BUENO PARA LAS ESCUELAS DE DIRIGENTES
Y
PARA LOS SECRETARIADOS A CUALQUIER NIVEL,
ESPERAMOS QUE LO DISFRUTEN.
El
papa Francisco llegó a las 8 de la mañana en helicóptero a la ciudad industrial
italiana de Prato, tras haber partido a las 7:00 desde la Ciudad del Vaticano.
En el papamóvil el Santo Padre se dirigió hasta la plaza central en donde se
encuentra el famoso Duomo de Prato, o sea, su catedral.
Muchas
personas habían esperado desde las 4 de la mañana para poder estar en las
primeras filas y saludar al Santo Padre y un grupo de jóvenes realizó una
vigilia de oración. Una pantalla gigante ayudaba a seguir la visita del Santo
Padre en el interior del 'Duomo' de origen medieval. Allí en la catedral,
Francisco saludó a los enfermos, varios de ellos en silla de ruedas.
En
la catedral de Prato se cuentra la reliquia de la 'sacra cintola', el sagrado cinturón, que
según indica la tradición, la Virgen María le entregó al apóstol Tomás como
prueba de su asunción al Cielo. Poco después, el Santo Padre realizó un momento
de oración delante de esta reliquia, y escribió algunas palabras en un
libro.
A
continuación, cuando el Papa se asomó al púlpito de Donatello, que da hacia
el exterior de la iglesia, miles de personas que estaban en la plaza lo
ovacionaron agitando pañuelos y banderas con los colores del Vaticano y coreando
'Francesco'.
"He
venido como un peregrino, de pasada, poca cosa, pero la voluntad está", dijo el
Papa, y les recordó que esta ciudad "a través de los siglos tuvo la definición
de Ciudad de María", debido a la reliquia "que acabo de venerar". O sea "un
signo de bendición para vuestra ciudad".
El
Santo Padre indicó algunos pensamientos que le vinieron: "No quedarnos cerrados en la
indiferenecia, abrirnos y sentirlos llamados a alcanzar a los otros para
compartir la alegría de haber encontrado al Señor", dijo. E invitó a "salir para
acercarnos a los hombres de nuestro tiempo".
"Salir significa arriesgar"
porque "no hay fe sin riesgo", dijo, pero "una fe que se queda en casa no es
fiel al Señor". Y reiteró que hay que buscar la ruta y no el
refugio de un puerto seguro porque "el Señor quiere llegar a quien no lo
conoce y nos impulsa". E insistió en el tema: "Hemos sido servidos por Dios que
se hizo nuestro prójimo, para a su vez servir a quien está cerca de
nosotros".
El
Pontífice agradeció también a los ciudadanos de Prato por "el trabajo de integración que se
contrapone a la cultura del descarte". Así como "a las familias que
adoptan" y sin desanimarse delante de las dificultades, "o
situaciones difíciles de convivencia". Invitó por ello a crear "pactos de
proximidad".
Otro tema que propuso, citando a san
Pablo cuando invita a los cristianos a usar la armadura de Dios, las virtudes,
fue el de buscar siempre la verdad. "No es fácil --dijo el Papa-- pero es una
decisión vital que tiene que marcar la existencia de cada uno, de la sociedad,
para que sea más justa, más honesta". Y señaló "la sacralidad de todo ser humano
pide respeto, acogida y un trabajo digno".
"Me
permito recordar los cinco hombres y dos mujeres de ciudadanía china que
murieron hace dos años debido a un incendio en la zona industrial de Prato"
indicó el Santo Padre, y recordó que ellos vivían y dormían en el interior de la
misma fábrica en la que trabajaban, con divisiones de cartón y camas
camarote."Es una tragedia de la explotación y condiciones inhumanas de vida, y
esto no es trabajo digno" exclamó.
Y
recordó que la vida de cada comunidad exige "que se combata el cáncer de la
corrupción", de la "explotación humana y laboral" porque es el terreno de la
ilegalidad.
Al
concluir sus palabras Francisco animó a todos, especialmente a los más
jóvenes: "Me dijeron que han hecho una vigilia de
oración, gracias, gracias", y les invitó a "no ceder al pesimismo y a la
resignación".
Y
recordándo la reliquia de la Virgen que la ciudad custodia en el 'Duomo', les
recordó: "María en un
silencio operoso transformó el sábado de la desilusión en el alba de la
resurrección". E invitó que si alguien "se siente oprimido por las
circunstancias de la vida se confíe a María, que es nuestra madre que nos anima
a poner confianza en Dios". Porque "su hijio no traicionará nuestas expectativas
y sembrará en nuestros corazonas una esperanza que no
desilusiona".
Desde
la ciudad de Prato situada a 15 kilómetros de Florencia, en donde hay personas
de 123 nacionalidades distintas, en particular de China, Albania, Rumanía y
también una comunidad latinoamericana, partió a la metrópoli de Florencia, a la
Catedral, para reunirse con los participantes del V Congreso eclesial de la
Iglesia italiana.
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