el
Amor.
Santa María, Madre de los
Angustiados:
Tú presentaste a Cristo en
público en las Bodas de Caná, y Él transformó
el agua en vino y la angustia en
felicidad.
El Cursillo me presentó a Cristo
en la comunidad de los hermanos
y transformó mi
vida.
Yo, ahora reconozco tu papel de
Mujer y de Madre, que siempre está
atenta a los
detalles más pequeños de la vida.
¡Madre!...
Gracias, porque sufrí.
Gracias, porque afl ojé.
Gracias, porque canté.
Santa María, Madre de la
lglesia:
Tú fuiste el primer miembro que
tomó ubicación en la Iglesia.
El Cursillo me hizo consciente de
Ser Iglesia.
Yo, ahora, sé que tengo un lugar
en la Iglesia y debo ubicarme.
¡Madre!...
Gracias, porque no estoy
solo.
Gracias, porque tengo
compañía.
Gracias, porque encontré
amistad.
Santa María, Madre de los
Cristianos:
Tú hiciste posible la fecundidad
de Dios con tu Fiat.
El Cursillo me descubrió la
fecundidad del Espíritu al demostrarme
que soy hijo de Dios.
Yo, ahora, debo dar respuesta a
mi Padre, atender a mi Padre, agradecer
a mi
Padre, respetar a mi Padre, obedecer a mi Padre.
¡Madre!...
Gracias, por tu Fiat.
Gracias, por tu Entrega.
Gracias, por tu Maternidad.
Santa María, Madre de los
Apóstoles:
Tú fuiste la primera mensajera
que anunció y llevó la presencia de
Cristo, cuando visitaste a
Isabel.
El Cursillo clarifi có mi
vocación apostólica y me ubicó en la Pastoral
como agente de salvación.
Yo, ahora, necesito generosidad
para darme, audacia para lanzarme,
prudencia para ser eficaz.
¡Madre!...
Gracias, porque me siento
útil.
Gracias, porque debo ser
bueno.
Gracias, porque puedo salvar.
Santa María "De
Colores":
Dame ojos limpios para ver con
claridad.
Dame mirada profunda para no
quedarme en lo superfluo.
Dame inteligencia abierta al
corazón, y corazón unido a la razón.
Dame luz que ilumine la realidad
en su totalidad.
Dame alma grande y receptiva.
Dame corazón sencillo y
simple.
Dame sentimientos puros y
ordenados.
Dame unidad para tener
armonía.
Dame fuerzas para ser audaz.
Dame una personalidad
equilibrada.
Dame capacidad para ser luz y dar
luz.
Dame serenidad para tener paz y
dar paz.
Dame prontitud para servir, darme
y morir.
Dame humildad para reconocer mis
defectos.
Dame capacidad de entrega y
olvido de mí.
Dame comprensión para ser apoyo
de los demás.
Dame ubicación para ser camino de
salvación de los demás.
Dame transparencia para que quien
me vea a mí, te vea a ti y, viéndote
a ti, descubra a Cristo, tu Hijo
y nuestro Salvador.
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