Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

martes, 10 de diciembre de 2019

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta

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Jueves, 5 de diciembre de 2019
“El elogio de la solidez” es el centro de la liturgia de hoy (Mt 7,21.24-27) en la que Jesús enfrenta al hombre prudente y al hombre necio: uno pone al Señor como fundamento de su vida, construyendo su casa sobre roca; el otro no escucha la Palabra de Dios y vive de apariencias, construyendo su casa sobre un fundamento débil, como puede ser la arena.
 
¡La roca! Así es el Señor. Quien se fía del Señor estará siempre seguro, porque sus cimientos están sobre roca. Lo dice Jesús en el Evangelio. Habla de un hombre prudente que ha construido su casa sobre roca, es decir, sobre la confianza en el Señor, sobre las cosas serias. Y esa confianza es un material noble, porque el fundamento de esa construcción de nuestra vida es seguro, es fuerte.
 
Así pues, el prudente es quien edifica sobre roca. Al contrario, el necio es el que elige la arena movediza, que es arrastrada por vientos y lluvia. Así pasa en la vida diaria con los edificios que se construyen sin buenos cimientos: se derrumban. Y también nuestra vida puede ser así, cuando mis cimientos no son fuertes. Viene la tempestad –y todos tenemos tempestades en la vida, todos, desde el Papa al último, todos– y no somos capaces de resistir. Y muchos dicen: “No, yo cambiaré de vida”, y piensan que cambiar de vida es maquillarse. Cambiar de vida es cambiar los cimientos de la vida, o sea, poner la roca que es Jesús. “Me gustaría arreglar esta construcción, este edificio, porque es muy feo, y quisiera embellecerlo un poco y también asegurar los cimientos”. Pero si solo retoco el maquillaje y hago una “romanella”(*), la cosa no va adelante; se caerá. Con las apariencias la vida cristiana se cae. 
 
Solo Jesús es pues el fundamento seguro, las apariencias no ayudan, y eso se ve también en el confesionario: solo quien se reconoce pecador, débil, deseoso de salvación, demuestra tener una vida basada en la roca, porque cree y cuenta con Jesús como su salvación. Convertirse a lo que no se derrumba ni pasa: eso le pasó a san Francisco de Borja en 1500, cuando este caballero de la corte, ante el cuerpo ya putrefacto de la Reina Isabel, tomó conciencia de la caducidad y de la vanidad de las cosas terrenas y eligió al Señor y fue santo. No podemos edificar nuestra vida sobre cosas pasajeras, sobre las apariencias, disimulando que todo va bien. Vayamos a la roca, donde está nuestra salvación. Y allí seremos felices todos, todos. 
 
En este día de Adviento pensemos qué fundamento damos a nuestra vida, si la sólida roca o la arena vana, pidiendo al Señor la gracia de saber discernir.

(*) Romanella es un canto popular de la Romagna, pero en Roma significa tapar los defectos con una tela. Se hace una romanella cuando debes vender una casa muy estropeada, que cuesta mucho arreglar, y disimulas los daños (ndt).

viernes, 6 de diciembre de 2019

Mi Jesús

Que si nació hoy, que si nació ayer, Que si nació aquí, que si nació allá. Que si murió a los 33, que si murió a los 36. Que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados. Que si eran reyes, que si eran magos. Que si tenia hermanos, que si no tenia. Que dónde está, que cuándo vuelve.

Yo lo único que se es que....
A mi me tomó de la mano cuando más lo necesitaba. Me enseñó a sonreír y a agradecer por las pequeñas cosas.

Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir.
Me enseñó a despertarme agradecido y a acostarme con la cabeza tranquila.
A caminar muy lento y sin preocupaciones
Me enseñó a abrazar  al que me necesita

Me enseñó mucho, me enseñó todo. Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien está al lado y a darle la mano. Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo, a manera de mensajes y que para escucharlo, tengo que tener abierto el corazón.

Me enseñó que un gracias o un perdón lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.

Me enseñó cuánto me ama a través de lo que yo amo a mi familia
Me enseñó que los milagros si existen.

Me enseñó que si yo no perdono, soy yo el que se queda prisionero, y para perdonar primero tengo que perdonarme.

Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien pero que actúe bien a pesar de todo. Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo adentro y no afuera.

Me dejó que me aleje, sin enojarse, que salga a conocer la vida, a equivocarme y a aprender. Y me siguió cuidando y esperando.

Me enseñó que solo vengo por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño. Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor y en compartir Su luz conociendo mi sombra, que disfrute, que goce, que ría, que llore y que valore, que Él SIEMPRE va a estar conmigo....que aunque dude y tenga miedo, confíe, ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí....

Gracias Jesús por estar en mi vida y enseñarme a vivirla.

martes, 3 de diciembre de 2019

Adviento

“Adviento”… tiempo de espera, tiempo de reflexión, tiempo de pensar en el  porqué de este camino, en el porqué de nuestra existencia, en el porqué de tantos y tantos sufrimientos, angustias, cuestionamientos, pero también de alegrías, de gozos y de esperanzas.
El misterio de la vida, es muy parecido al misterio de la fe. Todos vamos por diferentes caminos tratando de buscar  solamente una cosa “LA VERDAD” de todo.
El saber quién es realmente Dios, ha sido siempre algo cuestionable para  el hombre y es que si lo pensamos desde nuestra simple y pequeña humanidad, será inexplicable y confuso puesto que lo que viene de nuestro Señor solo se entiende cuando lo pensamos, rezamos, reflexionamos  y  miramos con los ojos del alma y lo sentimos desde un corazón humilde, tierno y amoroso.
Para muchos cristianos, el Adviento es solamente el tiempo de los regalos, es el tiempo de ir a tiendas, es el tiempo de llenarnos de deudas y posteriormente de agonías por no poder pagar luego todas las deudas adquiridas.
El Adviento es mucho mas que todo esto y mucho más simple y especial. El Adviento es algo que no necesita comprarse sino más bien vivirse, arroparlo y compartirlo con los que están a nuestro alrededor.  Es la preparación para recibir el más grande e inimaginable regalo que nadie jamás nos podrá dar jamás. Es el más grande amor ofrecido a través de la llegada de un niño que nos trae entre sus manos la verdadera vida para la que fuimos creados todos, la vida perdurable.
El advenimiento del mesías anunciado es una realidad cuando en el corazón se prepara el pesebre de Belén. El Catecismo de la Iglesia católica nos explica claramente la gran fiesta de este tiempo cuando dice   "Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador" CIC #524.
Cada vez que celebramos la Santa Misa y rezamos todos juntos nuestra profesión de fe recordamos la venida de Cristo ahora en la natividad pero también creemos en lo que El mismo nos prometió, “en su segunda venida.”
Esto es en realidad este tiempo de Adviento. Es la invitación a estar despiertos,  vigilantes. Es estar atentos, es estar con las lámparas llenas y preparadas, es un mirar al más allá interno, es mirarnos hacia adentro y arrancar aquello que nos impide lograr la verdadera paz del alma.
El juzgar no es de cristiano, el criticar no es algo que agrada a Dios, el ser piedra de tropiezo para nuestros hermanos nos hace pecar y hacer pecar a aquellos que por nuestra soberbia humillamos y excluimos de poder llegar al padre a través de nosotros sus hermanos.
“Adviento” tiempo precio, mágico, divino. Tiempo de revestirnos nosotros mismos de vestiduras purpuras brillantes y cálidas que irradian amor, ternura y afectividad. No olvidemos que en cada celebración eucarística Cristo nos mira a los ojos, como miro a los apóstoles, invitándole a seguirle; así también  nos mira de niño, acostado en el pesebre de Belén.  

Que el Señor nos permita a todos prepararnos en estas 4 semanas de Adviento para que el Niño Dios pueda habitar en nuestros corazones  y pueda descansar tranquilo y dormitar en nuestras almas.
Que nuestra Madre Maria Santísima sienta la presencia nuestra a los pies del pesebre en ese establo humilde y nos ayude hacer mejores hijos, mejores padres, mejores abuelos, mejores amigos,…mejores cristianos.
"Dios nos ha demostrado cuán excelso lugar ocupa la naturaleza humana entre las criaturas, apareciendo entre los hombres como verdadero hombre." San Agustín Y el papa San León dice10: "Reconoce, oh cristiano, tu dignidad; y hecho partícipe de la naturaleza divina, no retornes a la antigua vileza con una mala conducta."
Feliz “NAVIDAD” tengan todos.
Janire Pagan
Diciembre 03, 2019