Pero este panorama cambió en Mallorca substancialmente cuando en 1947 fue designado Obispo Coadjutor, con derecho a sucesión de la Diócesis de Mallorca, el doctor Hervás, cuya experiencia pastoral se había centrado precisamente en la Acción Católica de su tierra natal, Valencia. El doctor Hervás pronto valoró de forma muy positiva nuestros esfuerzos y singular mente lo que Cursillos estaba significando ya en 1948. Por esto puso como Conciliario y Viceconciliario a dos "primeras espadas" del Clero de Mallor ca: ya prestigiado el primero, Don Sebastián Gayá, y recién llegado de la Universidad gregoriana de Roma con brillantísimo expediente el segundo, Don Juan Capó. Por su gran personalidad, no podían ser meros asesores, sino significativos protagonistas.
Este respaldo oficial permitió a partir de 1949 que acudiesen a Cursi llos personas antes inasequibles y la org ción de los Cursillos dejó de ser un empeño siempre lleno de obstáculos a cargo de unos poco "locos" sin medios. La organización más seria se notó, entre otras cosas, en que los Cur sillos se comenzaron a numerar y a realizarse con mucha mayor frecuencia.
No quiere esto decir que a partir de entonces nadásemos en la abun dancia de medios y fuéramos socialmente aceptados, porque problemas ha seguido habiendo largos años, pero fue un paso cualitativo, con un pro tagonismo mayor de la Iglesia institucional. También "me tocó" ser rector del primer Cursillo numerado en San Honorato, que fue igual en todo al de Cala Figuera, excepto en las primeras meditaciones que impartió con nue vo enfoque Don Juan Capó en la única noche que nos acompañó en aquel Cursillo y que se incorporaron al método.
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