Queridos amigos,
Escuchando el rollo de Dirigentes que Eduardo Bonnín Aguiló nos dio en el Cursillo 75 de Girona el año 1962, recordamos la necesidad de la virtud de la Esperanza. Los fragmentos que reflejamos en letra cursiva, han sido seleccionados de una grabación en audio, traducidos fielmente, porque Eduardo lo pronunció en mallorquín, su lengua natal…
Es en el minuto 71,17 cuando dice:
“… La Esperanza es una virtud que se tiene que tener y se tiene que pedir a Cristo cuando ha desaparecido toda esperanza… en el momento en que vemos todas las cosas negras, en el momento que parece que las cosas no tienen solución, en el momento en que parece que están luchando dentro los escombros de nuestras propias ideas y de nuestras ilusiones y que todo se cierra, en aquel momento nosotros tenemos que pedir a Cristo la virtud de la Esperanza…”
“…Siempre que yo hablo de esto, recuerdo el comienzo de los Cursillos, que no es que hubiera muchas dificultades, es que todo era una dificultad… nació en tiempos en que teníamos que comprar para ir al Cursillo, el pan de estraperlo, y nos costaba una barbaridad, y a los cursillistas no se lo podíamos hacer pagar… nada, un desastre, y después más aún, más cosas… individuos que estaban hablando de cursillos diciendo que… unos beatos que decían: --salen tan contentos que quizá se traen “fulanas” al cursillo, ahora fijaos, fijaos, esto los beatos, los beatos… salen tan contentos que quizá se traen “fulanas”, ahora imaginaos vosotros si nos entendían bien, había tantas cosas, tantos desastres, que algún día entrábamos a la capilla que había allí, y se nos ocurría aquello que se cuenta del barco…”
“…Yo no sé si lo sabéis, aquel chiste que se cuenta de dos maneras, era un gran transatlántico y el capitán se dio cuenta que estaban navegando por una zona de minas, y se dijo --ay! aquí tendré que hacer unas maniobras raras… y había uno que hacía juegos de manos, allí a la cubierta, y dijo lo mejor será reunir a la gente en el salón del barco, así no se darán tanta cuenta, y dígales usted que tiene que hacer una serie de juegos de manos, así haré las maniobras para delante y atrás, para ver si salimos de esta zona de minas, y así la gente no se dará cuenta, no se asustará y no se tirará al mar, y no habrá aquí un desastre… nada, aquel individuo va allá, toma una mesa, toca aquellas campanas del barco, todos se sitúan en el salón, nada, esta tarde nos entretendremos bastante y estaremos aquí haciendo juegos de manos, y a uno le hacía desaparecer la corbata, a otro le pedía el reloj y lo hacía desaparecer, a otro le hacía desaparecer otra cosa, y así iban entreteniéndose sin darse cuenta del peligro que corrían… con esto que había una buena señora que tenía un loro, y le dijo: --Déjeme el loro ya verá usted como aquí… nada, pone el loro encima de la mesa, toma un mantel, pone el mantel encima de aquella jaula del loro, le pone un poco de polvos de la madre “celestina”, del padre “pucharón”, hace una especie de cosa así, uno, dos, tres! en el preciso momento en que “chaas” el barco choca con la mina y “pata-plám” hay un verdadero desastre… Y el chiste acaba de dos maneras… hay una manera en que el loro está todo mojado encima de una tabla que están flotando y dice: --que juego de manos más bestia!… y otra manera de acabarlo, es cuando el loro, como que el otro había hecho desaparecer relojes y desparecer corbatas, está encima de una tabla y el otro también agarrado a otra, y le dice: --fuera bromas donde has puesto el barco?...
Aquí, en el minuto 74,11, vamos a abrir un paréntesis para volver al comentario que hemos compartido con el Grupo:
…Resulta que el prestidigitador, en los últimos años, además de hacer desaparecer la corbata, el reloj, la reunión de grupo, los cursillos de tres días, los cursillos de hombres, los rollos de mentalidad original, los murales, el cómo y el porqué del método, fue entreteniendo al pasaje, sin darse cuenta del peligro que corrían…
…También había una buena señora que tenía un loro que, como buen final de nuestra versión, aparece también mojado y agarrado a una tabla junto al prestidigitador, diciéndole: --qué juego de manos más tonto!… --fuera bromas donde habéis puesto el barco?...
Cerramos el paréntesis, y seguimos escuchando a Eduardo:
“…Así que a veces nosotros entrábamos en la capilla y le decíamos a Cristo una cosa igual recordando el chiste: --fuera bromas, pero donde habéis puesto el barco?, porque todo está girado, yo no sé donde saldrán los Cursillos porque no es que haya muchos desastres, es que todo es un desastre, y claro, tuvimos que tener la virtud de la Esperanza, y alguna vez no había ninguna de esperanza, no, es aquello de pedir, de pedir a Cristo a través de las tupidas ramas y de la imposibilidad de lo imposible, pero es después cuando la oración, deja de ser algo humano para ser auténtica oración, y esto a nosotros, no nos salió la primera vez, lo tuvimos que hacer muchas veces, porque la primera vez, lo que nosotros queríamos era echarlo todo a la porra, y echar a toda la gente que nos decía lo contrario… pero pidiendo a Cristo la virtud de la Esperanza, conseguimos tirar adelante…”
“… Imaginaos vosotros toda la gente que ha podido vivir en Gracia valiéndose del instrumento del Cursillo, si nosotros hubiésemos echado todo esto al agua y al aire… todas estas cosas no se hubieran podido arreglar, se pudieron arreglar por haberlo pedido a Cristo y habernos Él dado la virtud de la esperanza…”
Hoy, cincuenta y cinco años después, creemos, que la poca efectividad de los Cursillos en nuestra región, se debe a que se han hecho desaparecer tantas cosas, tan sencillas, que el Señor nos enseñó en los orígenes de Cursillos… Lo sentimos Señor… Tú que eres el dueño del mar y del barco y lo puedes todo…
Dónde está el barco?...
Podremos recuperar el barco?
…Emulando a Eduardo… imaginaos vosotros cuánta más gente habría podido vivir la Gracia valiéndose del instrumento de los Cursillos, si no hubiéramos echado la mentalidad del Carisma Fundacional al agua y al aire, y todas estas cosas se hubieran podido arreglar, después de haberlo pedido todos a Cristo, con la virtud de la Esperanza.
Un abrazo, De Colores,
Ramón, Fernando, Francisco, Pedro, Luís y Joaquín
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